Y ahora… ¿qué estudio?

La generación Z se incorpora a la universidad. Mosqueados por lo poco que les ha servido a sus hermanos mayores ser los mejor preparados de la historia, se preguntan qué deberían estudiar ellos. Cinco expertos nos dan las claves. Por Carlos Manuel Sánchez

Generaciones bajo el microscopio

La generación Z no parece aventurera. Lo tienen todo en la pantalla del móvil. Mundo, amistades, conocimientos… Son proclives a derretirse ante la adversidad, por algo la llaman también generación ‘copo de nieve’.

En contrapartida, forman una comunidad bastante solidaria. Han asumido que la competencia no será tanto entre ellos, humanos, sino contra los robots. Y ser nativos digitales les da cierta soltura para encarar la tormenta tecnológica. Pero es una sensación engañosa, porque «las habilidades tecnológicas de los estudiantes con frecuencia están limitadas a la comunicación básica y la capacidad de navegar», según un informe de la OCDE. Son usuarios de la tecnología, pero para convertir la tecnología en su trabajo necesitan mucho más. Es una brecha que han detectado las empresas. Una encuesta de IESE (Universidad de Navarra) estima que el 72 por ciento tiene problemas para cubrir puestos de perfil tecnológico.

¿Cuáles son las carreras del futuro inmediato?

«Hay algunas muy claras: computación, inteligencia artificial (IA), ciencia de datos, robótica, nanotecnología o biotecnología», afirma el catedrático de Economía Andrés Pedreño, fundador de la red Universia, que agrupa a 1341 universidades de 23 países. «La combinación de la computación aplicada con prácticamente todo nos proporcionará buenos niveles de empleo futuro. Por ejemplo, la IA aplicada a las ciencias de la salud revolucionará la medicina actual. Y esto es extensible a otras muchas disciplinas, desde la arquitectura a la biología, pasando por las finanzas o la ingeniería agrícola», apunta.

«La clave del empleo del futuro es la combinación de la computación con cualquier otra disciplina: salud, agricultura, finanzas…»

¿Universidad o formación profesional?

«No todo el mundo tiene que hacer una carrera», sostiene Alfredo Corell, elegido mejor docente universitario en 2018. «En mi campo, una pieza fundamental son los técnicos de laboratorio, un título de FP. Hay mucha demanda. Pero muchas veces los jóvenes se matriculan en la universidad por la presión de sus padres», se lamenta. No obstante, las tornas están cambiando. En los últimos cinco años, un 15 por ciento de matriculados en FP son estudiantes que han abandonado el campus o incluso que han terminado una carrera. El índice de colocación es muy alto, sobre todo en las ramas informáticas e industriales.

¿Ciencias o letras?

«Las dos. Cada individuo debe responder a su llamada vocacional. Lo que debe cambiar es un concepto estrecho de letras o ciencias –explica Pedreño–. Vamos cada vez más hacia perfiles híbridos. Un lingüista puede tener mucho futuro en el ámbito de los asistentes conversacionales basados en la IA. Y los científicos incrementarán su capacidad creativa si tienen una mente más abierta… Necesitaremos una formación integral».

¿Estudio en España o me voy fuera?

La oferta nacional es abrumadora. Hay más facultades de Medicina en Madrid que en todo el Reino Unido… Pero España apuesta más por la cantidad que por la calidad. No hay ninguna universidad española entre las 150 mejores del mundo, según el ranking de Shanghái. Y solo 10 entre las 500 mejores: Barcelona, Complutense, Pompeu Fabra, Granada, las autónomas de Barcelona y Madrid, País Vasco, Politécnica de Valencia, Santiago de Compostela y Valencia. «Si te lo puedes permitir, vale la pena irse fuera al menos un curso», afirma Corell.

¿Enseñanza pública o privada?

«Yo doy clases en una escuela de negocios privada y mi padre ha sido profesor en la universidad pública. No hay gran diferencia –opina David Cerdá, filósofo y economista–. Quizá en la privada trabajan mejor las relaciones con las empresas y los contactos. Pero no hay que obsesionarse. Tienes toda la vida por delante para construir tu propia red».

«Las empresas ya valoran la formación a través de plataformas digitales, algo impensable hace pocos años. Crecen las titulaciones on-line»

«Han proliferado las privadas porque las públicas han sido más lentas en adaptarse a la demanda. Las tasas de las públicas se han encarecido. Y en los másteres han perdido muchos estudiantes y pueden acabar cerrando títulos por falta de alumnado. ¿Pero necesitamos tantas universidades? Yo creo que no –reflexiona Corell–. Lo que hace falta es un sistema más flexible, donde no sea tan difícil convalidar una asignatura o hacer un traslado de expediente».

¿Clases presenciales o digitales?

«Probablemente lo mejor sea una combinación de ambas, por las diferentes contribuciones que aportan de conocimiento y de relaciones inter-personales», afirma Luis Rey Goñi, embajador en España de la Singularity University. «Las empresas cada vez valoran más la formación ligada a plataformas digitales como Coursera, Edx, Udacity…, algo impensable hace pocos años», comenta Andrés Pedreño, que impulsó el primer curso on-line masivo en España. «En la época de Aristóteles se iba a la academia, hoy se accede al conocimiento de otras maneras. Las universidades privadas vieron esto antes que las públicas y han crecido a base de titulaciones en línea», añade Corell.

¿Elijo por vocación o por pragmatismo?

«Yo doy clase en Medicina y Enfermería, carreras a las que se llega con una nota muy alta, pero en las que la vocación es fundamental y a veces se echa en falta», reconoce Corell.

Y Cerdá matiza: «Se habla mucho de hacer lo que te apasione. Pero las empresas quieren ante todo buenos profesionales, gente con capacidad de sacrificio para sacar un producto o un servicio adelante. Si tu sueño es ser cantante y te contrato de administrativo, ambos tenemos un problema. Nos encontramos a chavales con demasiadas expectativas a los que resulta difícil encajar en un equipo».

¿Cuáles son las habilidades que cuentan para las empresas?

«Las relaciones interpersonales son cada vez más importantes porque el mundo es cada vez más complejo. Son necesarios los conocimientos teóricos, pero también saber desarrollar proyectos y estar abiertos al cambio», apunta Rey Goñi. Las capacidades digitales deben ir acompañadas de trabajo en equipo, empatía, creatividad y reinvención continua. «Los conocimientos caducan cada vez más rápido. Pero hay habilidades que siempre harán falta: leer, escribir, hablar en público… Muchos estudiantes no saben ni redactar un correo electrónico», resume Cerdá.

«Los conocimientos caducan cada vez más rápido. Grandes empresas americanas no miran las notas ni si has terminado a los 22 o a los 25 años. Lo que importa es que hayas hecho cosas en la vida real»

Pocas empresas hay más pejigueras que Google a la hora de contratar. Solo pasa la criba uno de cada 500 candidatos. Su exvicepresidente de recursos humanos, Laszlo Brock, tiene una filosofía peculiar. Por ejemplo, a Google no le importa tanto la nota media del expediente académico. Y, sin embargo, valora mucho «la humildad para asumir los errores propios y no culpar a los demás». Y se fija en «personas que hayan tomado decisiones arriesgadas y caminos interesantes en sus vidas», ya sea un año sabático, una aventura empresarial o un proyecto personal. Según David Cerdá, cada vez son más las empresas que adoptan los criterios de Google. ¿Por qué? «Por varias razones. Una es que nos encontramos con chavales muy inmaduros. Los 18 años de ahora son los 15 de mi generación. Hay mucho infantilismo. Y a las empresas les da igual que termines con 22 o con 25. Y ni te miran las notas. Lo que miran es que hayas hecho cosas. Que te hayas metido en proyectos. Por ejemplo, de acción social. Si te has ido de cooperante a Nicaragua, demuestras una visión del mundo, que no te da miedo asumir riesgos y que no te vas a venir abajo fácilmente.

Las empresas no quieren un trabajador estándar. Buscan la diferenciación. Personas complejas. Les da igual que sepas tocar la guitarra, pero si formaste un grupo y grabaste una maqueta y la moviste, eso sí les interesa… Y si tuviste una idea y formaste una empresa con dos amigos, también les interesa, aunque al final perdieras dinero. Son cosas que no se aprenden en un curso, sino en la vida real».

¿Y al final no será mejor hacerse fontanero?

«Siempre necesitaremos profesionales de las instalaciones de nuestras casas e infraestructuras. Cada vez se hacen más especializados. Si no hubiera suficientes, sus servicios se harían incluso más caros que el de los cirujanos», pronostica Bermejo.

La consultora McKinsey considera la fontanería un empleo «no predecible», como cualquier tipo de reparación de emergencia. Y, por lo tanto, caro de automatizar. Es decir, no será fácilmente sustituible por robots.

En definitiva, los trabajos que tienen menos posibilidades de ser automatizados son los que precisan inteligencia creativa, contacto social y destreza física. Se conocen como ‘cuellos de botella’ de la ingeniería. Por ejemplo, un chatbot puede comunicarse 24 horas al día, pero no puede negociar un trato. Un robot puede ensamblar objetos en una cadena de producción, pero las pasará canutas para arreglar un grifo que pierde agua o para moverse por una cocina desordenada. Y nadie dejará a sus hijos al cuidado de una máquina… «Moraleja –concluye Cerdá–: no compitas con un robot en las cosas que hará mejor un robot, sino en la complejidad y la sensibilidad del ser humano».

Los expertos consultados

Andrés Pedreño
Fundador de la red Universia, que agrupa a 1341 universidades de 23 países. Dirige los observatorios para el Análisis y Desarrollo Económico de Internet y de la Inteligencia Artificial. Fue rector en Alicante

José Carlos Bermejo
Dirige el Centro de Humanización de la Salud. Profesor en distintas universidades de España, Italia y Portugal. Ha escrito más de cuarenta libros sobre educación y ética. Es experto en asuntos de bioética.

Alfredo Corell
Profesor de Inmunología en la Universidad de Valladolid y pionero en el uso de YouTube. Premio Educa Abanca 2018, considerado el Goya de la educación, al mejor docente universitario.

Luis Rey Goñi
Director del colegio San Francisco de Paula de Sevilla. Es embajador de la Singularity University, una institución de Silicon Valley fundada por Ray Kurzweil, jefe de ingenieros de Google.

David Cerdá
Licenciado en Empresariales y en Filosofía, consultor en los campos de la innovación, el liderazgo y la ética. Asesora a empresas e instituciones y da clases en la escuela de negocios ESIC.

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