El Führer debía de pensar que ese cambio radical en su régimen alimentario le iba a ayudar a superar su gran pérdida… Por José Segovia
• Amar a Hitler fue un infierno
Hasta mediados de la década de 1930, Hitler disfrutaba de una salud asombrosamente buena si tenemos en cuenta que apenas consumía proteínas. Padecía dolores de estómago crónicos, pero su estado físico era excelente en general.
A raíz de la muerte de su sobrina y amante, Geli Raubal, Hitler se volvió vegetariano
En 1931, a raíz de la muerte de su sobrina y amante, Geli Raubal, 19 años menor que él, Hitler se deprimió tanto que adoptó una estrambótica dieta vegetariana. El Führer debía de pensar que ese cambio radical en su régimen alimentario le iba a ayudar a superar su gran pérdida, recuerda el historiador Ian Kershaw. Otra de las razones que llevó a Hitler al vegetarianismo era su convencimiento de que la carne y sus derivados le producían sudores y flatulencia. Pero, además de las verduras, Hitler también consumía queso, huevos, mantequilla y leche. En 2014, la nonagenaria Margot Wölk, cuyo trabajo era probar los alimentos que iba a ingerir el dictador para comprobar que no estaban envenenados, contó que la comida que le servían a ella y a otras ‘catadoras’ siempre era vegetariana. «Nos daban arroz, fideos, pimientos, guisantes y coliflor». La dieta de Hitler se completaba con setas, papilla de mijo y todo tipo de dulces. En su diario, el ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, describió a Hitler como un vegetariano convencido: «Él cree más que nunca que comer carne es perjudicial para la humanidad».