Alexandria Ocasio-Cortez, la cara más visible de la oposición a Trump

Alexandria Ocasio-Cortez es la figura del momento en Estados Unidos: con 28 años y sin ningún aval político o económico se impuso en las primarias como candidata demócrata a la batalla por el Congreso. El 6 de noviembre, esta neoyorquina de raíces puertorriqueñas puede convertirse en la congresista más joven de Estados Unidos y en la cara más visible de la oposición a Trump. Por Silvia Font

«Esto no es una campaña electoral, esto es un movimiento social», grita Alexandria Ocasio-Cortez subida en una silla de un bar del Bronx. Sus seguidores asienten, muchos impresionados por la energía y el entusiasmo de esta joven neoyorquina de raíces puertorriqueñas que está cerca de convertirse en la congresista más joven de Estados Unidos y en la cara más visible de un movimiento progresista que está emergiendo con fuerza dentro del Partido Demócrata.

«Soy del Bronx. Desde niña he sido consciente de que tu código postal determina tus oportunidades en la vida»

A pocas semanas de la jornada electoral definitiva que decidirá su futuro como representante de los demócratas en el Congreso, Ocasio-Cortez vuelve a las calles de su distrito, el Bronx, para retomar la campaña puerta a puerta que el pasado junio la llevó a destronar en las primarias demócratas a Joseph Crowley, quien no había tenido que enfrentarse a unas primarias en 14 años de mandato. Acompañamos a la candidata mientras recorre el Bronx con medio centenar de voluntarios.

Alexandria no borra en ningún momento la sonrisa de su rostro de facciones suaves y ojos vibrantes. Se para a hablar con las personas con las que se cruza, se fotografía, reparte octavillas y se arrodilla para bromear con los niños.

Su victoria en Junio en loas primarias demócrtas fue una sorpresa. Hasta para ella, como recoge esta imagen del momento en el que se confirma que ella será la candidata al Congreso

Entre su intensa jornada saca un rato para hablar con XLSemanal. «Para mí es un honor pedir el apoyo en mi barrio para presentar a sus ciudadanos en el Gobierno, un honor». El Bronx, dice, «ha empeorado en muchos aspectos en las últimas décadas. Uno de los problemas más importantes es el coste de la vivienda. Hay familias que llevan viviendo aquí varias generaciones y ya no pueden seguir. Y esto pasa en otros barrios y en todo el país».

Ocasio-Cortez sabe de lo que habla. A su familia, la golpeó duro la crisis de 2008. Su padre murió mientras ella cursaba sus estudios de Económicas y Relaciones Internacionales en la Universidad de Boston. Pese a los esfuerzos de su madre por salvar los pagos de la hipoteca de su vivienda limpiando casas y conduciendo un autobús -esfuerzo al que se sumó Alexandria, que tras terminar su carrera tuvo que trabajar al mismo tiempo como educadora en un instituto hispano y en una taquería-, finalmente tuvieron que venderla y su madre se marchó a vivir a Florida, donde hoy trabaja de secretaria.

Vivir entre dos mundos

Pero sin duda, nos cuenta Ocasio, «la experiencia que más ha marcado mi vida tuvo lugar cuando era niña; al ver que mis padres metían todas nuestras cosas en cajas y nos mudábamos a una localidad más al norte, lejos de nuestra familia y nuestra comunidad, porque en nuestro distrito las escuelas públicas no tenían recursos».

Su padre, un arquitecto que había nacido en una familia humilde al sur del Bronx y tenía un pequeño negocio de reformas, y su madre, entonces empleada de hogar, querían para su hija un futuro mejor del que ofrecían las escuelas públicas del barrio. Así que decidieron «cambiar toda su vida para que pudiera tener las mismas oportunidades que los niños de otras partes de la ciudad». Con la ayuda de familiares y algunos préstamos se mudaron a una localidad a las afueras de Nueva York, donde la joven pasó a ser una de las pocas estudiantes de color en un instituto de mayoría blanca.

Licenciada en Económicas y Relaciones Internacionales, su determinación, y sus entusiastas intervenciones públicas la han catapultado en la arena política y en las redes sociales.

Siempre volvíamos al Bronx para estar con nuestra familia -cuenta-. Así que crecí entre dos mundos, siendo muy consciente desde pequeña de que el código postal en el que vives determina tus oportunidades en la vida».
Con sus propios ahorros y la ayuda de becas, Ocasio se costeó sus estudios en la universidad. Dejó de lado su sueño de niña de estudiar Medicina al darse cuenta de que al final todos los problemas para tratar las enfermedades acaban reduciéndose a las desigualdades económicas. Decidió estudiar Economía y aprovechó para ser becaria en el equipo del senador Ted Kennedy, incrementar su experiencia como activista presidiendo la principal organización latinoamericana de la universidad y viajar a África para trabajar en un proyecto de cooperación con mujeres.
Pero lo que realmente moldeó sus ideales políticos fue «la humillante y paralizante experiencia» de ver a su familia endeudada y al borde del desahucio. Fue entonces cuando sus ambiciones profesionales quedaron aparcadas y dieron paso al trabajo detrás de la barra de un bar.

La ahora candidata al Congreso ha hecho, sin embargo, de su experiencia vital su mejor herramienta política. «Yo he tenido que trabajar en un restaurante, pagar un alquiler que no deja de subir, vivir con la ansiedad de no tener seguro médico… Así que entiendo a las personas en esa situación».

Cuestión de números

Su programa electoral también parece hablar en primera persona. Ocasio-Cortez defiende el Medicare for All -un intento de sistema sanitario público universal-; está a favor de desmantelar el ICE, la Agencia para el Control de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos, una ‘patata caliente’ que tiene dividido al propio Partido Demócrata; y aboga por una universidad pública que permita el acceso a estudios superiores a quienes no pueden pagar el carísimo sistema universitario americano.

Una ambiciosa agenda a la que la oposición reprocha no ser realista. Uno de sus principales frentes abiertos es que las cuentas no cuadran y aún tiene que aclarar cómo pretende hacer frente económicamente a sus promesas electorales, estimadas por analistas independientes en unos 40 billones de dólares en diez años. No es que la joven socialdemócrata no tenga propuestas, pero la subida de impuestos que propone supondría, según esos analistas, unos 2 billones de dólares. Todavía lejos de su objetivo.

Ladran luego cabalgamos

«Confrontación ideológica sí, confrontación personal no», aclara la jefa de campaña de Ocasio, Virginia Ríos, que en las últimas semanas ha visto crecer los ataques hacia la candidata, no solo hacia su discurso, sino a su persona. «Aunque esa gente que hace tanto ruido, sin querer, nos está ayudando, porque crece el interés de la gente por conocer a Alexandria, saber qué dice», añade.

«Soy una amenaza para un sistema que perpetúa el racismo y el sexismo. no se espera que mujeres como yo se presenten a las elecciones»

Por su parte, Ocasio-Cortez, que no suele rebatir polémicas más allá del debate político, cree que está en «el centro de la diana» por «ser una amenaza para todo lo que el establishment representa». «Soy una amenaza para el patriarcado y para las estructuras de poder que perpetúan el racismo y el sexismo. Pero el poder nunca te lo dan, hay que reclamarlo», dice a XLSemanal.

Ocasio-Cortez es consciente de que su éxito está vinculado al movimiento #MeToo y a su impacto en la vida política, pero sobre todo destaca lo que ese movimiento implica en la vida cotidiana. «El acoso sexual es algo desconcertantemente habitual, muchas veces tolerado por las propias mujeres de forma inconsciente. Es como cuando entras en un sitio y huele mal, pero te quedas y llega un momento que ya no notas el mal olor. Eso es nuestra sociedad. Estamos acostumbradas a que nos hablen mal, a que nos toquen, a que no nos respeten… Llega a ser frustrante».

Candidata por sorpresa

«No se espera que mujeres como yo se presenten para un cargo electoral», decía Ocasio-Cortez en su vídeo de presentación para las primarias del pasado mes de junio, titulado El valor para cambiar, publicado a un mes de las elecciones y que se hizo viral en las redes gracias en parte a la ayuda de su novio, experto en marketing digital, y que ahora se mantiene totalmente apartado de la vida política de su pareja.
Ocasio había tenido sus primeras experiencias en el terreno electoral como voluntaria en el call center del equipo de Obama en la campaña de 2008 y años más tarde para la campaña de primarias de Bernie Sanders, que perdió frente a Hillary Clinton en 2016.

Un grupo independiente buscó nuevos candidatos de izquierdas al congreso e hizo un llamamiento en televisión. Así empezó su carrera política

Tras la derrota de Sanders, algunos miembros de su equipo decidieron crear una organización, Brand New Congress, con la intención de reclutar candidatos de izquierdas para postularlos al Congreso y el Senado. Uno de los fundadores, Saikat Chakrabarti -un techie de Silicon Valley reconvertido-, hizo un llamamiento público en un conocido show de televisión que dio como resultado una avalancha de candidatos. Entre ellos, una propuesta de Gabriel Ocasio-Cortez, que postulaba a su hermana.

Así fue como un día, a finales de diciembre de 2016, Alexandria recibió una llamada. El BNC quería que fuese la candidata alternativa en el distrito que comprende los barrios del Bronx y Queens, territorio donde casi el 80 por ciento de la población es de color y con bajos recursos, aunque lleva más de una década gobernado por el demócrata James Crowley, un hombre blanco, con gran poder adquisitivo que tiene fijada su residencia a las afueras de Washington.

Oasio es la cara más visible del ala progresista de los demócratas. No tiene problema en hablar de socialismo en un país cuyos partidos se alejan poco del liberalismo económico

Ocasio-Cortez preparó su candidatura sin recibir ni un solo dólar de los Comités de Acción Política ni de corporaciones -como posicionamiento crítico frente a la «maquinaria electoral»-; solo aceptó donaciones de la gente.
Ella y su equipo de voluntarios realizaron en menos de un año 70.000 llamadas y tocaron 120.000 puertas. La joven latina amplió su espectro de voto entre los más jóvenes y aquellos que nunca antes habían votado. Cuando Crowley quiso tomarse en serio a su rival, era demasiado tarde. Aunque hay que reconocerle un buen perder. La noche del 26 de junio, Crowley cogió su guitarra y le dedicó a la reciente ganadora el Born to run, de Bruce Springsteen. La carrera de Ocasio-Cortez no ha hecho más que empezar.

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