Trabajo en el centro de Atención Primaria de Bon Pastor, en la periferia de Barcelona. Atendemos a tres barrios: dos con un perfil socioeconómico empobrecido y otro más favorecido. Por Raquel Peláez/ Fotografía: Carlos Carrión

• Xavier Cantero, médico en Igualada: «Lo que más me duele son las críticas de que derivamos a pacientes a urgencias»

Tenemos miedo a lo que viene porque hay muchísimos pacientes de antes de la COVID pendientes de ser atendidos. Gente con diabetes o que tuvieron un infarto o con dolor crónico o que están pendientes de una prótesis… Comentamos entre nosotros que tenemos pesadillas con las listas del día siguiente, que nos cuesta dormir porque no podemos dar la atención que nos gustaría. Y al final lo hacemos, pero a costa de nuestro descanso. Yo llegué fatal a las vacaciones, con irritabilidad y sensación de abandono por parte de la Administración, y eso, claro, lo sufre mi pareja.

Y, mientras tanto, nos enfrentamos con mucho sufrimiento a las críticas porque las autoridades no están explicando cómo estamos trabajando. Hacemos entre 50 y 70 visitas telefónicas, más las presenciales, y al menos nos gustaría que nuestros compañeros de otros niveles asistenciales vieran la dificultad que esto comporta.

Con viviendas precarias y gente que tiene trabajos que son obligatoriamente presenciales, el virus se propaga con más facilidad. Los médicos sabemos que la salud de las personas que tienen determinantes sociales siempre es peor, y con gente que tiene más dificultades para aislarse todo se complica.

Yo he vivido escenas terribles. El Viernes Santo estuve acompañando a una señora de 94 años que estaba muy malita porque ella y su familia decidieron que muriera en casa. Fue un momento conmovedor porque veía que la gente moría sola en los hospitales y no quería acabar así. Ahora veo cómo le está costando a la gente recuperarse de no haber podido despedirse de sus familiares. Esto está dejando unos rastros de sufrimiento muy intensos.

Hay mucho ruido y mucha crispación, pero también hay mucha gente que sigue apreciando a los médicos de familia y se siente cuidada. En mi centro de salud hay un grupo de vecinos que sigue viniendo a aplaudirnos cada miércoles.

Nani Vall-Llosera colabora con el Fòrum Català d’Atenció Primària (FoCAP).

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