Alcahuetas en París

Una exposición repasa la influencia que tuvo la experiencia parisina de Ignacio Zuloaga sobre su obra y muestra su faceta más europea. Por Suzana Mihalic

El autor: Ignacio Zuloaga y Zabaleta (Éibar, Guipúzcoa, 1870-Madrid, 1945)

Retrato de la España sombría

Llegó a París, capital mundial del arte, con 19 años. Se hizo amigo de Toulouse Lautrec y Auguste Rodin, entre otros. No se dejó contagiar por el simbolismo y el impresionismo, pero en cambio sí sucumbió a la tendencia de buscar lo primitivo. Gauguin lo hizo marchando a la Polinesia, Zuloaga regresó a España y retrató -igual que Velázquez- tipos populares, enanos y mendigos. Hay en él también la sombra de Goya y un halo de tragedia muy española.

1. La composición: vertical y dividida

Zuloaga ha dividido la composición eminentemente vertical de Celestina (1906) en dos partes, cada una con sus propias protagonistas. El lado izquierdo es el que, indudablemente, soporta el mayor peso visual con la prostituta semidesnuda en un primer plano. Es también el lado del cuadro que se sale de la composición, mientras que el derecho está perfectamente adaptado al marco de la pintura.

2. La figura: provocativa

El desnudo, o semi-desnudo, es muy recurrente en la obra de Zuloaga. La figura, con el cuerpo frontal y con la cabeza de perfil, está buscando su rostro en el espejo. La cara, las manos y la pierna están ensombrecidas, mientras que la luz se concentra en el torso, resaltando la desnudez y la sensualidad de la escena. Todo ello reforzado por unos trazos muy finos que ayudan a esculpir las formas onduladas del cuerpo.

3. La perspectiva: juego de espacios

Zuloaga abre la composición a hasta cuatro planos que, sobrepuestos, crean la sensación de perspectiva y profundidad. Hay un primer plano y un segundo, que son el reflejo en el espejo. El tercero está detrás de la puerta acristalada donde conversan dos mujeres, reducidas en tamaño por su ubicación más lejana. El cuarto plano se aprecia a su izquierda tras esa puerta abierta que insinúa otro espacio.

4. Las pinceladas: efecto de madera

Hay todo tipo de pinceladas: desde las muy finas, que parecen dibujos a lápiz, hasta las de pincel plano, como las del suelo. Las paredes están cubiertas con pinceladas a modo de puntos y reforzadas con contornos blancos que acentúan la textura. En la puerta, las pinceladas ovaladas consiguen el efecto de madera desgastada.

5. Las telas: sensualidad

Las mujeres del fondo visten con telas simples y lisas. Podría tratarse de una alcahueta captando a una pupila. La protagonista del lienzo ya se dedica al oficio. Lleva un manto espectacular bordado con motivos florales. Es la única prenda que cubre su cuerpo a excepción de una pinza del pelo y tres anillos dorados. Tras ella se ve lo que podría ser el edredón de su cama.

6. El tocador: altar con flores

El pintor otorga una importancia especial al tocador. Le adjudica unas patas exageradamente altas y lo adorna con un bodegón de flores de diferentes colores. Pinceladas desordenadas forman pétalos de rosas. La mayoría de las flores están esparcidas salvo tres, la que está en un jarrón improvisado, la que se refleja en el espejo y la que sujeta la mujer en su mano derecha.


PARA SABER MÁS

Fundación Mapfre: Zuloaga en el París de la Belle Époque. 1889-1914. Hasta el 7 de enero de 2018.

"conocer","arte"