Un ventilador gigante capaz de simular la potencia destructiva de un huracán sirve a los científicos para intentar salvar vidas y evitar daños multimillonarios. Por Raquel Peláez
Solo en Estados Unidos, los huracanes dejan un centenar de muertos al año, pero, además, los fuertes vientos y las consecuencias que arrastran -inundaciones e incendios- supusieron en 2017 pérdidas de 300.000 millones de dólares. Así que no es de extrañar que inviertan en tecnología para evitarlo.
Detalles como que las puertas se abran hacia fuera en vez de hacia dentro pueden marcar la diferencia
Diseñado para simular vientos que pueden alcanzar una velocidad de más de 250 kilómetros por hora, este enorme ventilador giratorio sirve a los investigadores del Extreme Events Institut, en la Universidad Internacional de Florida, para probar los efectos de los huracanes sobre los materiales utilizados en la construcción de viviendas. Junto a los doce ventiladores que conforman el aparato hay mangueras que lo cargan de agua para simular una lluvia torrencial y, delante, casas montadas sobre una plataforma giratoria.
Tejados destruidos, restos de ladrillos y maderas que antes fueron paredes o ventanas se extienden por todo el suelo en lo que los investigadores han denominado ‘el cementerio de pruebas’. Todo se revisa y se analiza a fondo. «Nuestros datos tienen luego un reflejo en las normativas de construcción», dice Amal Elawady, una de las investigadoras. «Por ejemplo, si la estructura del tejado no está fijada con clavos, sino atornillada y reforzada con tiras metálicas, resiste mucho mejor. También es importante que las puertas se tengan que abrir hacia fuera en vez de hacia dentro, así el viento no consigue abrirlas tan fácilmente». Cada dólar invertido en prevención les ahorra a los propietarios entre cinco y seis dólares en reparaciones, según los cálculos de las aseguradoras.
Todos los años los huracanes hacen su aparición en el sudeste de Estados Unidos entre los meses de junio y noviembre y la mayoría de sus víctimas muere como consecuencia de edificios que se vienen abajo o por objetos que salen volando y actúan como proyectiles. «Cada huracán nos enseña alguna lección nueva -asegura Elawady-. Nuestro monstruo tiene todavía un buen montón de trabajo por delante».
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