Juanetes, fascitis, tendinitis… una epidemia que afecta a nuestros pies y que el confinamiento por la crisis del coronavirus y posterior desescalada no ha beneficiado. Te contamos cuáles son los principales problemas y sus soluciones. Por F. U.
Juanetes: ¿cuándo operarse?
Su nombre científico es Hallux valgus, es el campeón de los problemas en los pies. En esta deformación, normalmente hereditaria, el primer hueso metatarsiano se desplaza hacia el lado interior del pie de tal manera que se produce una luxación en la articulación del primer dedo. La conveniencia de operarse o no depende del grado de desviación, de la situación de la articulación y de la edad del paciente. En los primeros estadios, las plantillas, los ejercicios específicos o la fisioterapia pueden ayudar a ralentizar la evolución de la dolencia. Generalmente si no duele, no se opera.
Cuando la intervención se hace ya necesaria, se puede elegir entre tres métodos. Si la desviación es ligera, basta con realizar un corte en forma de ‘V’ en el metatarsiano, desplazar el fragmento distal y fijarlo en la posición correcta con un tornillo (técnica de Chevron). Habitualmente se suele usar un tornillo de titanio, aunque una alternativa revolucionaria consiste en emplear una pieza de ácido láctico que se ‘suelda’ mediante ultrasonidos y que se disuelve por sí sola en un par de años. Si la desviación es de grado medio, lo que se hace es cortar el hueso en forma de ‘Z’, se coloca en su lugar y se atornilla (técnica de Scarf). Por último, si la desviación es severa, la tendencia es recurrir a la artrodesis de Lapidus, en la que se fija la primera articulación tarsometatarsiana con una placa.
Dedo en martillo: malformación difícil
El dedo en martillo, también llamado Digitus malleus, suele aparecer asociado al juanete. El deformado dedo gordo se mete debajo del segundo dedo y lo empuja hacia arriba, mientras que el tendón tira de la falange distal hacia abajo. De esta manera, el dedo acaba adoptando la típica forma de un martillo, a menudo acompañada por un doloroso ojo de gallo. Si no se trata, puede evolucionar y dar lugar a los llamados ‘dedos en garra’.
Esta malformación es difícil de tratar sin cirugía, que se hace ya imprescindible cuando los dolores se intensifican. La operación consiste en estirar y fijar la articulación media.
Fascitis plantar: invalidante
La inflamación de la fascia, una banda de tejido elástico que absorbe parte del impacto contra el suelo y protege los huesos del pie, es dolorosa, invalidante y latosa de curar. Se prescriben antiinflamatorios, plantillas, ejercicios, masajes e infitraciones. La cirugía es la última opción.
Espolón calcáreo: dolor punzante
Los médicos distinguen entre el dolor dorsal, en la parte posterior del talón, y el dolor plantar, debajo del talón. Este último suele desarrollarse como consecuencia del sobrepeso. En cualquier caso, no es el espolón lo que causa dolores, sino el tejido conjuntivo de debajo, sobrecargado e inflamado. El tratamiento consiste en emplear plantillas, ondas de choque y fármacos. En su variante dorsal, la protuberancia ósea afecta a la unión con el tendón de Aquiles. Se puede operar con cirugía abierta o mínimamente invasiva.
Tobillo: el gran miedo de los deportistas
Las del tobillo son de las lesiones deportivas más frecuentes. En nueve de cada diez casos se dañan los ligamentos externos, normalmente por una torcedura. Se suele aplicar frío y estabilizar la articulación con un vendaje o férula. No es necesario pasar por quirófano.
Lo que sí se operan son las posibles lesiones concomitantes, como la del tendón peroneo o el cartílago del astrágalo, que, de no ser tratadas, pueden derivar en una artrosis. Cuando los ligamentos sobreestirados no consiguen recuperar su firmeza, cabe la posibilidad de recurrir al bisturí para reforzarlos con material extraído del propio cuerpo. En una artrosis severa, los cirujanos pueden fijar la articulación o colocar una prótesis. Si hay fractura de hueso, se fija con placas metálicas.
Tendón de Aquiles: atentos a los síntomas
La mayoría de los problemas en el tendón de Aquiles se debe a una sobreexigencia. Ignorar los síntomas (hinchazón, rojez, calor, dolor) y continuar machacando al tendón suele acabar en rotura. Otra causa es la falta o insuficiencia de estiramientos. Algunos médicos recurren a la técnica del plasma autólogo condicionado (ACP), una forma derivada del tratamiento plasmático cuya eficacia todavía no ha sido contrastada.
Tres ejercicios preventivos
Gire el talón hacia fuera y la punta del pie hacia dentro. De 2 a 5 minutos por cada pie.
Tense el puente y mueva las articulaciones de los dedos adelante y atrás, como si fuesen pequeñas orugas.
De 1 a 3 minutos al día.
Ponga el talón en el suelo, la parte delantera de la planta apoyada en una moneda. Llévesela cuando el pie haga su recorrido de balanceo por el suelo.
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