Numerosos mitos rodean a los delfines, como sus presuntas cualidades sanadoras y espirituales, o que algunos se suicidan.
Es verdad que solo respiran voluntariamente (no es un acto automático), pero de ahí a afirmar que cuando consideran que les ha llegado la hora ya no emergen para tomar aire va un trecho…
El responsable de esta visión distorsionada es un controvertido neurofisiólogo, John Lilly, un investigador cuyos métodos de los años cincuenta y sesenta resultan hoy chocantes, como administrarles LSD para ‘expandir’ sus conciencias o darles clases de inglés. Sin embargo, los delfines también tienen muchas habilidades asombrosas, aunque cueste creer algunas.
Su genoma contiene unas 230 mutaciones que han perfeccionado la especie; entre ellas, un interruptor bioquímico que bloquea la progresión de la diabetes. Son muy resistentes a las infecciones y pueden sobrevivir a hemorragias masivas. Michael Zasloff, un dermatólogo, ha estudiado la milagrosa regeneración de sus tejidos. Un ‘mordisco’ del tamaño de una pelota de fútbol cicatriza sin dejar rastro. Y segregan una morfina natural que los ‘anestesia’.
Te puede interesar
¿Llegaremos a hablar con los delfines?