Ironía: «Chema Madoz ha creado un mundo fantástico, de objetos imposibles, repletos de ironía. Un mundo lleno de vida en el que cada una de las imágenes soñadas por el artista es una criatura animada». Así se presenta el recopilatorio de su obra.
Sin título: las fotos de Madoz nunca tienen título. El prestigioso fotógrafo americano Duane Michals es uno de sus mayores fans. «Madoz vive en el interior de un espejo y observa el mundo bocabajo y del revés. Su ingenio me tiene asombrado y entusiasmado. Sin duda, debe de ser el hijo nonato de Borges».
El sueño cotidiano: «Cada imagen de Madoz es un universo. Y el universo de Madoz está hecho de sus propios sueños», dice de él la comisaria Olivia María Rubio. En sus primeras fotos 'utiliza' amigos y escenas cotidianas para sus creaciones.
El horno creativo: Madoz cuenta una anécdota reveladora de su imaginario. De origen humilde, su escuela primaria era la cocina de una vecina que daba clases. El primer día llegó tarde y, como no había sitio en la mesa, la profesora abrió la puerta del horno para que le sirviera de pupitre. «Me senté con mi cuaderno sobre la puerta mirando el interior negro. En ese momento entendí que algunas cosas puedan cambiar de uso y de apariencia muy rápidamente».
La crisis existencial: En 1990, Madoz sufre una crisis. No se siente satisfecho con lo que hace. Un día observa a un señor limpiar unos cristales subido a una escalera. El reflejo inspira esta imagen que da paso a una nueva etapa. En sus fotos no vuelven a aparecer personas. Comienza a recrear imágenes mentales con objetos.
Vivir de ello: Desde 1976 a 1992 Madoz se ganó la vida como empleado bancario, aunque ya hacía fotos y participaba en talleres y exposiciones.
En el 92, con el apoyo de su mujer, Monchi, decidió dedicarse en exclusiva a la fotografía, aunque tardó tres años en ser un trabajo 'rentable'. Fue cuando la galería Moriarty empezó a vender sus fotos por 100.000 pesetas (600 euros).
El reconocimiento: En 2000, Madoz -que ahora tiene 59 años- ganó el Premio Nacional de Fotografía, después de una exposición retrospectiva en el Museo Reina Sofía. Desde entonces no paran de llegarle reconocimientos.
La belleza: «La belleza -dice Madoz-, si es que aparece en mi obra, no es un objetivo primordial. Lo que sí persigo es la reflexión que el público puede hacer del entorno en el que vivimos a partir de unas imágenes».
Es uno de los artistas españoles con más prestigio internacional. Sus fotografías-metáfora resultan tan bellas como inquietantes. Un libro recopila la obra de este ‘Houdini de la imagen’. Por Lourdes Gómez
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