Su discapacidad visual hace que tengan una alta sensibilidad táctil. Y ese don es el que decidió aprovechar un ginecólogo alemán para formar a mujeres invidentes en la detección de tumores de pecho. Algo muy útil cuando las mamografÃas no son de fácil acceso o son caras. Viajamos a Colombia para ver cómo esta técnica revoluciona hospitales… y vidas. Por VÃctor M. Olazábal / Foto: Elena del Estal
⢠Ciegas que detectan tumores: mujeres que salvan a otras mujeres (ver galerÃa)
Mariana llega a la clÃnica angustiada porque siente un dolor en el pecho. En el centro de salud Meléndez de Cali (Colombia), le han ofrecido también practicarle una exploración mamaria única: un examen clÃnico, exhaustivo, a manos de una mujer invidente con un talento excepcional en sus dedos. A Mariana, que está angustiada porque siente un dolor en el pecho, le encanta la idea. Cuando acabe la consulta, se irá sin preocupaciones. Acaba de ser asistida por Leidy GarcÃa.
En 2011, a sus 19 años, Leidy perdió la mayor parte de su vista por una trombosis cerebral que le afectó al nervio óptico. Con su vista se fueron también su autonomÃa y su autoestima. Fue un mazazo del que tardó en recuperarse. Hoy, su ojo izquierdo es todo oscuridad y apenas distingue cosas borrosas con el derecho. Pero ahora se siente orgullosa de sà misma porque con su trabajo ayuda a la detección temprana del cáncer de mama.
En este centro sanitario, Leidy ejerce como examinadora auxiliar táctil, un puesto creado especÃficamente para mujeres ciegas o con baja visión que tienen una mayor sensibilidad en sus dedos. «Me pareció algo increÃble que tener una discapacidad fuera una alternativa para ayudar a las personas», dice sentada frente a su ordenador, en el que rellena los historiales médicos de sus pacientes gracias a un sintetizador de voz que la guÃa.
UNA IDEA SENCILLA Y BRILLANTE
Leidy atiende a unas diez mujeres al dÃa. Muchas entran en la consulta nerviosas, con dudas, con esa vergÃŒenza que genera distancia. La primera barrera se rompe con una conversación cercana, en la que les explica qué va a hacer: una exploración minuciosa con la yema de los dedos, recorriendo las axilas, el cuello y todo el pecho centÃmetro a centÃmetro en busca de pequeños nódulos. Durante casi una hora se orienta gracias a cinco cintas adhesivas marcadas en braille. «Si encuentro algo, le enseño los resultados a la doctora y ella decide si hay que hacerle más pruebas».
Hoffmann creó esta técnica para pacientes jóvenes; la Seguridad Social solo cubre las mamografÃas a partir de los 50
Mariana, la paciente, se va más relajada. «Me he sentido muy bien, muy cómoda: ha sido todo muy suave y Leidy me ha aclarado algunas dudas sobre mi cuerpo, estoy tranquila».
Leidy es una de las tres examinadoras táctiles que desde hace tres años trabajan en distintos centros de salud de Cali. Antes fueron capacitadas durante nueve meses para desarrollar su tacto y sus conocimientos médicos, asà como para aprender esta nueva técnica de exploración, desarrollada por el ginecólogo alemán Frank Hoffmann hacia 2006. Buscando la solución a un problema, Hoffmann halló la de dos. El cáncer de mama es el más mortal para las mujeres: 627.000 muertes en 2018 en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. A su vez se diagnostican nuevos casos en edades cada vez más tempranas y en etapas más avanzadas. En Alemania, sin embargo, la Seguridad Social solo cubre las mamografÃas a partir de los 50 años. Las menores están obligadas a pagárselas.
Hoffmann observó a su vez que a su consulta llegaban muchas pacientes jóvenes a las que no habÃan logrado detectarles un tumor en los exámenes rutinarios. La multitarea en un horario apretado hace que a menudo los ginecólogos solo dispongan de unos minutos para palpar el seno en un chequeo.
Hoffmann pensó entonces en las personas con discapacidad visual, que tienen un sentido táctil mucho más entrenado. Según sus estudios, pueden detectar un 30 por ciento más de alteraciones en el tejido y de hasta un 50 por ciento menos de tamaño que las que los médicos identifican. Asà nació su idea de formar a estas mujeres como examinadores táctiles médicos (MTU) y creó Discovering Hands, una empresa sin fines de lucro que ayuda a su vez a insertar en el mercado laboral a mujeres con serias dificultades para lograrlo. Más del 75 por ciento de las personas ciegas de la Unión Europea están en el paro. El modelo de Hoffmann ha recibido numerosos premios y se expande por cada vez más paÃses.
MUJERES QUE SALVAN A OTRAS MUJERES
«Estas mujeres tienen este don en sus dedos -confirma el doctor Luis Alberto Olave, que coordina el proyecto en Colombia-. Si son capacitadas, su discapacidad se convierte en una fortaleza y la pueden usar para ayudar a otras mujeres. Los nódulos son el primer sÃntoma del cáncer. Cuanto antes los encontremos, antes tendremos un impacto sobre la proyección de la enfermedad, y eso puede salvar vidas».
«Este proyecto me ha ayudado a crecer. Ya no soy la paciente que es servida, sino que yo sirvo a mi comunidad»
Sandra Camargo, de 44 años, realiza exploraciones de seno en la clÃnica Antonio Nariño. Ser mujer y ciega le permite, dice, tener una conexión más profunda con sus pacientes: sienten que con ella pueden aparcar la vergÃŒenza de tratar asuntos delicados. Con Sandra comparten dudas, miedos, cicatrices, intimidades que no se atreven a contar o a enseñar a un profesional desconocido, frÃo, distante.
Antes de llegar a este trabajo le resultó muy complicado encontrar empleo porque, dice, a las empresas les cuesta adaptar sus entornos para personas con discapacidad. Por eso, hoy en su consulta se siente sobre todo útil. «Este proyecto me ha ayudado a crecer. Ahora no soy yo la paciente que es servida, sino que yo sirvo a mi comunidad, tengo una responsabilidad muy grande y eso me emociona».
PARA SABER MÃS
Página web de Discovering Hands, de Frank Hoffmann.