Covax, la proeza de vacunar al planeta

Nadie estará a salvo del coronavirus hasta que todos lo estemos. Con ese espíritu, varios organismos -entre ellos, la OMS- impulsaron una iniciativa para que la vacuna contra la COVID-19 llegue a los lugares más remotos y vulnerables del globo. Es el programa Covax, del que ya se benefician 120 países. Por Carlos Manuel Sánchez / Fotos: Getty Images,  GTRES y Zipline

1 Covax, la proeza de vacunar al planeta · Brasil, ¡traen la esperanza! La variante brasileña hace que no dé tiempo a cavar fosas. «¡Qué feliz estoy de que hayan venido! Hemos perdido a mucha gente aquí. Ustedes nos traen la esperanza», decía María Araújo, de 83 años, después de ser inmunizada en Manacapuru, una aldea del Amazonas a la que solo se llega en barco.
2 Covax, la proeza de vacunar al planeta · Nigeria, drones salvadores Covax ha suministrado en Nigeria 16 millones de vacunas. Zipline, una start-up de Silicon Valley, las distribuye con drones. En Covax participan países que no tienen peso geopolítico ni fondos para negociar con las farmacéuticas. Su objetivo es vacunar al 20 por ciento de la población de esos países en 2021.
3 Covax, la proeza de vacunar al planeta · Kenia, doctores voladores En África, la asistencia aérea es vital porque el centro sanitario más próximo puede estar a cientos de kilómetros. Los Flying Doctors llevan operando en Kenia desde 1957. A veces, el personal de estas ambulancias del aire tiene que convencer a la población reticente, sobre todo en las comunidades donde los brujos siguen teniendo una gran influencia.
4 Covax, la proeza de vacunar al planeta · La India, a la desesperada Una mutación muy virulenta está causando 300.000 casos diarios. En muchos hospitales no funcionan los respiradores, y familiares desesperados intentan saquear los depósitos de oxígeno. No ayuda que las camionetas con la vacuna deban recorrer, entre atascos, hasta 1700 kilómetros.
5 Covax, la proeza de vacunar al planeta · Alaska, como hace un siglo Lugares como Alaska no tienen problemas económicos de acceso a la vacuna, es Estados Unidos. Tampoco para mantener la cadena de frío, al contrario. «A veces la vacuna se congela en la aguja antes de administrarla», explica la doctora Ellen Hodges. A las tribus remotas se lleva en trineos tirados por perros, una solución que ya se utilizó en el brote de difteria de 1925.

A pie, en canoa o en bicicleta, miles de voluntarios se dirigen a las aldeas con las vacunas metidas en hielo, ya sea en El Congo, entre cocodrilos, o en Afganistán, con permiso de los talibanes -asesinaron a 63 trabajadores sanitarios en anteriores campañas de vacunación contra la polio-, que han anunciado que esta vez no atentarán contra los empleados locales de Unicef y otros organismos. Sin embargo, la distribución de la vacuna es muy complicada en 120 de los 400 distritos del país; los caminos los controlan milicias y contrabandistas, y con frecuencia solo se puede transitar a lomos de burro.

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