El águila más alta -y oculta- del mundo
Todo en el águila monera de Filipinas (Pithecophaga jefferyi) se sale de la norma. posada mide un metro de altura -es el águila más alta del mundo-, pesa hasta ocho kilos, supera los dos metros de envergadura, vive hasta los 60 años, sus garras son del tamaño de los colmillos de un tigre, su pico puede matar con facilidad mamíferos de tamaño medio y, a pesar de todo esto, vuela con una agilidad asombrosa entre el laberinto de ramas de la selva. No fue descubierta hasta 1896 y aún hoy son pocos los que la han visto en libertad.
Las aves del terror
El aspecto del picozapato (Balaeniceps rex) recuerda a las llamadas ‘aves del terror’, un grupo de aves prehistóricas ya extinguidas. El pico, ancho como la boca de un cocodrilo, lo utiliza para atrapar anfibios y peces en los pantanosos bosques del este de África. Pese a ser el ave más alta de la Tierra, su vida en terrenos impenetrables hace que pocos la hayan visto en libertad. Recientes investigaciones han descubierto que, de los dos pollos que nacen por nido, el más débil muere a manos de su hermano.
Un padre extraordinario
La extraña apariencia de los tamarinos calvos del Amazonas (Saguinus bicolor) se debe a la ausencia de pelo en la cabeza, lo que les da el aspecto de un inquietante humanoide. Pero, a pesar de lo que puedan parecer, son unos padres extraordinarios. Diferentes machos se ocupan de las crías de la hembra dominante, que lidera el grupo. Practican con frecuencia la poliandria -una hembra copula con varios machos- y suelen tener gemelos.
El arte de camuflarse
Los diminutos embriones que se aprecian en estos huevos transparentes darán lugar a renacuajos de rana azul (Agalychnis annae), una de las ranas más amenazadas de las selvas de Costa Rica. Estas ranas son de hábitos nocturnos, y para mimetizarse con las hojas de la selva, oscurecen su piel según se va poniendo el sol y recuperan su vivo color con cada nuevo amanecer. Para esconder también sus puestas, las pegan a la parte inferior de las hojas haciendo un nido invisible que cuelga sobre algún charco o zona inundada.
El acorazado pangolín
El aspecto acorazado del pangolín arborícola (Phataginus tricuspis), que vive en zonas tropicales de África y Asia, es solo una de sus sorprendentes adaptaciones. Su diminuta boca carece de dientes.
Una larga lengua pegajosa atrapa los insectos de los que se alimenta y su estómago los ‘mastica’ gracias a la arena que ingiere con su lengua. Nocturnos y casi ciegos, pueden andar a dos patas apoyándose en su poderosa cola. En caso de ataque se envuelven sobre sí mismos y se protegen con sus escamas cortantes. Además, emiten un olor terrible.
Garantizar la supervivencia
Los saigas (Saiga tatarica) son los únicos antílopes europeos. Destacan por tener una nariz ancha, larga y móvil que les sirve para calentar el aire gélido de las estepas. Alcanzan los ochenta kilómetros por hora y recorren enormes distancias, pero su adaptación más sorprendente es la madurez sexual de las hembras. A los ocho meses ya pueden dar a luz. En su primer parto siempre nacen gemelos. Cuando la población corre peligro, se reproducen incluso a los cinco meses y paren gemelos de sexos distintos.
Su aspecto extraño refleja unas adaptaciones físicas extraordinarias o un comportamiento fuera de lo normal. Por Fernando González Sitges
Causan asombro, miedo, admiración o risa, pero no dejan a nadie indiferente. Y, sin embargo, lo que estos ‘freakies’ de la naturaleza tienen en común es su trágica situación. todos están en peligro de extinción.
Las imágenes de este reportaje pertenecen al libro ‘Endangered’, de Tim Flach, con texto de Jonathan Baillie, editado por Abrams.