Un hipódromo en la Castellana de Madrid

El madrileño paseo de la Castellana albergó un hipódromo, demolido en 1933 para construir allí los Nuevos ministerios.  Por Fernando Goitia

Nunca llegó a ser Ascot, pero sí que ejerció como símbolo aristocrático de una época. El hipódromo de la Castellana, un edificio del cual no queda el mínimo rastro en Madrid, fue el principal escenario social de las clases altas durante la Restauración.

1 1902 · El Hipódromo de la Castellana: lugar de encuentro de la alta sociedad madrileña
2 1910 · El Hipódromo de la Castellana existió durante 55 años
3 1911 · El Teniente D. Luis Ramos hablando con el rey Alfonso XIII ante la tribuna regia al empezar el recorrido de la prueba nacional
4 1912 · El caballo Arbiter, del marqués de Villamerjo, que ganó el premio de la Reina María Cristina
5 1913 · D. Eusebio Apat, en su caballo Maspuede, con el que obtuvo el primer premio de la carrera Copa Militar
6 1912 · Inicio de la temporada en el Hipódromo de la Castellana. El público atendiendo el desarrollo de una de las carreras
7 1913 · Ambiente en el Hipódromo de la Castellana durante una de las carreras
8 1915 · Aspecto del Hipódromo de la Castellana durante una carrera
9 1918 · Alfonso XIII y la reina María Cristina en la tribuna regia presenciando las pruebas del l concurso hípico
10 1913 · Entre 1907 y 1932 el Hipódromo de la Castellana albergó el Concurso de Saltos de obstáculos Internacional de Madrid
11 1918 · Un aspecto de la pista durante la celebración de una carrera
12 1925 · Ambiente en el Hipódromo de la Castellana durante la celebración de una de las carreras
13 1926 · Prueba de parejas mixtas en el Hipódromo de la Castellana.
14 1930 · La República lo cerró en 1933 en favor del ensanche de la ciudad.

 El hipódromo de la Castellana se inauguró una semana después de la boda entre Alfonso XII y María de las Mercedes de Orleans, en enero de 1878, y fue echado abajo por la República en 1933. Fueron 55 años que marcaron la historia de España y cuya crónica se narra en un libro El hipódromo de la Castellana (editorial Turner), donde se cuentan los enfrentamientos entre conservadores en el poder y los liberales a cuenta de la obra, o las numerosas visitas al recinto de Alfonso XIII, cuya pasión hípica fue determinante para la pervivencia del hipódromo.

Un lugar que, además de carreras y otras disputas equinas, acogió los primeros partidos oficiales de fútbol de la capital, exhibiciones aéreas, paradas militares o torneos de polo, tenis y golf, espectáculos que deslumbraron a una aristocracia ociosa deseosa de emular a sus pares ingleses, tan dados a asociar el deporte con la elegancia.

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