¿Hay vida en otras galaxias? ¿Cómo ocurrió el Big Bang y qué pasó después? El telescopio James Webb, el más ambicioso construido hasta hoy, permitirá volver la vista atrás hasta el origen mismo del universo. Será lanzado en 2018. Por Daniel Méndez / Fotos: Desiree Stover y Cordon Press
• ¿Qué sabemos -a ciencia cierta- del universo?
Menudo veranito le espera al telescopio James Webb. Menos mal que, pese al nombre humanizado (un homenaje a un renombrado director de la NASA, figura clave en la gestación del proyecto Apolo), las máquinas ni sienten ni padecen.
Porque mientras tantos de nosotros disfrutamos del sol y las playas, este gigantesco telescopio lleva días encerrado en una inmensa cámara estanca del Johnson Space Center, en Houston (Texas), sometido a una temperatura extrema: -262 ºC. Allí permanecerá 93 días, hasta que se compruebe que tanto los espejos de esta gran estructura como sus sofisticados dispositivos electrónicos soportan temperaturas similares a las que se dan en el que será su ‘hábitat natural’: el espacio.
Los espejos del telescopio Webb están recubiertos por una fina capa de oro que potenciará la reflexión
¿Hay vida ahí fuera? El Webb está llamado a sustituir al telescopio espacial Hubble, que, con 26 años en órbita, se está acercando a la edad de jubilación: en 2021 dejará de funcionar. Pero antes de dar el pistoletazo de salida al Webb -será el telescopio espacial más grande jamás construido-, hay que asegurarse de tener todos los cabos bien atados: el margen de error es nulo. Si el Hubble se mueve en una órbita ‘cercana’ a la Tierra -a 568 kilómetros de altitud-, el Webb se situará a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, en el llamado L2, o Lagrange 2, donde las gravedades de la Tierra y el Sol logran un equilibrio que mantiene los objetos en la misma posición aproximada, una localización buena y segura para el Webb. En cualquier caso, si algo fallaba en el Hubble -y alguna vez ocurrió- un transbordador espacial podía llevar a un equipo de ‘manita’ a repararlo. Con el Webb será inviable.
Desde allí, desde L2, está llamado a revolucionar nuestros conocimientos astronómicos. Dotado de 18 espejos hexagonales ensamblados como si formasen un panal, el Webb funcionará como una inmensa máquina del tiempo. captará la luz infrarroja de las primeras galaxias formadas hace miles de millones de años.
Aunque suene a ciencia ficción, es relativamente sencillo: la luz tarda en viajar por el espacio. A la luz de la Luna le lleva 1,3 segundos recorrer los 390.000 kilómetros que la separan de la Tierra. La luz del Sol -a 150 millones de kilómetros de nosotros- tarda 500 segundos. Y eso que estas son distancias cortas. la galaxia más cercana es Andrómeda y está a unos dos millones y medio de años luz de nosotros. Si un dispositivo captara su luz hoy, vería cómo era hace 2,5 millones de años…
El telescopio Webb es siete veces más grande que el Hubble y tiene 100 veces superior
El Webb permitirá entender así cómo se formaron estas galaxias, y las estrellas que las «habitan» y los sistemas solares que surgieron en torno a ellas. Buscará también restos de vapor de agua y otros químicos en los planetas que existen más allá de nuestro sistema solar (esos exoplanetas que, gracias al Hubble, sabemos ahora que se cuentan por miles). Así permitirá analizar si alguno de ellos pudo -o podría- albergar vida. Pero su visión infrarroja permitirá conocer también datos de nuestro propio sistema solar: ¿cómo son las estaciones en Titán, la luna de Saturno? ¿Cómo surgen las auroras de Urano? ¿Puede haber moléculas orgánicas en Urano o Neptuno?
Una pista de tenis
Si el Hubble ya supuso un paso sin precedentes en nuestro conocimiento del universo, el nuevo telescopio -siete veces más grande y con una potencia 100 veces superior- dará un salto (o varios) más allá. Eso sí, habrá que lograr antes lanzarlo al espacio. Un reto tan grande que lleva ya tres años de retraso con respecto a su fecha prevista y que ha visto cómo se multiplicaba su presupuesto inicial hasta alcanzar los 8700 millones de dólares. Dado su inmenso tamaño, el Webb no puede despegar completamente montado. a bordo del Ariane 5, irá recogido en el interior del cohete. A lo largo del viaje (un mes) sus distintas partes se irán extendiendo. Entre otros retos, los científicos de la NASA -con los de la ESA y la Agencia Espacial Canadiense- han debido idear también una estructura del tamaño de una cancha de tenis, que funcione como un escudo térmico.
El Webb buscará también restos de vapor de agua y otros químicos en planetas que podrían albergar vida
Para evitar el calentamiento por efecto de la radiación solar, este escudo de cinco capas de un polímero llamado ‘kaptón’ (utilizado en las mantas térmicas) irá reduciendo la temperatura [véase despiece de arriba]. En la capa inferior, la que ‘mira’ al Sol, la temperatura alcanzará los 85 grados centígrados. En la más cercana al espejo rondará los -223. Las finas capas del escudo térmico se irán expandiendo también. Al mismo tiempo los 18 hexágonos que componen su espejo principal se irán colocando en su posición definitiva a lo largo del viaje.
PARA SABER MÁS
Página web oficial de la NASA dedicada al James Webb Space Telescope
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