Doña Juana de Austria: majestuosa, real y sobria

Se muestran en el Palacio Real tesoros artísticos custodiados en conventos; entre ellos, magníficos retratos de la realeza. Por Suzana Mihalic

El autor: Alonso Sánchez Coello (Benifayó, 1531- Madrid, 1588)

Retratos sencillos y muy detallados

Se formó en Flandes con Antonio Moro, afamado autor de retratos. Luego consiguió ocupar un lugar privilegiado como retratista, primero, en la corte del rey Juan III de Portugal y, más adelante, en la de Felipe II de España. Infantas, príncipes, reyes y archiduques posaron para él. Los retrató -muy influido por Tiziano- con sencillez, encuadrados en fondos neutros y destacando con gran detallismo las particularidades de sus ropajes. Es uno de los grandes retratistas españoles.

Alonso Sánchez Coello. Retrato de Dona Juana de Austria. Óleo sobre lienzo. Siglo XVI. Monasterio de las descalzas reales. Madrid.

1. La protagonista: hija, nieta y madre de reyes

Juana de Austria era hija del emperador Carlos V. Su marido, rey portugués, murió antes de que ella diera a luz al futuro Sebastián I de Portugal. Juana regresó a España y fue regente cuando su hermano Felipe II viajó a Inglaterra para casarse con María Tudor. Luego fundó el convento de las Descalzas Reales en Madrid, sede de este cuadro. No se casó de nuevo ni regresó a Portugal: no volvió a ver a su hijo.

2. Género: retrato cortesano

El retrato de medio perfil muestra a Juana de Austria en el centro de la composición mirando al espectador fijamente. La figura está de pie y muestra tres cuartos de su cuerpo en una pose recta, subrayando de esta manera la importancia y la condición social de la protagonista. Alonso Sánchez Coello adoptó su estilo del retrato cortesano de su maestro y predecesor, Antonio Moro.

3. Color: blanco y negro

En este cuadro, titulado Retrato de Doña Juana de Austria predominan el blanco inmaculado y el negro profundo. Únicamente en zonas muy concretas -como en la cara (con los labios constrastantemente rojos), en los ojos claros o en las manos- se rompe este conjunto casi bicromático. El cabello dorado, ondulado y perfectamente peinado, resalta gracias al entorno oscuro en que Coello decide situar a la retratada, para potenciar de esta manera aún más su belleza.

4. Espacio: sin distracciones

El fondo del cuadro es totalmente oscuro. Sánchez Coello no coloca elementos que distraigan la atención de lo importante: la mujer retratada. Aunque no hay un horizonte ni perspectiva, sí apreciamos la sombra de la figura en el lado derecho del cuadro, lo que proporciona una ligera profundidad. La esquina superior izquierda es más clara que el resto del fondo, lo que sugiere un suave foco de luz lateral.

5. Traje: influencia de Tiziano

Con minuciosas pinceladas, Alonso Sánchez Coello consigue plasmar la delicadeza y la transparencia del cuello de lechuguilla, así como de los encajes que rematan las mangas. Queda patente la influencia de Tiziano -que retrató a Isabel, la madre de Juana de Austria- en el cuello largo del que cuelga el medallón. Más opaca es la diadema que corona la cabeza, iluminada en la parte frontal.

6. Las manos: portadoras de símbolos

Las manos desempeñan un papel muy relevante. Su piel blanca las hace resaltar sobre el fondo negro. En la mano derecha, en posición paralela al cuerpo, Juana sujeta unos guantes marrones. La mano izquierda agarra un medallón dorado. Sánchez Coello desvía la atención del espectador hacia este camafeo en el que parece que figura el rostro de Felipe II, su hermano. Estas manos transmiten sobriedad y, a la vez, majestuosidad.

PARA SABER MÁS

Palacio real (Madrid). Exposición. La otra corte. Mujeres de la Casa de Austria en los monasterios reales de las Descalzas y la Encarnación. Hasta el 15 de septiembre.

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