La ‘Dánae’ del Museo del Prado pertenece a la serie ‘Poesías’, que Tiziano pintó para Felipe II, inspirado en ‘La metamorfosis’ de Ovidio. Ahora el Museo del Prado reúne por primera vez las seis escenas de la serie mitológica. Por Suzana Mihalic
El autor: Tiziano Vecellio (1490, Pieve di Cadore – 1576, Venecia)
El pintor veneciano por excelencia
Era el artista veneciano más grande. A los 18 años ya había pasado por el taller de Giovanni Bellini. Pintó para las principales familias de Venecia y Roma y para Carlos V y Felipe II. Pese a ser el pintor predilecto de estos monarcas, nunca pisó la corte española: siempre respondió a sus encargos desde Italia. La relación entre el artista y Felipe II fue, no obstante, muy cercana y sincera. Así lo documentan numerosas cartas intercambiadas con el rey durante los últimos 25 años de la vida del pintor, que murió a los 86 años.
1. El espacio: interior y exterior
En las distintas versiones que Tiziano pintó de este mismo tema, la figura se mantiene idéntica, pero insertada en diferentes entornos. En el primer plano de esta versión, nos adentra en una habitación, con un lecho cubierto con sábanas blancas y flanqueado por pesadas cortinas. Bajo las nubes, la vista se abre hacia una perspectiva profunda con un cielo azul y las montañas verdosas.
2. Dánae: a modo de ‘pin-up’
El desnudo femenino es un género antiguo en la pintura, pero el acostado corresponde al Renacimiento y tiene en Tiziano uno de los primeros representantes fuera del entorno privado. Las abundantes curvas de Dánae en pose receptiva están cubiertas con un tono suave y carnoso, logrado gracias a los ricos empastes con albayalde (blanco de plomo), que le sirven de base para la piel.
3. La composición: anuncio del barroco
Esta obra tardía ya anuncia la sensualidad barroca del siguiente siglo. La escena narra el momento en el que Júpiter se transforma en lluvia de oro para poseer a la mortal Dánae. De esta unión nace Perseo, quien mataría a su abuelo, el rey de Argos. La composición está dividida en dos partes: la fuertemente iluminada y la oscura, una prueba del magistral dominio que Tiziano tenía del claroscuro.
4. La anciana: ansiosa por la juventud
En otras versiones, con Dánae aparece Cupido, pero en esta Tiziano lo sustituye por una anciana. Con sus musculosas manos sostiene su delantal para recoger el oro en un gesto de ansia. Con ello, Tiziano alude a la avaricia y el soborno de Júpiter al comprar el amor con oro, pero a la vez al universal deseo de recuperar la belleza.
5. Contradicciones: lo feo frente a lo hermoso
Llena de contradicciones, la obra fue adquirida por Velázquez durante su primer viaje a Italia. En ella se confronta la juventud con la vejez; la belleza y fragilidad del rostro de Dánae con la fealdad y dureza de los rasgos masculinos de la sirvienta; la desnudez con la figura vestida; el interior con el exterior, así como las posturas de ambas protagonistas: una, de frente al espectador, y la otra, de espaldas.
6. La paleta: esplendor cromático
En sus primeras obras, Tiziano enmarca sus figuras con trazos gruesos, pero en Dánae modela sus formas con el color. La pintura es aplicada con pinceladas breves y deshechas, cargadas con un óleo tan diluido que permite apreciar la trama del lienzo. Mientras el blanco de las sábanas y de la piel interactúa con el brillo del oro, el rojo veneciano oscuro armoniza con los tonos marrones, grises y negros.