Nunca es tarde para convertirse en un icono de la cultura pop. Y no es que Ruth Bader Ginsburg no sea importante a sus 85 años. Lo es… y mucho. El documental ‘RBG’, -nominado al Oscar-  narra la vida esta jueza, símbolo de la resistencia. Por L. Gómez / Fotos: Getty Images [Este artículo fue publicado el 11 de octubre de 2018]

Es jueza del Tribunal Supremo de los Estados Unidos desde 1993 (la segunda mujer en lograrlo), pero desde que Donald Trump llegó al poder se ha convertido, además, en un símbolo de ‘la resistencia’. Si ella, progresista, fallase (el cargo es vitalicio), por fallecimiento o incapacitación, el más alto tribunal americano podría bascular demasiado hacia la derecha durante muchos años. Ella dice que puede resistir todavía cinco años más, por lo menos… «Es una decisión que tengo que tomar cada año. Lo dejaré en el momento en que note que empiezan a fallarme las facultades»

Tiene 85 años y, si falleciese, el Supremo bascularía hacia Trump

Su popularidad se debe en gran parte a que es imitada por los humoristas de Saturday Night Live y su imagen se ha convertido en cómic y tatuaje habitual bajo el nombre Notorious RBG (lo de ‘notorious’ por su ‘reputado’ cargo y como homenaje al rapero Notorious BIG, con el que comparte origen en Brooklyn). Por si fuera poco se ha estrenado un documental -nominado al Oscar- que explora en su vida. Pero convertirse en símbolo de la resistencia tiene razones más serias.

ruth bader ginsburg

La jueza fue nombrada por Bill Clinton, pero mostró su enorme empatía con Obama. Solo se ha mostrado exaltada con decisiones del Supremo en casos sobre discriminación racial

Ginsburg se hizo famosa, antes de Trump, por defender los derechos de las mujeres y los homosexuales desde los setenta.

Ahora con 85 confiesa: «He aprendido que hay que disfrutar todavía más de las alegrías que te ofrece la vida, porque no sabes cuánto tiempo te queda» y añade, «una se queda con la impresión de que el tiempo es precioso y que hay que disfrutar al máximo de lo que haces».

Tras la muerte de su marido Ginsburg pasó por momentos muy difíciles, como ella misma cuenta: «Llevábamos 56 años casados, y hacía 60 que nos conocíamos. Creo estar haciendo lo que a él le gustaría que yo hiciera».

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