Nació en una aldea kurda, bajo el régimen del ayatolá Jomeini. Hoy es catedrático en Cambridge y Ha recibido la medalla Fields, el máximo galardón en matemáticas. Por Carlos Manuel Sánchez
Caucher Birkar (Irán, 40 años) pasó su infancia en una aldea kurda, en el límite entre Irán e Irak; primera línea de la guerra que enfrentó a estos países en los ochenta. Mentalmente, hoy vive en otra frontera: la que separa el álgebra de la geometría, una abrupta nación atravesada por curvas, rectas y figuras.
Al final de su carrera viajó al Reino Unido en un programa de intercambio y pidió asilo. Estuvo un año en el limbo burocrático
Nacido en Marivan, un pueblo del Kurdistán, Birkar es el tercero de seis hermanos, hijos de agricultores. En aquella época, el ayatolá Jomeini envió a miles de jóvenes con una llave de plástico colgada al cuello a limpiar los campos de minas cruzándolos a la carrera. La llave, les prometió, les abriría la puerta al paraíso.
Con la amenaza de ser convertido en un hombre antibomba, Birkar iba a la escuela. «No era el mejor ambiente para estudiar, pero mi hermano mayor empezó a enseñarme matemáticas para hacerme ver lo bonito que era resolver problemas por mí mismo». Destacó y fue admitido en la Universidad de Teherán.
En el último año de carrera viajó al Reino Unido en un programa de intercambio y pidió asilo político, por su condición de kurdo, una minoría perseguida. Pasó un año en un limbo burocrático, sin poder estudiar ni trabajar, con un inglés precario con el que no sabía explicarse.
Hoy está casado con una tailandesa, tiene un hijo y es catedrático de la Universidad de Cambridge, aunque sus investigaciones decisivas -por las que ha recibido la Medalla Fields- las realizó en el comedor de su casa.
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