Nos colamos en el rodaje más secreto de la historia
Medidas de seguridad extremas –como protección antidrones y guiones que se autodestruyen– han logrado que las 1200 personas que han participado en los últimos seis capítulos de ‘Juego de tronos’ mantengan el silencio sobre el desenlace de la serie… ¿O no? Un periodista de ‘XLSemanal’ ha viajado hasta Irlanda del Norte, al rodaje, para tratar de descubrir algunas claves del secreto mejor guardado de la historia de la televisión. Por Fernando Goitia
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El elenco al completo de la temporada final de Juego de tronos se reúne en una oficina de Belfast para leer juntos su último guion. Es octubre de 2017, en dos semanas arranca el rodaje en diversas localizaciones de Irlanda del Norte y los actores, poco más de 20, se sientan en círculo, conscientes de la responsabilidad que tienen entre manos.
Por si acaso, David Benioff y Daniel Brett Weiss, creadores y mandamases de la serie, se lo recuerdan a los presentes. Hasta el estreno (año y medio después, el 15 de abril de 2019), todos deberán abstenerse de hacer, decir o mostrar nada –«ni siquiera unas botas en Instagram», concretan– que revele el mínimo detalle sobre los seis capítulos finales que se disponen a leer.
Registrada la advertencia –reiterativa, ya que sus jugosos contratos, hasta medio millón de dólares por episodio, incluyen cláusulas de confidencialidad–, los supervivientes a siete temporadas de intrigas y asesinatos recorren el texto durante horas, dando voz y vida a sus personajes. Lágrimas, piel de gallina; las emociones se arremolinan mientras se miran unos a otros compartiendo reacciones del tipo: «¡hostia, tío!» o «¿en serio?», hasta que, boquiabiertos, ojipláticos, exhaustos todos, el guionista y productor Bryan Cogman lee las últimas palabras.
Al entrar en Invernalia, enciendo un pitillo. Jon Nieve aparece a mi lado y me pide uno. Pero no puedo inmortalizar el momento. Las lentes de mi móvil han sido selladas con pegatinas que será revisadas al salir
«Todos lloramos al escuchar aquello: ‘Final de Juego de tronos‘», cuenta, dos meses después, Emilia Clarke, Daenerys Targaryen en la serie, bajo los muros del gigantesco set donde se asienta Invernalia, escenario clave en la nueva temporada. A su lado, enfundado en la armadura de cuero negro de Jon Nieve tras un intenso día de rodaje, su colega Kit Harington añade que aquel día lloró más de una vez. De hecho, la docena de actores con quienes hablo en dos días de visita a las entrañas de Juego de tronos subrayan las reacciones de Harington al conocer el final. «Fue adorable verlo», dice Clarke, chinchando a su compañero.
Tras ocho años creando juntos la mayor serie de la historia de la televisión –por presupuesto, por audiencia; por impacto–, todos se sienten como una gran familia a punto de romperse para siempre. Disfrutan, con un punto melancólico, del final de algo que no volverá a repetirse. El paisaje norirlandés, verde y neblinoso, que rodea el castillo de la ficticia familia Stark refuerza esa melancolía.
Dies meses para filmar 6 capítulos, a 15 millones de dólares cada uno
La madre de dragones llega al norte
A una hora de Belfast, cuartel general de la serie desde sus inicios, la fortaleza de cartón piedra, madera y andamios se levanta como un sueño medieval entre redondeadas colinas, al final de una inmensa campa poblada de plásticos blancos que, en pantalla, se convertirán en el campamento de un ejército. Poco antes de charlar con Harington y Clarke, resguardados del frío en una caravana, asisto a la última escena del día: Daenerys, envuelta en ese deslumbrante abrigo de pieles blanco con el que vuela a lomos de un dragón en la temporada anterior, entra en el patio embarrado del castillo, empolvado con nieve hecha con jirones de papel.
«Es una de las primeras escenas de la temporada, cuando Daenerys conoce a la familia de Jon, que es ahora su novio. Es una situación difícil para él… –dice Harington, mirando a la mujer de HBO que acompaña al reducido grupo de periodistas–. Y no te puedo decir más». Su respuesta, sin embargo, anticipa problemas con Sansa Stark, hermana de Jon y, según cuenta Bella Ramsey, la actriz más joven de la serie, Lyanna Mormont, su personaje «no está muy feliz ante la llegada de una reina extranjera. Pero no te puedo contar nada más».
«Esto que has visto es una de las primeras escenas de la temporada -dice Kit Harington-, cuando Daenerys conoce a la familia de su novio. Es una situación difícil para él…»
El secretismo de los rodajes anteriores se multiplica en el octavo de forma exponencial. Más de 1200 trabajadores han sido aleccionados para preservar inmaculado el desenlace. «Confiamos en su lealtad. Todo el mundo tiene hermanos, primos y amigos, pero nadie quiere estropearlo», indica la gente de comunicación.
Los periodistas, como es lógico, no gozan de la misma confianza. Al acceder a la fortaleza, Brienne de Tarth, Ser Davos, Ser Jorah Mormont y Lord Varys me salen al paso; enciendo un pitillo, Jon Nieve aparece a mi lado y me pide uno; son ellos, sí, en persona y en personaje, pero no puedo inmortalizar el momento. Las lentes fotográficas de mi móvil han sido selladas con pegatinas que, advierten, serán revisadas al salir.
La inversión es una barbaridad, pero HBO asumió que estaba en juego el legado de la serie
El requerimiento se antoja una minucia comparado con otras medidas de seguridad, propias de una cinta de James Bond. A saber: guiones autodestructibles –que los actores recibían puntualmente en formato electrónico y se eliminaban una vez rodados–, defensas antidrón para derribar espías voladores o nombres en clave para informar de la localización y la escena donde se situaba cada actor. El alias de Emilia Clarke, por ejemplo, era Eldiss, un personaje menor en las novelas de George R. R. Martin, base de la serie. Para el rodaje del capítulo final, la seguridad escaló incluso varios peldaños más, restringiendo el acceso solo a los implicados en cada escena.
Más allá de estas limitaciones, la visión de Invernalia ya revela información relevante. Las dimensiones del castillo, sin ir más lejos, han crecido de forma ostensible con respecto a temporadas anteriores, señal de la importancia capital de este escenario en los próximos acontecimientos. Ante los muros del hogar ancestral de los Stark tendrá lugar una de las apoteosis de la temporada: el enfrentamiento de la alianza de los vivos contra los caminantes blancos, una batalla de proporciones épicas. «La mayor jamás filmada», aseguran los productores.
Y es muy probable que así sea. Rodarla llevó tres meses de filmación en exteriores y varias semanas en los estudios. Semejante esfuerzo es, de hecho, responsable en buena medida de los 15 millones de dólares que, según la revista Entertainment Weekly, órgano oficioso de la serie, ha costado de media cada capítulo.
La inversión se hace evidente en Invernalia, con su nueva torre exterior, la ampliación del patio de armas, muros añadidos, nuevas estancias… «Hemos añadido el 35 por ciento de su superficie. Fueron tres meses de trabajo antes de rodar –revela Tom Martin, un irlandés al mando de la brigada de construcción–. Todo se ha acondicionado para rodar con Steadycam y en algunas habitaciones incluso con pantallas de efectos especiales».
Objetivo: «no cagarla»
La llegada de Daenerys a casa de su amante y aliado Jon Nieve se filma en ese patio ampliado. El aire se siente frío y espeso, cargado por el humo que emana de bidones en llamas. La madre de dragones entra a caballo acompañada de Jon, Gusano Gris, Missandei y unos pocos jinetes. En posproducción brotará tras ellos un ejército, pero hoy la tropa se halla tras las cuatro cámaras que graban la escena. Parte de la secuencia inicial de la temporada, la toma se repite varias veces, por seguridad sobre todo.
La idea, verbalizada repetidas veces por los jefazos Benioff y Weiss, directores del capítulo final, es no reparar en gastos. «No cagarla», sería una traducción más cercana al original. Al fin y al cabo está en juego, más allá del dichoso Trono de Hierro, pasar a la historia; el legado de la mayor empresa televisiva jamás emprendida, un monstruo capaz de convocar a más de 30 millones de personas ante el televisor en la era del streaming.
Esperar tantos años para acabar como Los Soprano o Perdidos, grandes series de final decepcionante, es lo que Benioff y Weiss se han propuesto evitar. Al fin y al cabo, una buena historia siempre acaba juzgada por su final. Razón por la cual rodar apenas seis capítulos les llevó diez meses, trabajando en ocasiones con tres unidades, repitiendo tomas, afilando gestos y diálogos; puliendo durante días escenas que requerían horas.
Esperar tantos años para acabar como ‘Los Soprano’ o ‘Perdidos’, grandes series de final decepcionante, es lo que los guionistas y productores se han propuesto evitar
La consigna es transversal y se aplica también a departamentos como Vestuario, donde se ha creado un ejército desde cero. «Hemos hecho 22.000 trajes de extras para la temporada –revela Kate O’Farrell, supervisora con más de 80 personas a su cargo– y otras 300 piezas para los protagonistas». La armería de la serie, un auténtico museo medieval, también ha hecho horas extras. «Dagas, lanzas, arcos, catapultas, martillos, escudos, ballestas y escorpiones, alabardas, mazas, manguales, armas tribales, espadas de acero, cobre, oxidiana, madera y caucho, las fundas de las espadas…», enumera Natalia Lee, maestra armera.
Un escenario inédito
Estos departamentos tienen su sede en los estudios Titanic, un gigantesco complejo en el puerto de Belfast –parte de los antiguos astilleros donde se construyó el célebre buque– ocupado en exclusiva por Juego de tronos desde 2009. Aquí descubrimos qué escenarios –construidos con polietileno, plástico, aluminio, arenisca, terracota, yeso, papel, espuma, madera…– siguen activos. La pared del Templo del Dios de Muchos Rostros, la sala con el mapa de los Siete Reinos en Rocadragón, con sus dragones grabados en las paredes de cartón piedra; y, cómo no, el salón del Trono de Hierro, permanente en los estudios desde el principio de los tiempos televisivos de Poniente.
Una pista: la superficie del castillo de Invernalia se amplió un 35 por ciento
Aquí se rodó, meses después de mi visita, el último capítulo, del cual apenas se saben dos cosas, cortesía de nuevo de Entertainment Weekly: que hay un escenario inédito en la saga y que aparecen personajes –¡atención fans irredentos de las novelas!– que el enviado de la revista no esperaba encontrar en esa entrega final. Los actores, por su parte, siempre cautelosos, se muestran más que satisfechos con el final. «Es hermoso, ¡colosal!», asegura Liam Cunningham, que da vida a Ser Davos Seaworth. «Cumple con todas mis expectativas. Pero nunca te imaginarás cómo es», añade Iain Glen, Ser Jorah Mormont. Sophie Turner, Sansa Stark, va un poco más allá: «Habrá más sangre, traición y muerte que nunca». Y poco más. Tras casi diez años, tampoco es mucho esperar unos días más.
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