Los teleñecos luchan por mantener su audiencia e incorporan personajes inclusivos en su ‘show’. Por Fátima Uribarri
Elmo, Coco, la rana Gustavo, el Monstruo de las Galletas y el resto los de habitantes de Barrio Sésamo tienen una vecina nueva: se llama Julia y su comportamiento es particular. Julia es autista. Es la última incorporación a Sesame Street, el show televisivo que lleva 48 años entreteniendo y enseñando a los niños de medio mundo. Los Muppets no viven su mejor momento, libran una dura batalla contra el hipnotismo que Internet ejerce sobre el público infantil (y adulto).
Una madre que sabe: Stacey Gordon es quien mueve los hilos de Julia. Sabe lo que hace: es madre de un niño con autismo
Si en 2015 los niños de entre 2 y 11 años veían alrededor de 11 horas de vídeos en Internet, en 2016 esos niños se enchufaron a la Red durante 90 horas. No es fácil atraer audiencia a la televisión tradicional, pero Sesame Street sigue llegando a 150 países. Y mantiene su espíritu de aprendizaje y tolerancia, por eso ha introducido nuevos personajes que se adaptan a la idiosincrasia de cada país o que dan voz a niños diferentes. En Sudáfrica y en Nigeria apareció Kami, una especie de Espinete, portador de VIH; en Israel disfrutaron de Mahboub, un simpático árabe; y los espectadores de Afganistán conocieron a Zari, una chica curiosa que va a la escuela y hace entrevistas a personajes famosos. A los Teleñecos les queda cuerda: lo asegura un reciente acuerdo con el poderoso canal televisivo HBO.
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