Hitler o la fascinación por sí mismo

Dos recientes biografías sobre Hitler nos descubren nuevos aspectos del dictador. Por R.D.

A la vez que se publicaba el libro de Brendan Simms, Hitler: a global biography, antes de que el coronavirus ocupase todos los titulares, y en la que el autor aseguraba que sus principales enemigos no eran los judíos ni la Unión Soviética, sino el capitalismo y el mundo anglosajón, otra biografía sobre el dictador llegaba a las librerías, Hitler: a life, de Peter Longerich. Elaborada a partir de los diarios de Goebbels -7.000 páginas manuscritas y 36.000 dictadas escritas desde 1923 hasta 1945-, en los que Longerich es experto, y manuscritos del propio Hitler, lo describe de una manera muy distinta que Simms.

Según Longerich, Hitler estaba interesado en su propio poder y no en restaurar la gloria de Alemania. Su nacionalismo y su antisemitismo eran solo una estrategia diseñada con Goebbels, consciente de que ese discurso calaría en una población empobrecida. Pero era un plan tan ensayado como estas fotos tomadas en 1925 por Heinrich Hoffmann, amigo del Führer.

Muestran a Hitler mientras escuchaba la grabación sus propios discursos. Ensayaba los gestos que podían causar mejor efecto en el estrado.

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