Así fue, paso a paso, la incorporación de los pequeños felinos a nuestra vida. Por Fernando González-Sitges
Hace 6 millones de años. Tras largos procesos evolutivos surge el primer gato. Algunos estudios han determinado que todos provienen de una subespecie de gato montés procedente de Oriente Medio, el Felis silvestris lybica.
Hace 10.000 años (Neolítico). Tras datar en 9500 años la antigüedad de una tumba en Chipre en la que aparecen los primeros restos de un gato, se postula que la domesticación del animal debió de iniciarse en el Creciente Fértil hace unos 10.000 años.
Hace 4000 años. Se cree que la domesticación propiamente dicha, con la aceptación de gatos en las casas como animal de compañía, se dio en Egipto cuando se valoró su papel en el control de roedores y peligrosas serpientes. El gato, entonces, empieza a formar parte de la vida de los humanos.
Hace 2500 años. En Egipto se le da carácter sagrado y se le rinde culto. Se ofrecen gatos como ofrenda a los dioses: en especial a Bastet, primero diosa con cabeza de león y luego con cabeza de gato. La demanda de estos felinos hace que se empiecen a criar multiplicándose su población por millones.
Siglo VIII. Los gatos se extienden por todo Occidente. Se los valora para el control de plagas.
Siglos XIII a XVII. La época más oscura de la especie. Se los considera animales asociados al diablo y a las brujas. Los dueños de gatos pasan a ser sospechosos de brujería en una época en que podían torturarlo y quemarlo públicamente a uno por ello. Se los persigue como seres malignos y solo se salvan gracias a la capacidad de vivir sin necesidad de asociarse a las personas.
Siglo XVIII. El gato vuelve a considerarse una mascota y su número prolifera exponencialmente hasta nuestros días.
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