Una estrategia es capturar el dióxido de carbono de la atmósfera y meterlo donde no incordie. En el mar, por ejemplo. En el proyecto noruego Northern light, el dióxido de carbono ‘recogido’ se inyecta en un depósito de gas ya agotado que está bajo el mar del Norte. Problema: ¿Se mantendrá estanco ese almacén submarino?
En la central geotérmica de Hellisheidi (Islandia), asentada sobre un volcán, capturan los gases de las chimeneas y los reinyectan en el subsuelo, rico en basalto. El gas se va espesando por un proceso natural hasta convertirse en piedras. Así, dicen, queda almacenado para siempre.
La start-up suiza Climeworks fabrica unas instalaciones que capturan el dióxido de carbono del aire mediante filtros de celulosa y compuestos de nitrógeno. Empresas de Estados Unidos y Canadá también producen este tipo de maquinaria, que, de momento, consume mucha energía.
Aviones especiales podrían encargarse de liberar diminutas partículas de azufre muy por encima de las nubes para crear una barrera semejante a una ‘cortina’ o a las cenizas de una erupción volcánica. Eso bajaría la temperatura, pero este recurso espanta a quienes sostienen que los aviones dejan a su paso ‘estelas químicas’ sembradas de sustancias peligrosas que están envenenando el mundo.
Un proyecto australiano pretende abrillantar las nubes situadas sobre los mares inyectándoles partículas de sal para hacerlas más blancas. Es una técnica de gestión de radiación solar, una nueva disciplina.
Voluntarios cubren con lonas blancas el glaciar de Diavolezza (Suiza) para frenar su desaparición. Los lienzos blancos reflejan la luz de sol, por eso varias propuestas sugieren el uso de este color. La situación es grave: la blanca Suiza, sus glaciares y los Alpes se derriten.
Lanzamos a la atmósfera 30.000 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. Hay proyectos que pretenden convertir el CO2 en piedras. La imagen inferior es de dióxido de carbono petrificado.
Proponen colocar muchos espejos que reflejen los rayos de vuelta al espacio. Pintar las casas de blanco también refrigeraría.
Extraer CO2 de la atmósfera por esta vía exigiría arborizar grandes superficies y mucha tierra para cultivar alimentos. La NASA sugiere reforestar el Sáhara.
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