Margarita Salas, pionera bioquímica y discípula del premio Nobel Severo Ochoa, ha fallecido a los 80 años en Madrid. 40 años trabajando en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa y  la única mujer que ha ostentado el cargo de director. [Esta entrevista fue publicada el 30 noviembre de 2018] Por Fátima Uribarri

XL. ¿Por qué ha sido la única mujer en dirigir el centro?

M.S. Hay pocas mujeres al frente de instituciones en general. Está mejorando. Acaban de elegir a la primera mujer directora del CSIC.

XL. ¿Cómo le abrió puertas ser discípula de Severo Ochoa?

M.S. Mi director de tesis, Alberto Sols, me admitió porque le llevé una carta de recomendación de Severo Ochoa, que ya era Nobel. Sin embargo, a mi marido -entonces novio-, que hicimos juntos la tesis, lo aceptó directamente, sin carta ni nada…

La ciencia es uno de los campos donde está resultando más difícil acabar con las diferencias laborales entre hombres y mujeres. Margarita Salas lo sabe muy bien: a ella también la ignoraron al principio.

XL. ¿Sufrió la discriminación?

M.S. Sí. Yo no era nadie y no valía nada. Fui maltratada por mi director de tesis, que era un machista.

XL. ¿Y cómo sobrevivió?

M.S. Me lo hizo pasar muy mal. Cuando nos reuníamos los tres, se dirigía solo a mi marido, como si yo no existiera.

XL. ¿Cómo es ahora el entorno laboral en el centro?

M.S. En los laboratorios hay más chicas que chicos empezando. Y en la universidad también hay más de un 50 por ciento de mujeres haciendo el doctorado, pero hay pocas en las carreras de matemáticas y físicas.

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