Donde hubo fuego… cenizas quedan. Y esto, tras los incendios en Australia y las erupciones en Filipinas, tiene temibles consecuencias. Por Fátima Uribarri / Fotos: Getty ImagesÂ
Después de los grandes incendios y erupciones volcánicas quedan toneladas de cenizas. Eso tiene consecuencias. «Pueden fertilizar el suelo porque aportan calcio, potasio, magnesio e incluso fósforo. Ese es el factor positivo. El negativo es que pueden contener micronutrientes como manganeso o zinc, que en concentraciones demasiado altas pueden ser tóxicos», explica SerafÃn González Prieto, experto en bioquÃmica del suelo del Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia.
La ceniza provoca problemas respiratorios a la población. Y la que no es arrastrada por el viento o el agua ‘ahoga’ a las plantas a las que sepulta.
Para evitar los efectos nocivos, habrÃa que retirarlas, pero si la cantidad es inmensa resulta inviable. «La solución es estabilizar la capa de cenizas sembrando especies herbáceas de la zona, que crecen rápido y fijan sus raÃces, o alfombrar el terreno con un manto de virutas de madera o paja», explica este experto. Ambas medidas, que a menudo se combinan, protegen el suelo de la erosión. Lo ideal es evitar que las cenizas, que son alcalinas, lleguen al agua porque alteran su pH; y, si la enturbian demasiado, pueden incluso bloquear las branquias de los peces y provocar su asfixia.
Olas de ceniza
Las combustiones parciales de materia vegetal generan hidrocarburos aromáticos policlÃnicos, que son cancerÃgenos. Hay que evitar que lleguen a los cursos de agua potable. AquÃ, restos de ceniza en las playas de Australia.
Nieve que parece arena
Cenizas procedentes de los incendios de Australia han cubierto la nieve de glaciares y montañas de Nueva Zelanda y aceleran su deshielo hasta en un 30 por ciento porque la ceniza oscurece la nieve y refuerza la retención del calor del sol.
Foto principal En la foto, una aldea tapizada con cenizas del volcán filipino Taal.
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