Decimos adiós a Eduardo Punset, que estuvo a lo largo de 10 años colaborando con nosotros. Durante esta década, nos informó de los descubrimientos científicos que más le habían fascinado y en 2017, con motivo de nuestro 30 aniversario, y con su natural optimismo, nos contaba los hallazgos que están por venir. Por Eduardo Punset
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Los últimos 30 años han sido fascinantes, pero el futuro promete serlo aún más. Si algo me ha quedado claro durante estas décadas, y, sí, no me canso de repetirlo, es que cualquier tiempo pasado fue peor. Me lo dijo textualmente Steven Pinker -un psicólogo experimental y científico cognitivo del que he hablado en varias ocasiones desde estas mismas páginas-, pero me lo han demostrado con sus resultados, avances e ideas geniales los cientos de científicos que he tenido la oportunidad de conocer a lo largo de mi vida. Para poder hacernos una idea de todos los avances que podremos ver en los próximos años, no está de más recordar algunos de los que se han producido en estos últimos 30 años y que han modificado para siempre la forma en la que vivimos y en la que nos vemos a nosotros mismos como parte del universo.
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Internet y el adn
Es casi obligado comenzar por Internet. Hasta que Tim Berners-Lee y Robert Cailliau lanzaron la primera página web, en 1992, pocos inventos habían transformado tan profundamente la sociedad como Internet: los modelos de negocio, los servicios, las finanzas, los medios de comunicación, las relaciones humanas… Si para los mayores de 30 años resulta difícil imaginar un presente sin Internet, imagine para los nativos digitales.
El impacto de Internet en nuestra sociedad es algo que casi nadie con un teléfono inteligente en la mano cuestiona. Sin embargo, hay otro hallazgo reciente que no suele apreciarse en la misma medida: la secuenciación del genoma humano. Publicar en 2003 la secuencia entera del ADN humano tuvo una doble repercusión. Primero, fue el punto culminante de una larga carrera de hallazgos y de premios Nobel que sentaron, desde mediados de siglo XX, los conocimientos que hoy tenemos en genética y biología molecular. Pero segundo, y aún más importante, representó un punto de inflexión que abrió las puertas de la medicina personalizada y de una nueva biología en la que, más allá de observar, podemos controlar.
No somos únicos
El conocimiento científico nos ha puesto en nuestro lugar en el universo, derribando uno tras de otro los dogmas a los que nos aferrábamos. No somos el centro del universo, sino que vivimos en un planeta cualquiera de una galaxia del montón; hemos evolucionado gracias al azar y a la adaptación al entorno; y por si eso fuera poco, no hemos sido los únicos humanos en pisar este planeta. Paleoantropólogos como Svante Pääbo han demostrado que no solo convivimos con otra especie, los neandertales, sino que incluso llegamos a cruzarnos con ellos.
Y en 2012 conseguimos completar el complejo rompecabezas del modelo estándar de la física de partículas. Hallar la más escurridiza de las partículas, el bosón de Higgs, llevó a construir el gran colisionador de hadrones en Ginebra, un ambicioso proyecto que implicó a miles de científicos de todo el mundo.
Y, no menos importante, aunque más sencillo experimentalmente, hemos podido comprobar que el autocontrol se puede educar. Hace más de cinco décadas, Walter Mischel puso a prueba la voluntad de los niños mediante un sencillo experimento con golosinas, en el que se los retaba a controlarse en su natural pulsión a comerlas. Hizo un seguimiento de los mismos voluntarios durante 40 años y constató la influencia del autocontrol infantil en el comportamiento de nuestra edad adulta. Con una prueba tan sencilla y un riguroso seguimiento puso de relieve el impacto de la temprana educación emocional en la vida futura.
FUSIÓN: ENERGÍA LIMPIA E ILIMITADA
Tenemos a nuestro alcance una fuente de energía limpia, ilimitada y segura, la misma que se produce en el interior del Sol. La energía que se libera en este proceso, denominado ‘fusión’, es enorme. La verdadera revolución energética se dará cuando lleguemos a dominar esta energía, la cual, en palabras del físico Steven Cowley, dejará de ser un recurso para convertirse en conocimiento.
El experimiento al que hay que seguirle la pista…
En la zona francesa de Cadarache, al norte de Marsella, reside la esperanza de nuestro futuro energético. Allí se está construyendo el ITER, el costoso reactor que permitiría obtener energía de fusión a niveles comercializables y que implica a varios países de todo el mundo. La fusión consiste en unir los núcleos de dos átomos para formar uno solo. Este proceso libera una cantidad de energía enorme, pero también requiere mucha ponerlo en marcha, ya que es necesario calentar gas hidrógeno a más de 100 millones de grados. El problema es mantener esa temperatura sin que nada se derrita. Ahí reside el gran desafío tecnológico que intentará vencer el ITER. Si se consigue o no, lo averiguaremos en los próximos años.
EN BUSCA DE LA MATERIA OSCURA
Por muchas que sean las respuestas que nos ha dado la física, no conocemos más que un 5% del universo. Increíble. Las ecuaciones sugieren que hay mucho más de lo que hemos sido capaces de observar y medir con nuestra tecnología, como la materia y la energía oscuras. Desvelar el secreto de ese 95% desconocido es uno de los grandes retos de la física actual.
Una investigación a la que hay que seguirle la pista…
Hay física más allá del bosón de Higgs. Entre las muchas otras investigaciones que se llevan a cabo en el CERN de Ginebra (el centro que alberga el LHC, el colisionador de hadrones), una de las más estimulantes es la que busca dar con evidencias de algo que los científicos denominan ‘materia oscura’. Nunca se ha visto ni detectado, pero diversas teorías apuntan a su existencia y se estima que representa un 27% de cuanto hay en el universo.
«A día de hoy solo conocemos el cinco por ciento de nuestro universo»
La búsqueda del CERN en esta línea se complementa con otros proyectos como el experimento Xenon, un detector hipersensible de materia oscura situado en la zona del Gran Sasso (Italia). Este experimento se ha diseñado para detectar las llamadas ‘partículas masivas de interacción débil’ (WIMP, por sus siglas en inglés). Hoy son partículas hipotéticas, pero de interaccionar con la materia ordinaria, por nimia que fuera esa interacción, nos abrirían una gran puerta para adentrarnos en ese universo aún desconocido.
DETENER EL CÁNCER Y LA DIABETES
La esperanza de vida en los países libres de conflicto crece a una tasa de dos años y medio cada década. Lo hemos logrado frenando la mortalidad infantil y aumentando nuestra vida no reproductiva. Pero aún no comprendemos bien los factores genéticos y ambientales que causan enfermedades tan complejas como el cáncer o la diabetes.
El hallazgo al que hay que seguirle la pista…
Conocer el genoma humano nos enseña a entender mejor la enfermedad. Pero los genes no lo son todo. Al genoma se superpone la epigenética. Gracias a ella podemos entender de qué modo factores ambientales, la alimentación o los hábitos de cada persona modulan la expresión de ciertos genes. Las enfermedades complejas como el cáncer se deben en parte a una genética anómala en la que el factor ambiental también juega partido. Proyectos como el Epigenoma Humano permitirán fabricar fármacos y combatir estos males de modo cada vez más personalizado.
NANOTECNOLOGÍA: EL PODER DE LO DIMINUTO
Hoy sabemos ya cómo manipular el mundo ‘nano’, el de los átomos y las moléculas, pero aún nos queda un largo camino para comprenderlo bien. Solo así podremos hacer realidad el enorme potencial de sus aplicaciones en la investigación, el transporte, la medicina y el ocio.
El material al que hay que seguirle la pista…
Del dominio del mundo ‘nano’ deriva la revolución tecnológica impulsada por los nuevos materiales. Su abanderado es el grafeno.
Compuesto por carbono puro, como el diamante o el grafito, el grafeno es flexible, muy conductor e increíblemente resistente, mucho más que el acero. Sus propiedades son fabulosas. En realidad, solo falta dar un paso: aprender a producirlo en cantidades industriales. Muchas empresas están invirtiendo en ello.
DESVELAR LOS MISTERIOS DEL CEREBRO
Alguien me dijo una vez que conocemos mejor el universo (del que solo hemos podido medir un cinco por ciento, recuerde) que nuestro propio cerebro. Tanto es así que el sufrimiento mental es algo que todavía se nos escapa y, ahora que vivimos más años, enfermedades neurodegenerativas asociadas al envejecimiento, como el alzhéimer o el párkinson, se han convertido en una amenaza propia de la edad.
La investigación a la que hay que seguirle la pista…
Junto con la biomedicina, otra disciplina totalmente multidisciplinar es la neurociencia. Profesionales de todo tipo aúnan esfuerzos para desvelar los enigmas que entraña el cerebro humano, algunos con iniciativas tan ambiciosas como las lideradas por el sudafricano Henry Markram o el madrileño Rafael Yuste. Con su Human Brain Project, Markram pretende simular al máximo detalle un cerebro mediante supercomputación. Las funciones y los miles de conexiones de los 85.000 millones de neuronas se asignan al mismo número de microprocesadores. Lo que está haciendo Markram es construir un cerebro artificial que integre buena parte del conocimiento neurocientífico. Yuste, por su lado, dirige la Brain Initiative desde Columbia, una apuesta para trazar un detallado mapa de actividad del cerebro que cuenta con el apoyo del Gobierno americano. Ambos intentan generar nuevo conocimiento que nos permita prevenir y combatir las enfermedades del cerebro, a la vez que comprender mejor lo que nos pasa por dentro.
