El maletín nuclear de Trump pesa 20 kilos, es negro y de cuero y, desde la Guerra Fría, siempre acompaña al presidente de Estados Unidos. Por Carlos Manuel Sánchez
• Nuevas armas de los bomberos para protegerse de los ataques biológicos
Donald Trump es el único que puede activar el maletín nuclear y poner en marcha 925 cabezas nucleares. Le contamos todos los secretos del maletín atómico.
El maletín atómico está casi todo el tiempo a no más de tres metros de distancia del presidente
Ataque de nariz ensangrentada. Así llaman los analistas de Washington a la nueva estrategia que baraja Donald Trump con respecto a Corea del Norte. En caso de aumentar la tensión, la opción más probable sería que bombardearan con armamento convencional alguna lanzadera de misiles norcoreana. El objetivo: «Humillar a Kim Jong-un sin provocar una guerra atómica», según expertos consultados por Business Insider. Incluso Trump ha ordenado al Departamento de Energía que esté preparado para reanudar las pruebas nucleares bajo el desierto de Nevada, algo que no sucede desde 1993; enviando así un mensaje disuasorio no solo a Corea del Norte, sino también a Rusia y otros adversarios, según revela la revista Time.
¿Pero qué pasaría si es Corea del Norte la que ataca primero? Bruce Blair, exoficial de control de misiles y experto en seguridad de la Universidad de Princeton, explica: «Desde el primer instante, nuestros satélites con sensores de calor detectarían el lanzamiento». La alerta temprana la recibirían las bases militares de Colorado, Omaha y Nebraska.
Minutos 2 y 3
Se identifican la trayectoria y el objetivo de los misiles. Si los equipos confirman que Estados Unidos está siendo atacado, alertan al Pentágono.
Minutos 4 a 6
El Comando Estratégico inicia una teleconferencia con el presidente Trump. Si es de madrugada, los miembros del servicio secreto lo levantan de la cama. Participan también los secretarios de Estado y Defensa y el consejero de Seguridad Nacional. Junto con el presidente, está el encargado del maletín nuclear.
Minutos 7 a 12
Un general de cuatro estrellas del Comando Estratégico informa al presidente de la situación. Trump delibera con sus asesores y toma una decisión.
Minutos 13 a 15
Trump abre el maletín.
Minutos 16 a 19
Si decide lanzar un ataque, el Pentágono le pide que verifique su identidad. Trump saca entonces una tarjeta de plástico conocida como ‘galleta’, donde están los famosos ‘códigos de oro’. Se parece a una tarjeta de crédito y debe llevarla siempre encima. Los códigos están organizados en una lista. Y la mayoría son falsos. El presidente debe saberse de memoria el lugar de la lista donde está el código correcto.
Minuto 20
La orden de lanzamiento se envía a los oficiales de los silos de misilies y de los submarinos. Es un mensaje cifrado de 150 caracteres. En ese instante, la suerte está echada, ya nadie puede vetar esa orden. Al menos en teoría. El general retirado Robert Kehler matizó que, en conciencia, el oficial al mando del lanzamiento «podría cuestionar si la orden es legal, necesaria y proporcional».
La caja de pandora
No es extraño que el maletín se haya convertido en un símbolo fascinante del poder. Para ser una caja de Pandora que puede precipitar el fin del mundo, su apariencia es de lo más convencional. Cuero negro y un armazón de aluminio. Llama la atención su volumen; pesa 20 kilos. Y no contiene ningún botón rojo. Dentro está el Libro Negro, con los posibles objetivos que destruir (75 páginas); otro librito con las localizaciones secretas de los refugios donde se puede esconder el presidente; y una carpeta con diez páginas grapadas que describen el procedimiento que se ha de seguir.
Cinco militares llevan el maletín por turnos, cada uno de una rama de las Fuerzas Armadas. Y no se separan jamás del presidente. Peter Meztger, un exmarine que lo llevó, cuenta que antes fue sometido a prolijos exámenes psicológicos e interrogatorios del FBI y Defensa. «Cuando estaba de servicio, procuraba no pensar que una decisión del presidente puede cambiar el destino de la humanidad. Estás preparado para hacer lo que haga falta». El coronel Buzz Paterson, ayudante de Bill Clinton, comparó el Libro Negro que contiene la lista de potenciales objetivos con el menú de un restaurante.
Las ‘aventuras’ del maletín
La historia del maletín se remonta a la crisis de los misiles cubanos de 1962. El presidente Kennedy preguntó entonces a los militares qué debería decirles para lanzar un ataque nuclear y cómo la persona que recibiera sus órdenes podía verificar que eran auténticas. Un año más tarde, le fue presentado el maletín, que se conoce como ‘balón de fútbol’. Desde entonces, un ayudante con el mencionado maletín jamás se separa del presid ente. El Departamento de Defensa ha alquilado una suite de lujo en la Torre Trump, para el maletín y el personal responsable, a 3450 euros la noche. Y fue muy polémico el selfie que se hizo con el portador un invitado a la villa de vacaciones de Trump, Mar-a-Lago, en Florida.
El departamento de defensa ha alquilado una ‘suite’ de lujo en la Torre Trump, para el maletín y el personal responsable, a 3450 euros la noche
Las anécdotas se suceden. Jimmy Carter se dejó la tarjeta con los códigos en una chaqueta que fue enviada a la tintorería. Bill Clinton la perdió y no dijo nada a nadie durante meses, justo hasta el día siguiente a que estallara el escándalo de Monica Lewinsky, cuando un ayudante le preguntó por ella y le confesó que no sabía dónde la había dejado. «Creo que en el piso de arriba», le dijo. El servicio secreto puso la Casa Blanca patas arriba, pero no apareció. Ronald Reagan tenía al ayudante con el maletín a unos pasos, en la plaza Roja de Moscú, durante su histórica visita a la Unión Soviética para hablar de desarme con su homólogo Mijaíl Gorbachov, que a su vez tenía muy cerca al portador del maletín atómico ruso. Y cuando sufrió el intento de asesinato, Reagan fue llevado a un hospital, donde el personal médico le cortó en pedazos el traje antes de operarlo. La ‘galleta’ apareció después en una bolsa, que encontró el FBI y se negó a devolvérsela a los militares hasta que descartó que se tratase de una prueba del atentado. Cuando Richard Nixon subió por última vez al Air Force One, recién dimitido por el escándalo Watergate, el maletín no montó con él en el avión. Sin que lo supiera, le había sido entregado al vicepresidente Gerald Ford, aunque a Nixon todavía le quedaban unas horas como presidente.
Desde el principio se ha cuestionado la conveniencia de que la autoridad nuclear recaiga sobre una sola persona, a la que se le pueden cruzar los cables en un mal día… «La idea del maletín tenía como objetivo concentrar la autoridad nuclear al más alto nivel y dejarla fuera del alcance de los militares. Había una preocupación latente durante la era Truman de que algún general pudiera usar armas atómicas sin supervisión civil. Así que la línea de pensamiento durante la Guerra Fría era procurar que hubiera un liderazgo sensato. En algún momento empezamos a cuestionarnos esta doctrina», explica Bruce Blair. Y con Trump, más que nunca. De hecho, una iniciativa en el Congreso intenta limitar el poder presidencial en este ámbito.
John F. Kennedy, el primero
El maletín se creó tras una petición de Kennedy durante la crisis de los misiles con Cuba. Luego se simplificó a instancias de Jimmy Carter, que tenía experiencia como comandante de submarinos y sabía que cada minuto es vital.
Barack Obama y la falta de tacto
Barack Obama llevaba en un bolsillo la ‘galleta’ que controla el maletín cuando visitó Hiroshima, donde se lanzó la primera bomba atómica. Fue muy criticado por falta de tacto.
¡Encuentren la ‘galleta’!
Uno de los momentos más confusos con el maletín se produjo en 1981 tras el atentado contra Reagan. Con él sedado, la ‘galleta’ no aparecía y se detectó un movimiento sospechoso de un submarino ruso. Fue una falsa alarma.
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