Los falsos mitos de Drácula
El personaje histórico ha alumbrado muchos mitos. Todos, falsos. Estas son algunas de las mentiras ensangrentadas. Por R.P/Foto: Cordon
Vlad no vivió en el castillo de Drácula
Lo verán en todos los folletos turísticos y les sonará de varias películas. Es el castillo de Bran, una fortaleza levantada en la frontera entre Transilvania y Valaquia por la Orden de los Caballeros Teutónicos en 1212. La leyenda lo convirtió en el hogar del vampiro. Pero no es cierto. Quizá Vlad pasó aquí algunos días en sus viajes por el país, pero nada más, porque, como todos los gobernantes de la época, nunca tuvo una residencia fija.
Él era valaco, no transilvano
Si hay una región de Europa asociada a un nombre, ésa es Transilvania, en Rumanía. Allí situó Bram Stoker el castillo de Drácula y muchas de sus andanzas, y sus paisajes son los que aparecen descritos en la novela. Vlad III pasó parte de su juventud en esa región montañosa al este de Rumanía, cuando su padre fue desterrado tras perder el trono, pero él siempre se consideró valaco. De hecho, Transilvania, en la época en la que vivió el Empalador, estaba vinculada al reino de Hungría.
La sangre, sólo en las batallas
Ni en los folletines más exagerados redactados para desacreditarlo se dice que Vlad III bebiera la sangre de sus víctimas. Aparece comiendo a la sombra de los empalados, burlándose de los ejecutados o lavándose con su sangre. Pero no que fuera un adicto a la sangre de jóvenes vírgenes, como la duquesa rumana Erzébet Báthory. Fue Stoker quien lo convirtió en un chupasangre, al atribuirle las costumbres propias de los strigoi rumanos y de los vampiros balcánicos.
Empalamientos… por norma
Los códigos legales medievales eran muy severos. Numerosos delitos estaban castigados con la pena capital: el cuatrerismo, la falsificación de moneda, los fraudes, el perjurio, el parricidio… El empalamiento era la forma rumana -y también húngara- de llevar a cabo las ejecuciones de los malhechores, mientras que en el resto de Europa se optaba por la rueda, el cadalso, el fuego o el ahogamiento. Vlad III siguió la norma, aunque quizá se le fue la mano con el número de ejecutados.
Está muerto y enterrado
De que murió no hay dudas. Una lanza enemiga lo mató en 1476. Luego le cortaron la cabeza, le arrancaron la piel, la rellenaron de algodón, la maquillaron y la pasearon por todo el Imperio. Su cuerpo parece que fue enterrado bajo una losa en el convento de Snagov. Durante unas excavaciones realizadas en los años 20, en una tumba se encontró su supuesto cadáver. Lamentablemente, el cuerpo se descompuso nada más levantar la losa, cuando los investigadores aún no lo habían fotografiado.
Drácula, de Bram Stoker es uno de los 196 libros seleccionados para crear ‘La biblioteca perfecta’, la macroencuesta literaria de XLSemanal y Zenda -en colaboración con Endesa- en la que queremos saber qué 101 libros (100 más el indiscutible El Quijote) debe tener una biblioteca que se precie de serlo ¿Lo vas a dejar fuera? Entra aquí y vota.