El Ballet Nacional de España cumple 40 años custodiando una riqueza única en el mundo: la danza española en todas sus vertientes. Nos colamos en un ensayo del BNE y conocemos a sus bailarines . Por Diego Bagnera / Fotos: Carlos Luján
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Todo empezó, como tantas cosas en la España contemporánea, hace 40 años. Eran tiempos de transición. De poner en pie un país nuevo y abierto. En ese contexto se encargó al mítico Antonio Gades la creación de un ballet nacional que custodiara, rescatara y actualizase un riquísimo repertorio de danzas españolas en peligro de extinción: el flamenco, el folclore (jotas, sardanas, muñeiras…), la Escuela Bolera, la danza clásica española y la danza estilizada.
Cuatro décadas después, estos géneros brillan saludablemente en una compañía que ya representa en España -y, crecientemente, en el mundo- lo que los ballets centenarios de la Ópera de París, la Scala de Milán o el Mariinsky de San Petersburgo. Capaz de conquistar a públicos y a críticos por donde pasa y de lanzar a figuras como Joaquín Cortés, Antonio Canales, Aída Gómez, Lola Greco o Antonio Márquez, el BNE está dirigido hoy por otra de las grandes figuras criadas en sus filas: Antonio Najarro.
Asumir Riesgos
Madrileño del 75, Antonio Najarro entró al BNE con 22 años y pronto alcanzó la cima: bailarín principal. Con solo 24 se vio también reconocido como coreógrafo de la compañía. Tras 4 años, en el 2000, dejó el cuerpo para dirigir su propia compañía y desarrollarse como creador, teniendo por bandera la fusión de la danza española con otros géneros. Con esa misma impronta volvió al BNE una década después, esta vez como director. Ganó su plaza en concurso público con solo 34 años y un proyecto ambicioso que lleva ya 7 de andadura.
«El respeto a la tradición no tiene por qué encarnarse en una visión conservadora. Hay que arriesgar. ¿Por qué no bailar en la Fashion Week?»
Ecléctico y apasionado, Najarro se vacía en su obsesión: llevar la danza española hasta el último rincón del mundo, fusionándola con los lenguajes contemporáneos para dar visibilidad a uno de los mayores tesoros culturales -y comerciales, subraya- de nuestro país. «No lo digo en plan histórico, institucional; hablamos de un lenguaje actual y supermoderno del que hoy tiran la moda y los cantantes más revolucionarios en sus vídeos y sus puestas en escena. Hay que lograr que quienes nos dirigen vean en nuestra danza un recurso real, de ingreso de dinero, una vitrina muy potente. Y necesitamos hacerlo con las armas actuales de la moda, el cine, la gastronomía… El respeto a la tradición no tiene por qué encarnarse en una visión conservadora. Todo se puede conservar, pero todo hay adaptarlo y actualizarlo. Hay que arriesgar. Acertarás y fallarás, pero hay que arriesgar. Si no, te quedas aquí cómodo, cuidando la tradición, cobras tu sueldo y ya. Y yo no soy de esos».
Najarro no duda por ello en plantar al BNE en la pasarela de la Madrid Fashion Week bailando Escuela Bolera sobre música Björk para la firma Duyos o en convocar al coreógrafo Franco Dragone, del Cirque du Soleil, para que componga un espectáculo sobre Sorolla. No duda tampoco en desarrollar el primer videojuego para niños de danza española o en trabajar con los mejores patinadores sobre hielo del planeta, como el español Javier Fernández, para el que Najarro creó el programa flamenco con el que Fernández se proclamó campeón del mundo.
«Hoy puede venir al BNE cualquier coreógrafo -dice Najarro- que estos bailarines lo van a defender a muerte. No se puede bailar mejor»
A su vez, el BNE ha editado el primer libro de danza española para niños y realiza actividades con enfermos de párkinson o afectados por síndrome de Down. Todo bajo la misma convicción: la danza nos mejora como personas.
¿Para qué sirve la danza?
«Si la sociedad conociera los valores de la danza -asegura Najarro-, el 80 por ciento bailaría. Como hobbie, o de modo terapéutico. Estoy seguro. La danza inculca valores como el compañerismo, el respeto a un superior, el tesón, el esfuerzo, el cuidado físico -es un trabajo aeróbico estupendo-, la nutrición, la ubicación espacial, el sentido del ritmo, el oído… Inculca, sobre todo, la sensibilidad. Y, además, está el poder expresarse a través del movimiento. La danza mueve muchas cosas, y a muchos les permite expresar cosas que de otro modo no pueden. Y eso, cuando eres joven o niño, te hace un clic en la cabeza y te ayuda a desarrollar cualquier actividad desde otro prisma, mostrando más tu personalidad en lo que haces y haciéndolo todo de un modo menos rígido».
Seguir creciendo
Pese a todos sus puntos fuertes, el BNE aún tiene también carencias que le impiden equipararse a todos los niveles con los grandes ballets del mundo. Las principales: no contar con un teatro propio como sede permanente para sus producciones y reconocer a sus integrantes como trabajadores de un cuerpo estable que han ganado una plaza por oposición. No se les debería mantener durante décadas con contratos temporales de un año en los que no se reconoce ni siquiera la antigüedad laboral en caso de no renovación o despido.
«La danza mueve muchas cosas, permite expresar cosas que de otro modo no puedes. Cuando eres joven o niño, te hace un clic en la cabeza»
En condiciones laborales como estas, ser primera bailarina y madre suponía, hasta no hace mucho, jugarse la carrera. «Llevo 16 años en el BNE y unos 5 como primera bailarina -dice Aloña Alonso-. Vivo en Valladolid y voy y vengo cada día: soy mamá de dos niños; Manuela, de 3 años, y Telmo, de 11 meses. Conciliar es muy complicado y duro: a los 6 meses de haber dado a luz, debes reintegrarte no a un trabajo de mesa, sino a ser primera bailarina de un ballet nacional. Encima mi primer parto fue por cesárea. Me puse a trabajar en cuanto pude por mi cuenta y me lo curré sola en casa, por estar cerca del bebé. Con todo, en el plano institucional, se ha mejorado en este tema. Hace años, yo he tenido compañeras a las que han echado sin más. Ahora por lo menos te respetan».
El propio Najarro aporta un tercer elemento que permitiría dar un salto más al BNE: «Un programa de televisión semanal sobre danza española: actual, divertido, práctico, visual… Porque la danza se tiene que ver. Ahora bien, si te respondo como director del BNE, y en un balance de esta compañía, artísticamente mi objetivo -que es emocionar- está muy conseguido, y a cualquier sitio que vamos llenamos los teatros. Pero justamente porque hay tan buen nivel hay que aprovecharlo más. La danza necesita de verdad más apoyos en España. Hay que seguir creciendo».
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