El asesinato Olof Palme ha sido uno de los mayores enigmas de la historia del crimen. El ‘best seller’ sueco Stieg Larsson investigó durante años el asesinato. Tras 34 años, Suecia cierra el caso sobre la muerte del primer ministro y señala al publicista Stig Engström, fallecido hace 20 años, como culpable. Por Stephan Maus

La noche del 28 de febrero de 1986 hacía un frío gélido en Estocolmo. Pasadas las once, Olof Palme -el primer ministro sueco- salió del cine acompañado por su mujer, Lisbeth; su hijo Mårten, de 24 años; y la novia de este. Se detuvieron un momento en la calle, cubierta de hielo, y hablaron de ir a tomar un té, pero al final pensaron que mejor se iban a casa, que ya era tarde. Las dos parejas se despidieron. Olof y Lisbeth decidieron recorrer andando los apenas dos kilómetros que quedaban hasta su apartamento. Palme había ordenado retirarse a media tarde a los guardaespaldas. Odiaba esa compañía impuesta.

Larsson dedicó toda su vida a combatir el racismo y el extremismo ultraderechista

Cuando empezaron a andar, una sombra salió de un portal y se acercó a ellos con pasos rápidos. Dos disparos resonaron en la gélida noche y Olof Palme se desplomó, herido de muerte. La sombra se precipitó a la carrera hacia la oscura calle Tunnelgatan, donde una empinada escalera conduce a la parte alta de la ciudad. La sombra se desvaneció entre los 89 peldaños.

El asesinato del primer ministro socialdemócrata conmocionó a Suecia. La utopía del estado de bienestar, arquetipo del denominado ‘modelo escandinavo’, quedó manchada de sangre. Las investigaciones sacaron a la luz una Policía ineficiente y unas instituciones corruptas. El asesino nunca fue descubierto.

Blumen am Palmemordplatz SE, Schweden, Stockholm, 1988-06-29: Blumen und ein Aufsteller am Tatort des Mordes an Schwedens Ministerpraesident Olof Palme Tunnelgatan, Ecke Sveavägen. Auf dem Aufsteller wird der schwedische Geheimdienst Säkerhetspolisen - Säpo - in spanischer Sprache beschuldigt, an der Ermordung beteiligt zu sein. Flowers at SE Sweden Stockholm 1988 06 29 Flowers and a Practitioners at Crime scene the Murder to Sweden Minister President Olof Palme Corner on the Practitioners will the Swedish Secret Service Säpo in Spanish Language accused to the Murder involved to be

El lugar de Estocolmo donde fue asesinado Olof Palme, todavía con su sangre sobre la acera congelada

En las estanterías de los sótanos del cuartel general de la Policía en Estocolmo se fueron acumulando con el correr de los años más de 270 metros de informes. Los investigadores interrogaron a diez mil personas. Aún hoy sigue circulando al menos media docena de teorías sobre el asesinato. Del magnicidio se ha culpado a la RAF (Fracción del Ejército Rojo) y al PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), por no hablar de la CIA o el KGB. El caso se ha acabado convirtiendo en uno de los campos de juego favoritos para los teóricos de la conspiración.

La ‘fiebre Palme’ te atrapa

El periodista y escritor sueco Jan Stocklassa nos espera en el lugar de los hechos. Junto a sus pies hay una placa de bronce que recuerda que aquí fue asesinado Olof Palme. El periodista lleva mucho tiempo dándole vueltas al caso. Cuando la ‘fiebre Palme’ te atrapa, ya no te suelta. La persona que consiga resolver el caso pasará a la historia del crimen. ¡En algún lugar tiene que estar la clave del misterio del siglo!

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El periodista sueco Jan Stocklassa ha retomado la investigación sobre Olof Palme donde la dejó Larsson y lo cuenta ahora en un libro

Stocklassa llegó al caso de forma casual. Su primera intención era escribir un libro sobre qué hace que un lugar concreto se convierta en escenario de un crimen. Durante su investigación se topó con el caso de Alf Enerström. Este médico sueco desequilibrado vivía en un apartamento de Estocolmo en el que había tenido lugar un famoso asesinato triple durante la década de los años treinta del siglo XX. El propio Enerström disparó años más tarde a una agente de Policía. ¿Hay algo parecido a una maldición ligada a los lugares donde se ha cometido un crimen?

El desarrollo de las investigaciones sacó a la luz una Policía ineficiente y unas instituciones corruptas. Interrogaron a diez mil personas. El asesino nunca fue descubierto

La figura del doctor Enerström fascinó al periodista. El médico no solo había asesinado a un policía en 2003, también era uno de los sospechosos del asesinato de Olof Palme. (Durante los interrogatorios llegó a decir: «Matar a Palme no era solo hacerle un favor a Dios, sino también hacer un favor al país»). A partir de ese momento, Stocklassa quedó infectado por la ‘fiebre Palme’. Para investigar las conexiones de Enerström con la ultraderecha, se puso en contacto con una experta en movimientos extremistas, Anna-Lena Lodenius, que le permitió consultar su archivo.

Stocklassa encontró entre aquellos documentos un perfil completísimo sobre Enerström. El periodista preguntó quién había elaborado aquel informe. Anna-Lenna respondió: «Stieg Larsson». ¿Stieg Larsson? ¿El autor de la trilogía Millennium? ¿El hombre fallecido de un infarto poco antes de la publicación de sus novelas en 2004 y que no pudo presenciar su enorme éxito? Sí, ese Stieg Larsson.

El material que reunió Larsson durante su investigación del asesinato de Olof Palme le dio claves para escribir su best seller Millennium

Mucho antes de convertirse en autor de best sellers, Stieg Larsson escribió un libro sobre la ultraderecha en colaboración con Anna-Lenna Lodenius. Stocklassa descubrió que la revista antifascista que Larsson fundó en 1995, Expo, todavía conservaba material del escritor. Rebuscando entre sus papeles descubrió una colección de carpetas con más anotaciones, bocetos e informes sobre el asesinato de Palme.

La conexión sudafricana

Stieg Larsson se enteró del asesinato de Olof Palme la mañana del 1 de marzo de 1986. No pudo evitar echarse a llorar. Admiraba al primer ministro. Al día siguiente se acercó al lugar de los hechos. En aquella época trabajaba de infógrafo para la agencia de noticias TT y le habían encargado una infografía sobre el escenario del crimen. No tardó mucho en embarcarse personalmente en la caza del asesino.

Poco a poco fue haciendo contactos dentro de la Säpo, el servicio de inteligencia sueco. Así supo que las pistas más potentes conducían a la ultraderecha. Aquel era un mundo que conocía bien. El periodista colaboraba con Searchlight, una revista antifascista del Reino Unido. A través de Searchlight supo que agentes de los servicios secretos sudafricanos podían haber orquestado un complot para acabar con el primer ministro sueco.

FILE 860221 Oliver Tambo and Swedish Prime Minister Olof Palme. The ANC leader met Palme in Stockholm at the opening of the Swedish People's Parliament against Apartheid. It is 25 years since former Swedish Prime Minister and Party Leader of the Social Democrats Olof Palme was shot to death at the Sveavägen street in central Stockholm, February 28, 1986. Photo: Peter Berggren / SCANPIX code 6

El primer ministro sueco Olof Palme junto al activista sudafricano Oliver Tambo, en una acto contra el apartheid

Palme siempre había sido muy crítico con el régimen del apartheid. Además, quería limitar el comercio de armas con Sudáfrica. Searchlight recibió más información que apuntaba a que un antiguo oficial sueco, Bertil Wedin, podría estar detrás del asesinato. Wedin trabajaba para la inteligencia sudafricana. Todo encajaba. La sospecha de Larsson era que agentes sudafricanos habían planeado el asesinato de Palme y encargado su ejecución a los ultras suecos.

Larsson comunicó los resultados de sus investigaciones a la Policía en 1987. La pista sudafricana no era nueva, pero hasta ese momento nadie había expuesto con tanta claridad la vinculación de los servicios secretos sudafricanos con la extrema derecha. Y nadie había interrogado nunca al agente Bertil Wedin.

Stieg Larsson Olof Palmer

Stieg Larsson dedicó toda su vida a combatir el racismo y el extremismo ultraderechista.

Tras dedicar mucho tiempo al asesinato de Palme, Larsson empezó a darse cuenta de que aquel asunto se le iba de las manos. Era prácticamente imposible de abarcar. Comprendió que solo había una forma de presentar crímenes complejos y, a la vez, desvelar los aspectos más sombríos de una sociedad: recurrir a la imaginación, es decir, inventarse sus propios crímenes. Así es como empezó la carrera de escritor de Stieg Larsson. En sus thrillers pudo utilizar todo lo que había aprendido durante la investigación del caso Palme.

El eslabón perdido

Aunque Larsson dejó el caso Palme, nunca llegó a aparcarlo del todo. Así que a Stocklassa, que había leído todos sus informes, no le fue difícil continuar con el rastro. Los resultados de su investigación aparecen recogidos en un libro que se publica estos días en varios países europeos.

Stocklassa no tardó en dar con un extraño personaje de la extrema derecha que, en la época del asesinato de Palme, era un joven admirador del médico Alf Enerström. En el libro le da el nombre de Jakob Thedelin. Para Stocklassa, es el eslabón definitivo que une el complot criminal sudafricano con la ultraderecha sueca.

La sospecha de Larsson era que agentes sudafricanos habían planeado el asesinato de Palme y encargado su ejecución a los ultras suecos

El investigador realizó una radiografía en profundidad de su figura, hoy integrada en el populista partido de los Demócratas Suecos. Estudió su perfil de Facebook y entre sus contactos descubrió a una mujer checa. Se comunicó con ella, la visitó en Praga y le habló de las investigaciones que realizaba. La mujer resultó tener un carácter aventurero y se ofreció a ayudarlo. Stocklassa la llama Lída para proteger su identidad.

Lída viajó a Suecia. Una vez allí, Stocklassa le entregó un rastreador GPS y una cámara oculta. Así equipada, concertó una cita con Thedelin. La trampa funcionó. Thedelin estaba obsesionado con el asesinato de Palme y acompañó a Lída hasta la tumba del primer ministro, donde escupió sobre la lápida.

Mientras, Stocklassa siguió la pista sudafricana. Compró un bolígrafo con cámara oculta y voló a Chipre, donde había localizado a Bertil Wedin. Agente y periodista quedaron en verse. Pasaron horas bebiendo cerveza y charlando. Jan lo grabó todo a escondidas, pero el agente secreto negó cualquier implicación en el asesinato.

Las pesquisas de Stocklassa cada vez se iban pareciendo más a un thriller de Stieg Larsson. Lída, por su parte, recurrió a un hacker, en lo que también recuerda a Lisbeth Salander, la intrépida protagonista de las novelas de Larsson. Gracias a este contacto, poco tiempo después pudo enseñarle a Stocklassa varios correos electrónicos que demostraban que Jakob Thedelin tenía contacto con el exagente Bertil Wedin. Para Stocklassa, esta es la prueba de que el rastro del asesinato de Palme lleva directamente de la extrema derecha sueca a Sudáfrica.

Stocklassa ha llegado al convencimiento de que Jakob Thedelin fue una marioneta en una conspiración urdida por los servicios secretos sudafricanos, un patán que no sabía para quién estaba trabajando.

El periodista siempre ha confiado en encontrar el arma homicida. Sospechaba que podría estar en el buzón de un apartado de correos contratado por Thedelin. Poco antes de la publicación de su libro en Suecia, la Policía llamó al periodista para interrogarlo. Al concluir, se presentaron en casa de Thedelin con una orden de registro. También consiguieron permiso para abrir el apartado de correos. Pero no hallaron el arma. «Por supuesto que fue una decepción», dice Stocklassa. «De todos modos, les dije que Thedelin sabía desde hacía dos años lo que yo había descubierto sobre él», tiempo más que suficiente para eliminar todas las pruebas. La Policía también ha intentado interrogar a Bertil Wedin, pero sin éxito por ahora.

Jan Stocklassa ha dedicado ocho años al caso Palme. Asegura que lleva años recibiendo amenazas de muerte. Admite que no es un hombre especialmente valiente. Que tuvo que hacer un enorme esfuerzo para lanzarse a investigar en un mundo de agentes secretos y ultraderechistas. Pero que este trabajo también le ha dado una confianza nueva en sí mismo. Y ha encontrado el amor: Lída Komárková, su Lisbeth Salander. Sonríe con cierta vergüenza cuando lo cuenta. Como si este giro de la trama se lo hubiese tomado demasiado literalmente.

El sospechoso

Bertil Wedin, exagente del servicio secreto sueco, es uno de los sospechosos de organizar el asesinato de Palme. Él niega cualquier participación. En 1982 fue acusado en un tribunal inglés de robo de documentos en la oficina del Congreso Panafricanista en Londres. Fue absuelto.

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