La economía, y no la política, fue lo que propició el nacimiento de la mafia siciliana, según un nuevo estudio, que coloca los cítricos en el origen del negocio criminal. Por Carlos Manuel Sánchez
El origen de la mafia siciliana es un misterio. Se sabe que apareció poco después de la unificación de Italia (1860-1861). Eran los primeros mafiosi hombres de honor que protegían a los pobres de los desmanes de las tropas piamontesas que habían conquistado la isla? ¿Fue una organización secreta creada para frenar el comunismo? Los economistas manejan ahora otra teoría: una investigación dirigida por el economista Ola Olsson concluye que la Cosa Nostra, los primeros camorristas, surgieron por la globalización del comercio de los limones.
Todo empezó cuando los médicos de la Marina inglesa descubrieron que el limón prevenía el escorbuto, una enfermedad que diezmaba a las tripulaciones en los viajes de larga distancia. Hacia 1870, el Gobierno inglés decidió que se incluirían cítricos en la dieta de los marineros. Otros países siguieron su ejemplo. Pero el limón es un fruto muy sensible a las heladas y solo crece en lugares soleados, como Sicilia. De repente, el humilde limón se convirtió en un artículo de lujo. Y los terratenientes dedicaron toda la tierra disponible a su cultivo. De los 740 barriles que se exportaban anualmente se pasó a 20.000. Y a principios del siglo XX ya eran dos millones de cajas las que llegaban cada año a Nueva York desde Palermo.
Había muchos robos en las fincas. Así que los propietarios contrataron a guardias privados. Estos estaban armados y empezaron a organizarse… y a extorsionar a los agricultores que los habían contratado. En 1872, un tal Gaspare Galati -dueño de unos limoneros- supo que su vigilante le robaba. Quiso despedirlo. Pero fue amenazado de muerte y al final huyó de la isla. La mafia demostró su fuerza.
La mafia nació cuando los terratenientes armaron a los vigilantes de las fincas para protegerlas de los robos, no salió como pensaban
Es una historia que se repite una y otra vez. un producto que se hace global en un lugar pobre, con instituciones débiles –coltán en el Congo, diamantes en Sierra Leona…-, se convierte en lo que los economistas llaman ‘la maldición de los recursos’. Y también es una lección de cómo los flujos comerciales, al margen de la ley, pueden acabar generando organizaciones delictivas muy poderosas, advierte Olsson. En este caso, los limones acabaron propiciando un mercado tan siniestro y potente como el del opio o la hoja de coca. Cuando otros lugares cálidos, como Florida, empezaron a cultivarlos, la economía se estancó. Muchos sicilianos emigraron a Estados Unidos. Y la mafia cruzó el charco. Y ‘exprimió’ otros negocios…
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