Este hombre relanzó una farmacéutica en crisis, se labró fama de impecable en el sector y anunció que sería el primero en suministrar vacunas baratas contra la COVID-19. Pero el CEO de Astrazeneca ha generado tal caos que ha puesto en riesgo la lucha contra la pandemia. ¿Qué ha pasado? Por Markus Becker y Claus Hecking/Foto: James Horan

 ¿Quiénes son los creadores de las vacunas contra la COVID-19?

El 26 de abril de 2020, la científica Elisa Granato da señales de vida desde el más allá. «No hay nada como encontrarse con un artículo falso sobre tu propia muerte», escribe en Twitter. «A todo el mundo, que sepáis que estoy bien», añade.

Solo tres días antes, las imágenes de esta microbióloga de Oxford habían dado la vuelta al mundo. En ellas se la veía sentada en un laboratorio y sonriendo mientras le ponían una inyección en el brazo. Comenzaba en Europa el primer ensayo con humanos de una vacuna recién desarrollada contra la COVID-19.

Con Elisa Granato -y con la falsa noticia de su fallecimiento, atribuido a la inyección recién recibida- arrancaba una desconcertante cadena de polémicas, protagonizada por una vacuna llamada más que ninguna otra a servir como protección universal frente al coronavirus.

Creada por varios de los mayores expertos del mundo y producida por un gigante farmacéutico con las mejores referencias, la vacuna de Oxford/AstraZeneca, rebautizada ahora en Europa como Vaxzevria, lleva muchos meses llenando titulares: pero por motivos muy distintos a los que se pensaba.

Durante la fase de pruebas, por habérseles administrado a los voluntarios cantidades diferentes de la vacuna. Más tarde, por la decisión de algunos países de recomendarla solo para personas de menos de 65 años y, semanas después, solo para mayores de 59. También por la sospecha de que los resultados de los ensayos clínicos son incompletos. Y, además, la farmacéutica lleva meses atrapada en un pulso político entre la Unión Europea y el Reino Unido. La consecuencia es que gobiernos de todo el mundo han retirado total o parcialmente de la circulación esta vacuna.

¿Qué es lo que ha ido mal? La historia comienza en el Departamento de Medicina Clínica de Nuffield, a las afueras de Oxford. El 30 de enero de 2020 -un día antes de la materialización del brexit y un día antes de que se registren los dos primeros casos de COVID-19 en suelo británico- se reúne allí un grupo de prestigiosos científicos.

Todos ellos siguen desde hace semanas las noticias sobre el brote de un virus nuevo en la ciudad china de Wuhan. Entre esas personas se encuentra Sarah Gilbert, una de las especialistas en vacunas más reconocidas del mundo. Gilbert se dedica al estudio de vacunas contra la malaria, el ébola y el MERS y se prepara para la llegada de ‘la enfermedad X’, la próxima gran pandemia.

El caos de Astrazeneca: errores de la vacuna más polémica

Sarah Gilbert es la prestigiosa científica de Oxford que creó la primera vacuna europea. A ella la elección de AstraZeneca para fabricarla le pareció impecable. No solo porque tiene su sede en el Reino Unido, sino porque se comprometieron a suministrar dosis baratas a todo el mundo. @Suttherstock.

Gilbert lleva días analizando el código genético del SARS-CoV-2, y sorprende a sus colegas anunciándoles que podría tener una vacuna en poco tiempo. En esos momentos está embarcada en la segunda serie de ensayos pertenecientes a la fase I del estudio clínico de una vacuna contra el MERS, el síndrome respiratorio de Oriente Medio, enfermedad provocada por un patógeno de la familia de los coronavirus. La científica utiliza adenovirus que causan resfriados en chimpancés y que, modificados genéticamente, le sirven como vectores para introducir en las células humanas las instrucciones de fabricación de proteínas propias del coronavirus. Se trata de un método relativamente novedoso, pero que ya se ha probado con éxito para el ébola.

Unas semanas más tarde, en marzo, los expertos de Oxford tienen lista una primera tanda de la nueva vacuna, adaptada ya al SARS-CoV-2. Oxford comienza a buscar un socio en la industria farmacéutica para poder fabricarla en masa. La primera elección recae en la estadounidense Merck. Sin embargo, el Gobierno británico se muestra reticente: el inquilino de la Casa Blanca es todavía Donald Trump, un proteccionista errático que lo arregla todo con un «America first». Y así fue como en abril de 2020 entró en juego la empresa anglosueca AstraZeneca.

Un repentino interés por las vacunas

Cuando Pascal Soriot se hace cargo de la dirección de AstraZeneca en 2012, la farmacéutica atraviesa un mal momento. Su cotización está estancada. El nuevo presidente impone un cambio de rumbo. En vez de ahorrar, invierte en el desarrollo de nuevos productos. También se lanza a comprar empresas. Es una estrategia muy arriesgada, propia del carácter de Soriot, y funciona: hoy, AstraZeneca es la segunda mayor empresa farmacéutica del Reino Unido.

Pascal Soriot es un hombre de 61 años que creció en un modesto y conflictivo suburbio parisino. A pesar de ello, consiguió licenciarse en la prestigiosa HEC, la Escuela de Estudios Superiores de Comercio de la capital francesa, y empezó a labrarse una brillante carrera en la industria farmacéutica.

En el sector se lo considera un luchador, un hombre que trabaja las 24 horas del día y que no se arredra ante nada. Por eso, casi nadie se sorprende cuando el presidente de AstraZeneca anuncia que se van a hacer cargo de la tarea más delicada a la que se enfrenta el mundo: la producción de las vacunas contra la COVID-19. Y eso a pesar de que su compañía no tiene experiencia en ese campo.

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Aunque AstraZeneca es anglo-sueca, su consejero delegado, Pascal Soriot -nacido en Francia-, vive en Australia. Allí sigue instalado a pesar de la polémica, lo que hace aumentar las críticas.

Para el equipo de científicos de Sarah Gilbert, la colaboración con AstraZeneca es una buena noticia. La empresa tiene su sede en el Reino Unido y una reputación impecable. Además, Soriot se gana a Gilbert y demás colegas con una promesa: AstraZeneca dice estar dispuesta a exportar la vacuna a todo el mundo a precio de coste, entre dos y cinco dólares la dosis. Eso sí, al mismo tiempo Soriot le asegura al Gobierno de Boris Johnson que la mayor parte de la producción se dará de forma temprana y exclusiva al Reino Unido.

Para Soriot, esta estrategia tiene sentido. Si sale bien, se garantiza un lugar en los libros de Historia como el hombre que puso fin a la pandemia. En cuanto a las consecuencias de un fracaso, bueno, sobre esa posibilidad el jefe no se paró a pensar demasiado, aseguran algunos de sus empleados.

En el sector, a Soriot se lo considera un luchador arriesgado. Por eso, nadie se sorprende cuando anuncia que va a producir la vacuna… a pesar de no tener experiencia en ese campo

Pascal Soriot encara la misión como hace con todos sus proyectos: sin dudar. AstraZeneca garantiza a la Unión Europea la entrega de 300 millones de dosis hasta mediados de 2021, y de otros 100 millones al Reino Unido. Un objetivo muy ambicioso.

AstraZeneca produce su vacuna en cuatro fábricas en suelo europeo; dos de ellas, Oxford Biomedica y Cobra Biologics, se encuentran en Reino Unido y otras dos, Thermo Fisher y Halix, en Bélgica y los Países Bajos. Las plantas están gestionadas por empresas subcontratadas, no por AstraZeneca. Y en dos de ellas las cosas empiezan a torcerse desde el principio. Thermo Fisher y Cobra Biologics producen menos vacunas de lo previsto.

Wilbert Bannenberg, experto neerlandés en materia de sanidad, no se muestra sorprendido por las dificultades de la producción. Para las vacunas de vector viral son necesarios cientos de componentes. Y basta una mínima desviación en una sola de las muchas materias primas empleadas para que el producto final resulte inservible.

A finales de 2020 empieza a estar claro que AstraZeneca no va a ser capaz de cumplir con todos sus compromisos. Soriot tiene que decidir a quién va a defraudar: al Reino Unido o a la Unión Europea.

En ese momento, el 10 de Downing Street lo ocupa un primer ministro en horas bajas. Pero, en medio del torbellino de decisiones equivocadas de la primavera de 2020, Johnson tomó de forma instintiva una correcta: la creación de la llamada Vaccine Taskforce, un grupo de trabajo formado por científicos y expertos de reconocido prestigio. La Taskforce aporta instalaciones de producción y envasado, ofrece la participación de cientos de miles de voluntarios en estudios clínicos y una generosa asunción de responsabilidades por los posibles riesgos. Además, en el caso de AstraZeneca, el Gobierno de Johnson se habría comprometido ya en abril de 2020 con 65 millones de libras esterlinas para garantizar los planes de producción de la vacuna de Oxford.

En definitiva, Soriot no se tiene que pensar demasiado a quién va a dar preferencia. Mientras que AstraZeneca solo se ha comprometido con la Unión Europea a «hacer todo lo posible» por entregar las vacunas a tiempo, en el contrato firmado con Londres se recoge detalladamente cómo será esa entrega. En caso de que se produzcan retrasos, los británicos pueden imponer sanciones a la empresa, mientras que los europeos lo más que pueden hacer es buscarse otro proveedor.

AstraZeneca solo se compromete con la Unión Europea a «hacer todo lo posible» por entregar las vacunas a tiempo. El contrato con Londres detalla como será esa entrega y fija sanciones

En Bruselas reina la indignación cuando Soriot comunica a finales de enero que su empresa solo está en disposición de suministrar un tercio de las vacunas prometidas hasta el verano. La decepción de los europeos se transforma en indignación cuando el 24 de marzo inspectores italianos descubren 29 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca cerca de Roma.

Pascal Soriot reacciona a las críticas de una forma poco habitual en él: con nerviosismo.

Cómo Soriot dilapida la confianza de sus clientes

Tras las vacunas de Pfizer y Moderna, Vaxzevria es la tercera en recibir la aprobación de la UE. Ya en otoño trasciende que AstraZeneca ha incurrido en algunas inexactitudes en sus estudios. Por ejemplo, que unos 3000 participantes recibieron media dosis en el primer pinchazo y la dosis completa en el segundo. De todos modos, las mayores críticas llegan por haber calculado un valor medio de la eficacia de la vacuna a partir de los datos de grupos distintos de voluntarios. Y en los ensayos clínicos solo participó un número muy reducido de personas mayores.

Emmanuel Macron, molesto por los problemas con las entregas, va un paso más allá. Sin bases científicas que lo sustenten, el presidente francés asegura que la vacuna de AstraZeneca es «casi ineficaz» en personas de más de 65 años.

Mientras, en Estados Unidos, la vacuna todavía no ha recibido siquiera la autorización del regulador. Los estadounidenses, que ya acumulan motivos de sobra para la suspicacia, encuentran que hay base para pensar que AstraZeneca ha introducido datos desfasados en sus informes, lo que podría traducirse en una distorsión de los resultados.

Lo que implica para la campaña mundial de vacunación

En marzo de 2021 empiezan a circular noticias que amenazan con arruinar definitivamente la confianza en AstraZeneca. Personas de diferentes países vacunadas con Vaxzevria presentan un extraño trastorno de coagulación en el cerebro denominado ‘trombosis de senos venosos’. En Europa son 169 casos; en España, 8 casos. Se han registrado, además, otro tipo de trombos, los abdominales: 53 en Europa, 4 en España. Europa contabiliza el 4 de abril 46 muertos tras ser vacunados con AstraZeneca.

Solo 222 casos en toda Europa, de 34 millones de dosis inoculadas. A la vista de los gigantescos desafíos que el virus representa para los gobiernos del mundo, se trata de una cifra estadísticamente irrelevante. Pero es que la protagonista de las malas noticias vuelve a ser una vez más AstraZeneca. Algunos países empiezan a estar ya al límite de su paciencia.

Pascal Soriot, el presidente de AstraZeneca, parece superado por la situación. O guarda silencio o le cuesta encontrar las palabras adecuadas. Además, lleva desde las Navidades viviendo en Australia con su familia, lo que encaja con la imagen que muchos tienen de su compañía: que el capitán no está a bordo.

Y el último capítulo hasta la fecha es precisamente el que nunca debería darse en una pandemia: personas que hasta ahora tenían sobre todo miedo al virus están pasando a tenérselo también a la vacuna.

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Las crecientes dudas sobre la vacuna de AstraZeneca ya están ralentizando la campaña de inmunización en Europa. Muchos países están vacunando a su población más tarde de lo inicialmente previsto, y en caso de duda se recurre a otra vacuna.

Con todo, las consecuencias podrían ser mucho más graves en otros lugares del mundo. La iniciativa Covax, con la que se espera vacunar a miles de millones de personas en los países más pobres, depende en buena medida de AstraZeneca. Mientras que otras farmacéuticas no colaboran con Covax o apenas ceden un puñado de vacunas, AstraZeneca se ha comprometido a poner a su disposición a lo largo de los próximos meses cientos de millones de dosis baratas y fáciles de almacenar. La vacuna que iba a salvar al mundo cada vez cuenta menos.

El caos de Astrazeneca: los errores de la vacuna más polémica

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