Ellas también sueñan con volar

1 Mirar alto · Hay evidencias históricas de que las mujeres practicaron la cetrería desde el siglo VII antes de Cristo, pero la llegada del islam hizo que su número cayera en picado. En la última competición de cetrería, Aikerim fue una de las tres chicas participantes, entre 97 hombres.  
2 Formar equipo · Lo más importante para ser buena cetrera es la compenetración con el águila. La suya la atraparon en un nido cuando era un polluelo, hace cuatro años. Aikerim tardó dos meses en ganarse su confianza. Ahora son un equipo.
3 Una vida nómada · Como casi todos los que viven en la región mongola de Altái, la familia de Asker es nómada. Se mudan cuatro veces al año. Son ganaderos. Venden la piel y la lana de los yaks en los mercados, y su leche los alimenta.  
4 Una inspiración para las chicas · En la escuela, la joven cetrera se ha convertido en un ejemplo de valentía y sus compañeros la animan. Sus profesores alaban el empeño que le pone a todo, aunque sus notas, dicen, podrían mejorar.  
5 Amas de 'yurta' · La familia de Asker vive en una yurta tradicional, una tienda de campaña circular. Su madre le hace las trenzas todas las mañanas. Las mujeres nómadas soportan todo el peso del hogar: mientras sus maridos llevan el ganado a pastar, ellas elaboran quesos, cocinan…
6 Entrenando a mi águila · Asker llama a su águila con un grito peculiar -propio de cada cetrero-. El animal acude, aunque se encuentre a más de 200 metros de distancia, y se posa sobre el guante de la niña. El golpe es tan fuerte que a veces el ave la tira del caballo.  
7 Las águilas doradas · Aikerim y su padre acuden a la mayor competición del mundo. La cetrería es parte de la vida nómada y no se considera estrictamente un deporte. Se compite más por prestigio que por dinero. El premio más grande equivale a 200 euros.  
8 Apoyo con límites · Aikerim posa con su padre y su tío, que la apoyan, pero con limitaciones… Como la mayoría de las chicas, no podrá continuar con la cetrería al cumplir los 18 años. La familia quiere que vaya a la universidad, en la ciudad, o se case y se dedique a la familia.

La cetrería es esencial para la vida de los nómadas kazajos y mongoles. Pero está vetada a las mujeres. O lo estaba. En 2014, una niña participó por primera vez en la mayor competición del mundo, y su ejemplo ha inspirado a una docena de adolescentes. Aikerim Asker, de 13 años, es una de ellas. Texto y fotos: Zigor Aldama

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