Libres bajo el agua
Elena tiene 50 años; Massimo, 54. Ella sufre una enfermedad degenerativa y no puede caminar, pero cada viernes se bañan juntos en una piscina. Es su momento más físico. «Bajo el agua nos besamos», revela Elena.
Elena tiene 50 años; Massimo, 54. Ella sufre una enfermedad degenerativa y no puede caminar, pero cada viernes se bañan juntos en una piscina. Es su momento más físico. «Bajo el agua nos besamos», revela Elena.
Elena sufre atrofia muscular espinal (AME de tipo 2). Conoció a Massimo hace 4 años por Facebook. La invitó a cenar y ella le dijo: «No te asustes, pero lo como todo batido». Él respondió: «No me asusto fácilmente».
Elena utiliza un corsé ortopédico sin el cual ni siquiera conseguiría sentarse. Solo se lo quita en la piscina, para nadar con Massimo. «Tengo la estructura corporal de una niña de 7 años», dice.
Massimo, decorador y restaurador, maquilla a su esposa todos los días. Él tiene una hija de 22 años, de su primer matrimonio, que es peluquera y se encarga del cabello de Elena cada mañana.
Por la noche se meten juntos en la cama: ella, con su mascarilla de oxígeno para respirar. Massimo le ha construido un proyector de cine en la habitación. «Estamos en otro planeta y es un mundo maravilloso», susurra Elena.
Se casaron en 2016, en la Iglesia evangélica de Como, 45 kilómetros al norte de Milán. Ambos vestidos de rosa, el color favorito de Elena. Massimo compró una vieja furgoneta y la adaptó para que ella pueda ir sentada a su lado.
Él está pendiente de todas las necesidades de ella. Tanto que discuten a menudo. Elena se queja de que la trata como a un Tamagochi. «Es temeraria, cruza la calle sola y apenas me doy la vuelta desaparece», se queja él.
Por su 50 cumpleaños, él le regaló una cazadora motera de cuero rosa, aunque nunca se subirá a una moto. «Pienso en la muerte desde niña, pero nunca creí que viviría tanto. Y ahora aquí estoy, luchando con la menopausia».
Massimo Zanirato y Elena Wenk viven en un pueblo italiano cercano a Como desde que se casaron, hace 2 años. Su relación ha sorteado todos los obstáculos desde que él, aficionado al arte religioso, colgara en Facebook una de sus creaciones. A ella le gustó, conectaron y descubrieron que ambos eran evangélicos. En la primera cita fueron a la iglesia y luego a cenar.
Elena sufre atrofia muscular espinal (AME tipo 2) y nunca ha caminado. «Por suerte mido 1,30 y peso 20 kilos. No podría llevar esta vida si pesara más». Tiene un hermano, que murió de niño, y una hermana que no empatiza con su deseo de vivir. «Ni siquiera asistió a nuestra boda». Su madre murió de leucemia y su padre tiene alzhéimer. «Somos de origen alemán; quizá tenemos antepasados nazis. Algo debe de haber para sufrir este karma».
Massimo es divorciado y vivió un tiempo entregado a causas humanitarias. «Un día en la ducha comencé a llorar, pedí a Dios una compañera y me dio a Elena -revela-. Ella, por cierto, no quería relaciones sexuales antes de la boda, así que dormí un tiempo en un colchón a los pies de su cama». «Ahora no nos falta nada -replica ella con malicia-. Soy una mujer en miniatura, toda curvas, pero con tetas pequeñas».
Su relación choca a mucha gente, revela Massimo con tristeza. «Hay quien piensa: ‘Se ha liado con ella para no trabajar y embolsarse el dinero’, pero yo desafío a cualquiera a vivir una de mis jornadas. Ella es lo que da sentido a mi vida».
Les han dicho que pronto habrá un nuevo fármaco para la AME tipo 2. «Así se ahogará menos -confía él-. No me acostumbro a esos 3 minutos de pánico en que no puede respirar. El otro día le pasó en el coche, en plano atasco».
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