Fotografían al coronavirus: el verdadero rostro del asesino
El coronavirus en una micrografía coloreada. El nombre de coronavirus proviene de las protuberancias que sobresalen de su cobertura y que tienen forma de corona.
El coronavirus en una micrografía coloreada. El nombre de coronavirus proviene de las protuberancias que sobresalen de su cobertura y que tienen forma de corona.
Cuatro coronavirus en su búsqueda de células para poder replicarse. Solo cuando está dentro de la célula, el patógeno puede replicar su material genético.
Una célula muy infectada con partículas del virus (en amarillo) y aislada de una muestra de paciente.
Un grupo de coronavirus penetra en el tejido adiposo. Cada virus puede llegar a crear de una sola vez entre diez mil y cien mil réplicas. En cada proceso de replicación el virus destruye la célula infectada.
Células humanas rodeadas del virus (en amarillo). Una de las líneas de investigación de las vacunas estudia cómo potenciar a las células para que puedan destruir al virus sin dañarse a sí mismas.
Un grupo de coronavirus (en rojo) ataca el tejido pulmonar en una muestra de un paciente aquejado de neumonía a principios de marzo. Los pulmones se obstruyen con las células moribundas, lo que puede conducir al síndrome de dificultad respiratoria aguda.
Imagen de una acumulación de virus en el tejido adiposo que indica una carga viral elevada en un paciente. Una persona con esta carga resulta más contagiosa.
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