El biólogo David Sabatini, experto en envejecimiento, nos habla de la rapamicina, una molécula capaz de frenar el deterioro de nuestras células… Por C. M. Sánchez/Foto: Getty Images
Una expedición científica canadiense viajó en 1964 a la isla de Pascua (Chile) para recoger muestras del suelo. Querían averiguar por qué los nativos, a pesar de ir descalzos, no contraían el tétanos. En una de las muestras, recolectada en un volcán, había esporas. Se envió a un laboratorio, que aisló una bacteria que producía una molécula nunca vista, bautizada ‘rapamicina’ en honor de Rapa Nui, el nombre aborigen de la isla. Pero el laboratorio cerró y estuvo olvidada diez años en un frigorífico. Más tarde se descubrió que la rapamicina prolongaba la vida de hongos, gusanos… ¿Y en los mamíferos? David Sabatini era estudiante cuando empezó a investigar el efecto de la rapamicina en otra proteína llamada ‘mTOR’. Esta molécula es como un interruptor general.
Cuando comemos, se pone en on para recibir los nutrientes. Esto activa muchas reacciones químicas que le permiten a la célula crecer, dividirse… Sabatini la compara con el cuadro de mandos de un edificio inteligente que controla la electricidad, las calderas, la ventilación… Comprobó que la rapamicina es capaz de poner el interruptor en off y detener esos procesos. ¿Qué pasaría si podemos hacer una ‘parada selectiva’, es decir, frenar algunas actividades que son perjudiciales sin afectar a otras que permitan que la célula siga funcionando? Se podría interrumpir la proliferación de células cancerosas o envejecer más despacio…
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