Winston Churchill: "Nunca triunfará", sentenció su maestro
Winston Churchill pertenecía a una influyente familia y el colegio Harrow, una de las escuelas privadas más prestigiosas, le abrió sus puertas. Allí destacó como el peor alumno. En 1880, uno de sus profesores escribió: «Es olvidadizo e irregular. Nunca triunfará». Fue primer ministro de Gran Bretaña.
Pablo Picasso: la autoridad no iba con él
Para él, el colegio era un suplicio. Se pasaba el día pensando en cuándo irían a recogerlo y le asustaba la idea de que sus padres se olvidasen de él, por eso les pedía ‘prendas’, como un pañuelo: si querían recuperarlo, tendrían que ir a buscarlo. Era distraído y la autoridad no iba con él, los cuadernos sólo le servían para dibujar y no se estaba quieto. A los diez años, sus cuadros ya prometían.
Thomas Alva Edison. Su profesor dijo de él: "Es un retrasado"
Su capacidad inventiva y su facilidad para llevar a la práctica los avances científicos dieron lugar a 1.300 patentes (su favorita fue el fonógrafo). Edison fue expulsado de su escuela tres veces y su maestro le consideraba ‘un retrasado’. Su único problema era una sordera parcial fruto de la escarlatina.
Albert Einstein con serias dificultades de aprendizaje
Einstein se aburría en clase y odiaba la autoridad. Iba a su aire y acumulaba suspensos en los exámenes más sencillos. Tenía ‘dificultades de aprendizaje’, según sus profesores, pero leía a Kant. A los 16 años lo expulsaron del instituto. Diez años después desarrolló la teoría de la relatividad.
Emile Zola: cero redondo en literatura francesa
Nació en 1840 y es una de las figuras clave de la literatura del XIX. En el Liceo Saint Louis, donde estudió, suspendía repetidamente las asignaturas de alemán y retórica y obtuvo un cero en literatura francesa. A los 24 años publicó su primer libro e inició una carrera meteórica.
Rafael Alberti: las clases de álgebra le sonaban a chino
Odiaba el colegio, y eso que era en el que estudió Juan Ramón Jiménez. «Me escapaba a estudiar los cangrejos de la playa», contó. No le gustaban ni los compañeros ni los libros que les hacían leer y las clases de álgebra le sonaban a chino. Era un chico de letras, pero todavía no lo sabía.
Gregor Johann Mendel: No logró ingresar en la universidad
Fue un fracasado toda su vida. También fue el padre de la genética moderna, pero nadie se dio cuenta hasta después de su muerte. Pasó por la escuela sin pena ni gloria y después decidió que su vocación era la de profesor, pero suspendió tres veces seguidas los exámenes de ingreso. Su examinador en Viena escribió: «Carece de la percepción y la claridad necesaria de conocimientos».
Stanley Kubrick suspenso en todo, excepto en física
Fue uno de los cineastas más admirados, pero de niño nadie lo hubiera dicho. Salvo en física, sus notas eran malas y nada del colegio le interesaba. Sólo le gustaba el ajedrez. No logró acceder a los colleges a los que escribió, pero a los 13 años le regalaron una cámara que cambió su vida.
Arthur Colley Wellesley: "Solo sirve para carne de cañón", advirtió su madre
Nació en 1769. El título de duque de Wellington se lo ganó más tarde en el campo de batalla. Pero de niño prometía poco. Sus notas eran mediocres y su madre lo sacó del prestigioso Eton. No valía para el estudio, así que fue al Ejército, pese a que su madre decía: «Sólo sirve para carne de cañón». Llegó a general, derrotó a Napoleón y fue jefe del partido tory en el Parlamento.
Si en el colegio suspendías todo, la universidad puede ser tu ocasión. Ellos también fueron pésimos estudiantes, pero lograron dirigir gobiernos o idearon inventos revolucionarios. Así les fue. Por R.P.
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