Bailarines del BNE: el valor del esfuerzo
1 José Manuel Benítez, bailarín solista · «Llevo 13 años en el BNE. Lo que más valoro de estar aquí es el trabajo diario –fuera, es muy complicado–, la estabilidad económica y, sobre todo, las funciones ante el público: es incomparable. ¿Lo más duro? Lo mismo: se te puede volver en contra. A veces necesitas parar, y aquí eso no es fácil: debes asistir y rendir. Y hay días en que te levantas y te duele todo. Valoro por eso que he notado en mí una evolución con los años. Es importante. Ese tiempo no me ha jugado en contra. Siempre descubro un reto nuevo».
2 Eduardo Martínez Sáez, primer bailarín · «Entré al BNE en 2002, a mis 18 años. Cada día me duelen cosas distintas, pero te acostumbras, te haces amigo del dolor, lo asumes. Por eso, cuando en deportes que no voy a nombrar otros se quejan… Hombre, ellos tienen grandes sueldos, nosotros no. Pero en España la cultura no es lo que prima. ¿Cómo me preparo para el futuro? Me gusta coreografiar y he estudiado pedagogía para poder ser maestro el día que el cuerpo me diga ‘hasta aquí’. Es duro de asumir, pero tienes que aceptarlo: no vas a bailar para siempre».
3 Aloña Alonso, primera bailarina · «Llevo 16 años en el BNE. Vivo en Valladolid y tengo dos niños: Manuela, de 3 años, y Telmo, de 11 meses. El BNE es un sueño desde que eres niña: la mayoría de las estrellas de la danza española ha estado aquí. Entonces, verte tú haciendo, con los años, los papeles que admiraste en tus ídolos es un sueño cumplido. Incluso ahora, sin dormir, amamantando un bebé, con las carreras que me pego para no perder autobuses y trenes y volver cada día de Madrid a Valladolid, aun así tengo mi recompensa: soy muy feliz bailando».
4 Inmaculada Salomón, primera bailarina · «Llevo casi 12 años en el BNE, entré con 18. El mayor regalo de estar aquí es hacer lo que me gusta cada día. ¿Un modo de despejarme al salir? Bailo salsa. Me encanta. Dirás: ‘¿Más baile?’. Pues sí, bailar sin presión me despeja. ¿Lo mejor sobre el escenario? Mi papel de Electra, el nuevo montaje del BNE: me ha llevado a la felicidad y a la locura extremas. Un antes y un después en mi carrera: 21 funciones y cada una distinta, y todas maravillosas. En el verano volvemos a presentarlo en el Teatro Romano de Mérida».
5 Francisco Velasco, bailarín principal · «Entré al BNE a los 17 años y me cambió la vida, se me abrió el mundo. Y es como mi casa. Ahora, a mis 45, estoy en la fase última. Nuestro periodo productivo es corto y, siendo aún joven, debes reciclarte: enseñas, coreografías. Pero yo, mientras cuenten conmigo y sienta que puedo hacerlo de manera profesional, digna, bonita, quiero bailar, dando lo que da la experiencia. Con la edad, el bailarín da una gama de colores muy bonita en una compañía. He visto mi momento actual en otros, y es de verdad muy interesante».
6 Esther Jurado, bailarina principal · «Llevo 18 años en el BNE. Lo que más valoro de estar aquí son los artistas que he ido conociendo, las experiencias vividas, y también sentir que avanzo, a nivel personal y artístico. Eso es un regalo. ¿Lo más duro? El mantenimiento. Cuesta menos llegar que mantenerse. ¿Lo más bonito? Cada vez que salgo al escenario. En los momentos bajos, a mí me sirve desconectar, buscar paz. Yo, como aquella frase de Lo que el viento se llevó: mañana será otro día. Cuando las cosas no salen, me va bien dejar reposar las cosas».
7 Miriam Mendoza, bailarina solista · «Llevo siete años en el BNE. Y esto de amar lo que haces tiene doble filo: a veces te llevas trabajo a casa, no porque te lo manden, sino porque te implicas mucho. Yo soy casi loca en esto de buscar, no la perfección, que no existe, pero sí de afinar al máximo posible y saber que lo has dado todo. ¿Las comidas? Tengo una buena genética y me puedo permitir algún exceso, pero esto es una forma de vida: mis cuatro piezas de fruta diarias no me las quita nadie, pero si el finde me quiero comer una tostada con nocilla, me la como. El goce es tan importante como el potasio. Si no, te vuelves loca con tanta disciplina».
8 Carlos Romero, bailarín solista · «Tengo 24 años y llevo tres en el BNE. ¿Lo mejor de estar aquí? Contar con una dedicación total a lo que amas en la vida. No todos los que salen del conservatorio tienen esta suerte. Por eso, es una pena cómo están hoy la danza y la cultura en España. Nos falta más difusión. Otro regalo es el público. Cada noche es distinto, e importa tanto el aplauso como la calidad del silencio. Siempre es distinto porque también nosotros estamos distintos cada noche, y eso hace que la relación cambie y pasen cosas diferentes».
9 Débora Martínez, bailarina solista · «Llevo ocho años en el BNE. Entré con 20. Llegar aquí es tu meta cuando estás estudiando. Y para ser un bailarín completo, este es el lugar. Aquí convives con los primeros bailarines, los artistas invitados, con unos referentes muy buenos que te hacen mejorar para, con el tiempo, ser también tú quizá un día un referente para los que vengan detrás. ¿Lo más duro? Trabajar la mente, aprender a motivarte a ti misma: somos 40 y no puedes esperar que alguien esté detrás de ti animándote cada día a vencer las dificultades».
10 María Fernández, bailarina solista · «Llevo seis años en el BNE. Lo que más valoro es poder interpretar un repertorio que han bailado grandes artistas en los últimos 40 años. Es todo un patrimonio cultural. ¿Lo más duro? Las giras largas, de hasta seis semanas, y descubrir que tienes lesiones que se cronifican, y no encuentras su origen. Te pueden tener en un bache del que no sabes salir, y un día sales, y tampoco sabes cómo, si te ha sacado tu cabeza o la rehabilitación. Muchos de nuestros dolores están provocados por nuestra cabeza, estoy convencida».
11 Sergio Bernal, primer bailarín · «Llevo seis años en el BNE. ¿Lo más duro en mi caso? La exigencia del público. Siempre debes entregarte por completo y trabajar duro para cumplir y mejorar las expectativas. Pero eso es también lo que te hace luchar en los momentos bajos: volver a escuchar el aplauso tras una función es mágico, único y tan especial que hace que cada mañana, aun con dolores, te levantes y quieras volver al trabajo. El escenario atrapa al artista. Te da el poder que en tu vida normal no tienes y esa sensación atrapa».
Nos colamos en un ensayo del Ballet Nacional de España -que cumple 40 años- para conocer mejor a algunos de sus bailarines: fibrosos, compactos, flexibles, lucen un estado de forma envidiable Por Diego Bagnera / Fotos: Carlos Luján
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