Antonio Gaudí, la soledad del genio

Un tranvía acabó con la vida del artista empeñado en la construcción de la Sagrada Familia de Barcelona

Tras el atropello, aquel anciano menudo, de barba blanca y aspecto pulcro, modestamente vestido de negro, fue trasladado al hospital de la Santa Cruz, a una sala para gentes sin recursos, donde falleció a las cinco de la tarde. Después la policía descubrió su identidad: Antonio Gaudí i Cornet. Dos días después, Barcelona, la ciudad a la que había dedicado su vida, le acompañó en duelo hasta el templo de sus sueños y desvelos, en cuya cripta fue sepultado. Este tarraconense genial, que nació en 1852, tuvo que superar una infancia difícil, afectado por el reumatismo. Terminó la carrera de Arquitectura en Barcelona a los 26 años y con enorme esfuerzo, pues debía simultanear los estudios con el trabajo como delineante para otros arquitectos a fin de costearse la carrera.

Muchos le discutieron, pero siempre suscitó un gran respeto artístico y humano

En 1882 comenzó a hacer proyectos para Eusebio Güell, próspero industrial textil que sería el mejor cliente de su vida. Comenzó por encargarle un pabellón de caza -que nunca se construyó- que marcaría un estilo propio, desarrollado en la casa Vicens (Barcelona, 1883) y en El Capricho (Comillas, Cantabria, 1883-85); en esas obras combina el ladrillo visto y la mampostería de evocación mudéjar, los decorados de cerámica polícroma de sabor oriental y torres, almenas, ménsulas. Inmediatamente comienza una de las grandes obras de su vida, la casa Güell.

Para el adinerado industrial levantó un palacio con trazas góticas, soluciones modernas y toques personales, como la fantástica azotea. Gaudí estaba evolucionando hacia lo que sería su estilo más característico. Contaba 38 años y ya le llovían los encargos: colegio de Santa Teresa (1888-90), palacio episcopal de Astorga (1887-93), casa Calvet (1898-1900), el parque Güell (1900-14)…

La fructífera soledad

En 1914, Gaudí es un sesentón ascético, muy religioso, solitario -siempre infortunado en sus escasas aproximaciones al amor- y tiene entre manos dos obras ingentes que acapararán todas sus energías: el templo-cripta de la Colonia Güell y la Sagrada Familia. No vio terminadas ninguna de las dos. En la primera trabajó desde 1898 a 1914. En la segunda, 33 años, hasta su muerte. Para unos fue un genio, para otros, un visionario; muchos le discutieron, pero, en general, siempre suscitó un gran respeto artístico y humano. Hoy predominan dos hechos incontestables: la Sagrada Familia es el monumento emblemático de la ciudad y si algún calificativo predomina en la definición artística de Barcelona es la de modernista y gaudiana.

La Sagrada Familia

Gaudí se hizo cargo de la Sagrada Familia en 1893, cuando ya estaba construida su cripta. A partir de 1910, rechazó todo encargo, de modo que su situación económica terminó siendo precaria. Vivió temporadas en la propia obra intentando levantar un templo siempre con recursos escasos -procedentes en su mayoría de aportaciones particulares-, que era un compendio teológico: tres fachadas (Nacimiento, Pasión y Gloria); cuatro torres (las virtudes cardinales, aunque dedicó la del ábside a la Virgen y a Cristo la del cimborrio); tres puertas (virtudes teologales). Sólo pudo ver terminada la fachada del Nacimiento y sus cuatro torres a punto de culminar.

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