Soy tutor de medicina familiar y comunitaria. Trabajo en el equipo de Atención Primaria de Igualada Urbà, el primer pueblo que fue confinado por la Covid. Ahora mismo estamos atendiendo al doble de pacientes que antes de la pandemia. Por Raquel Peláez/ Fotografía: Carlos Carrión
• Salvador Casado, médico de familia: “Yo no soy Superman. Nadie puede pilotar tres aviones a la vez”
Durante el primer mes y medio de la crisis, aunque estabas agotado, fue enriquecedor porque te enfrentabas a algo nuevo. Pero la adrenalina va bajando. Y de repente tenemos miedo porque vemos que el suflé vuelve a inflarse. Y no quiero ser catastrofista, pero, como vuelva a venir y estén afectados los niños y los adolescentes, que también los hay de riesgo y frágiles, entonces veremos qué pasa. Si la Atención Primaria colapsa, se acaba la sanidad pública, eso que lo tengamos claro. Nuestro sistema sanitario tal y como lo entendemos se acaba. ¡Y encima recibimos críticas! Pero ¿qué hemos hecho para que se nos critique? ¡Si no hemos parado de trabajar!
No podemos más. Cada vez tenemos que hacer más cosas. Recibimos quejas de los hospitales desde donde nos dicen que derivamos mucho y mal. Tú puedes criticar una actitud concreta, un paciente que consideres que he derivado mal a urgencias, pero que hagas una crítica genérica de la Atención Primaria es una barbaridad. Esto nos está quemando mucho. Es como decir que no queremos trabajar, que no queremos ver a nuestros pacientes y por eso van a urgencias. Eso es lo que más me duele. Porque hemos estado al pie del cañón desde el minuto cero. Y hemos vivido escenas muy muy duras.
«Lo que más me duele son las críticas de que derivamos pacientes a urgencias. ¡Hemos estado al pie del cañón desde el minuto cero!»
Yo tengo grabado el momento en el que tuve que acompañar a una señora que se acababa de quedar viuda hacía tres horas, con el marido muerto por COVID en el domicilio y yo con un EPI de arriba abajo. Con el mono blanco, la mascarilla, doble guante. Y tener que cogerle la mano a la señora, con un ataque de ansiedad. Era como la imagen de una película apocalíptica. Recuerdo también que tuve que enviar al hospital a una persona con diagnóstico de COVID con neumonía doble y ver cómo se la llevan en la silla de ruedas llorando desesperadamente porque sabía que no iba a volver a ver a sus familiares.
La parte emocional es terrible. ¿Que estamos todos enfadados? Yo lo entiendo, pero, por favor, no disparen al pianista. Que nosotros no tenemos la culpa del puto coronavirus. Si la Administración no puede poner más médicos de familia, que ponga rastreadores, incluso psicólogos, que la gente está muy desamparada.
Xavier Cantero forma parte de la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària (CAMFIC)