Deportes extremos en lugares imposibles
Adicción a las alturas
El lago Rojo, en Croacia, al fondo de una sima de 240 metros, es otro destino para saltadores. Como se ve, incluso a la hora de dormir les gusta andar por las alturas
Adicción a las alturas
El lago Rojo, en Croacia, al fondo de una sima de 240 metros, es otro destino para saltadores. Como se ve, incluso a la hora de dormir les gusta andar por las alturas
En cinco segundos
Los miembros de Pyrénaline practican el rope jump, versión extrema del puenting. Un salto como este en los Pirineos franceses implica siete días de esfuerzo para cinco segundos de vuelo.
La cuerda o la cordura
Adrien Tredez salta en la isla griega de Zakynthos. Antes de lanzarse, los miembros de Pyrénaline taladran las paredes a ambos lados del abismo y tienden un sedal entre ellas con ayuda de un dron. Sobre ese fino hilo se pasan de forma sucesiva cuerdas cada vez más gruesas hasta colocar la definitiva -la más pesada-, a la que irá asegurada la elástica del saltador. El punto de fijación se sitúa a 40 metros de la zona de salto para que Tredez no se aplaste contra la pared.
Hombre-pájaro en París
El paisaje urbano también proporciona adrenalina. Cada año, el grupo de funambulistas SDD Slackline organiza un evento solidario en París. En 2017, Nathan Paulin -campeón y récord mundial, con una travesía de 1662 metros en 1 hora y 15 minutos-recorrió 670 metros por el aire entre la torre Eiffel y Trocadero. Y el año pasado deambuló por el skyline de La Défense, centro financiero de la ciudad, durante seis horas.
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