En la década de 1920 se expandieron las fábricas, el consumismo y el ocio. Las mujeres se reivindicaron, la ciencia progresó y el arte floreció. Una muestra en el Guggenheim con obras de Otto Dix, Vasili Kandinski, Man Ray, Le Corbusier… recuerda aquella época que guarda ciertas similitudes con los difíciles años veinte del siglo XXI. Por Fátima Uribarri / © Christian Schad Stiftung, Aschaffenburg, VEGAP, Bilbao, 2021/ © The George Economou Collection
Una fiesta con orquesta, soda, whisky, cigarrillos turcos e invitados con mallas de leopardo. Es una de las imágenes de los años veinte del siglo XX, una escena muy de El gran Gatsby. Es cierto que estas juergas se dieron entre los ricos de Nueva York, Londres o París. Pero esa fue una década compleja que, además, guarda ciertas similitudes con los difíciles años veinte del siglo XXI que vivimos ahora. «Nos imaginamos a todos bailando, y no fue así», dice Petra Joos, comisaria de la exposición que el Museo Guggenheim de Bilbao dedica, a partir del día 7 de mayo, a Los locos años veinte, con escenografía de Calixto Bieito y obras de grandes creadores como Otto Dix, George Grosz, Vasili Kandinski, Fernand Léger, Man Ray, Le Corbusier, Piet Mondrian o Max Ernst, entre otros.
El fin de la Primera Guerra Mundial supuso una cascada de cambios importantes. Uno de los primeros afectó a la movilidad.
La Sociedad de Naciones decidió, en 1920, imponer el uso del pasaporte, en el que debían figurar datos detallados de la identidad de su dueño y una fotografía. «Además de regular los viajes, fue un método de control de los ciudadanos», cuenta Cathérine Hug, comisaria de la exposición del Museo Guggenheim. Es curioso porque también ahora, con la COVID-19, es más difícil cruzar fronteras y se aceptan nuevos sistemas de control de los ciudadanos.
Fue una época compleja que guarda ciertas similitudes con los difíciles años veinte del siglo XXI que vivimos ahora
En los veinte, poco a poco se fueron alegrando los ánimos impulsados por la recuperación económica y nuevos progresos e inventos. La cadena de montaje, por ejemplo, fue crucial. Aceleró la producción de las fábricas, de donde salían en serie tostadoras, radios, linotipias, gramófonos… y coches: casi la mitad de los diez millones de los automóviles que circulaban en Estados Unidos en 1924 eran el modelo Ford T, el primer utilitario, disponible por 290 dólares. Ahora también está cambiando el papel del automóvil y ya no es tan esclavo del petróleo.
MECÁNICA CUÁNTICA Y TURBULENCIAS POLÍTICAS
La velocidad lo impregnó todo en la década de los veinte del siglo pasado con el telégrafo, los trenes rápidos, la taquigrafía… Fueron años de progreso científico: se completaron las primeras formulaciones matemáticas de la mecánica cuántica y nació la cirugía plástica, alentada por el aluvión de mutilados en la guerra. Fueron también años de turbulencias políticas.
Los bolcheviques se asentaron en Rusia; Benito Mussolini entró en Roma con sus ‘camisas negras’ en 1922; y Adolf Hitler intentó dar un golpe de Estado en Múnich en 1923. Tras los veinte millones de muertos y otros tantos millones de heridos de la Primera Guerra Mundial hubo una transformación de la geografía política, se multiplicó el número de estados nacionales, se dieron enormes desplazamientos de población…, y eso hizo que afloraran los miedos. Hay quienes ven paralelismos con el auge reciente del populismo.
Aquella época afianzó la pujanza de Estados Unidos. El american way of life impregnó Europa ayudado por el socorro económico del Plan Dawes. También había un inédito tiempo libre del que disfrutar, regalado por las mejoras laborales (en España se implantó el decreto de la jornada de ocho horas el 3 de abril de 1919), y eso impulsó todo el ocio, como es el caso del cine: Charles Chaplin creó a Charlot; Walt Disney, a Micky Mouse; y El cantante de jazz, primera película sonora de éxito, es de 1927.
Destacaron mujeres como Joséphine Baker, Tamara de Lempicka, Marie Curie, Berenice Abbott o Coco Chanel, que sacó el color negro de la jaula del luto y perfumó la sensualidad de la década. Ellas protagonizaron una importante revuelta: fumaron con descaro, tomaron nuevos roles y conquistaron el voto (en 1920, en Estados Unidos). Surgieron las flappers y contagiaron su desenfado al cine, las revistas ilustradas y los discos de jazz. «Teníamos la sensación de que íbamos a recuperar la felicidad, la libertad y la concentración espiritual que los años nefastos de la guerra y la posguerra habían arrebatado a nuestras vidas», explicó el escritor Stefan Zweig en El mundo de ayer.