Para un adolescente un largo confinamiento puede resultar especialmente angustioso, y su trato también muy perturbador para la familia. Hablamos con dos expertas sobre cómo gestionar sus conflictos durante la cuarentena. Por Raquel Peláez/Fotos: iStock,  Getty Images y Cordon Press

«Si no aguanto un fin de semana con vosotros, ¿cómo voy a sobrevivir hasta que termine este encierro?». Así de contundente puede ser un adolescente con sus padres en tiempos de coronavirus. Sin filtro.

Lejos de sus amigos, sin contacto con su pareja, agobiados por el futuro académico y encerrados con sus padres. El panorama al que se enfrentan los adolescentes durante la cuarentena por el estado de alarma ha hecho que muchos psicólogos habiliten canales on-line para ofrecer su ayuda ante síntomas como la pérdida de sueño, los pensamientos negativos o la ansiedad.

«Casi todos los padres con los que hablo durante estos días coinciden en que podría ser un momento ideal para conectar con los adolescentes pero estamos viendo que, en muchos casos, ocurre lo contrario. Escucho a familias que se quejan porque sus hijos se recluyen en la habitación y no salen en todo el día. Se está produciendo un confinamiento dentro del confinamiento», asegura la psicóloga Sheila Alcaraz. Desde su consulta, las llamadas para solicitar ayuda psicológica se han multiplicado durante estos días y, la mayoría, son adolescentes con ansiedad: «Se quejan porque se sienten incomprendidos y, sobre todo, porque están teniendo acceso a mucha información pero no tienen filtro y nos saben cómo manejarla».

Las llamadas para solicitar ayuda psicológica se han multiplicado durante estos días y, la mayoría, son adolescentes con ansiedad

La Organización Mundial de la Salud fija la adolescencia entre los 10 y los 19 años y la define como una de las etapas de transición más importantes en la vida del ser humano. Durante esta época se produce el desarrollo de la identidad, pero también constituye una etapa de riesgos considerables donde el contexto social puede tener una influencia determinante. Un contexto, el del encierro por la crisis sanitaria a causa del coronavirus, que no se ha vuelto precisamente favorable. En este sentido, Alcaraz asegura que una de las formas que tienen los adolescentes de mostrar su rebeldía es a través de la incomunicación con sus padres. «Encerrarse en su habitación y desinhibirse es una manera de sacar su ansiedad. Si su estado de ánimo se resiente también pueden llegar a tener conductas disruptivas y, aunque no es lo habitual, me han llegado casos de adolescentes que están saliendo de casa para juntarse con otros en sitios como azoteas o que desaparecen durante horas, sin dar señales de vida, con el peligro que eso conlleva para la salud».

LOS LÍMITES DE LA FLEXIBILIDAD

La psicóloga Sheila Alcaraz advierte: «No es el momento de las grandes normas, tenemos que pasar el confinamiento como podamos, pero sí hay dos pautas muy claras ante las que hay que mantenerse firme: el sueño y la alimentación». La prioridad de los adolescentes son sus amigos y las tecnologías les están ayudando a seguir conectados con ellos, sin embargo hay que evitar que esto trastoque sus hábitos de sueño. «Durante estos días se están agravando los casos de adolescentes que se acuestan a las tres o las cuatro de la mañana hablando con sus amigos o con juegos on-line. Al día siguiente se levantan mucho más tarde y comen a deshoras. Si esta situación se prolonga mucho tiempo, puede provocar insomnio y ese es uno de los principales motivos por los que el estado de ánimo se resiente, ya que puede derivar en ansiedad y terminar en depresión. Es normal que quieran mantenerse conectados, pero hay un límite ya que puede afectar a su salud».

S.O.S. Confinamiento con un adolescente 5

La psicóloga Diana C. Jiménez, que ha participado en el libro Coronavirus. Manual para sobrellevar la pandemia en casa con niños y adolescentes, asegura que la mejor forma de ayudar consiste en desmitificar la adolescencia. «Cuanto antes nos quitemos de la cabeza todo eso de que son vagos e insufribles, antes entenderemos que están pasando por un montón de dificultades y que nos necesitan. No se trata de ayudarles como cuando eran niños, ahora debemos situarnos como copilotos y darles un poco de poder. Y eso se consigue llegando a acuerdos. En el caso de las pantallas, se puede negociar el tiempo que van a utilizarlas y luego tenemos que hacer un seguimiento. Castigar inmediatamente no es la solución, porque de esa forma no les estamos enseñando habilidades para que no lo vuelvan a hacer en el futuro».

CÓMO GESTIONAR LOS CONFLICTOS

La falta de intimidad, las exigencias académicas, el miedo a perder a un ser querido… Lo motivos para que un adolescente explote se multiplican durante los días de encierro por la crisis del coronavirus. Sheila Alcaraz nos da las claves para desconectar estas situaciones bomba: «Una de las principales pautas que le doy a los padres es que deben permitir a los adolescentes que saquen su ansiedad y acompañarles en ese estallido. Todos sentimos rabia o frustración en algún momento y sacarlo no es malo. Tenemos que ponernos en su lugar e incluso ayudarles a identificar esa emoción, permitírselo. Si respondemos a sus enfados enfrentándonos con ellos o gritando, lo que están entendiendo es que no les escuchamos. Lo que pasa es que un adolescente tiene unas prioridades que el adulto ya ha olvidado. Algo muy fácil de resolver para nosotros, como olvidar el comentario desafortunado que le ha hecho un amigo en una red social, puede ser tremendamente importante para ellos».

La psicóloga Diana C. Jiménez está de acuerdo: «Lo primero que hay que entender es que también para ellos esta situación está siendo muy difícil. En estas edades, necesitan que seamos consecuentes y les devolvamos una imagen de adulto controlado. En ese sentido, Punset hablaba siempre de las “neuronas espejo” y explicaba que nos llega antes lo que vemos que lo que oímos y, por eso, las emociones se contagian. Cuando tienes delante a alguien que te pega un grito, es muy fácil dejarse llevar por esa energía y acabar todos gritando. Una vez que entiendes esto, es mucho más fácil controlarlo». Si el problema es el tiempo que pasan confinados en su habitación, «habrá que ir poco a poco reconduciendo esa situación proponiéndoles, por ejemplo, que salgan para comer. Lo mejor es decirles que entendemos perfectamente que necesitan tiempo para ellos mismos, pero que también hay que buscar momentos para estar todos juntos».

HABLEMOS… TAMBIÉN DE SEXO

«El adolescente es todo emoción», asegura la psicóloga Sheila Alcaraz. «Por eso es tan importante hablar con ellos sobre lo que sienten ante ciertas circunstancias y explicarles cómo nos sentimos nosotros. Todo eso lo agradecen muchísimo». Hablar de situaciones cercanas, compartir la información que les está llegando y explicarles los posible bulos son algunas de las opciones para conseguir que puedan canalizar sus sentimientos. También es importante hablar con ellos sobre sexo: «Hay que tener un poco de cuidado con la gestión que están haciendo de sus relaciones íntimas a través de las redes sociales. Está claro que tienen esa necesidad y que, durante el confinamiento, van a buscar la vía para cubrirla. Lo habitual es que se estén mandando vídeos y fotos, y esto conlleva un peligro por las posibles consecuencias que puede tener la divulgación de ese material. Yo les diría que no manden vídeos, en todo caso que hagan llamadas desde su habitación, pero que sigan manteniendo su intimidad, porque luego pueden venir problemas relacionados con el acoso».

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Tampoco es fácil la gestión de la frustración que sienten por su futuro académico. «Los adolescentes ahora tienen mucha información, pero muy pocas respuestas. Es una bestialidad el contenido que se les está dando para que hagan en casa. Yo entiendo que los institutos y los colegios no preveían una plataforma adecuada, pero hay adolescentes que se pasan el día haciendo deberes. Hay muchas cosas no esenciales que se pueden eliminar. Resolvería ya mucha angustia si se aclara cómo van a resolver en curso escolar», concluye Alcaraz.

Por último, y ante la pregunta sobre si esta situación les traerá consecuencias psicológicas en el futuro, ambas expertas coinciden en que la mayoría no tendrán ningún tipo de trauma: «Lo bueno de los adolescentes es que pasan página enseguida», asegura Diana C. Jiménez.

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