Piernas, genitales, cabezas...
A sus 6 años, Mohamad Sesay -alias Baloteli- no había conocido otra cosa que la guerra. El 6 de enero de 1999 jugaba con sus amigos cuando resonaron los disparos. «Mi mamá me cogió en brazos y corrió al monte. Siete hombres nos alcanzaron, la golpearon y caí al suelo. Ella escapó, pero a mí me llevaron al pueblo. Reunieron a todo el mundo y comenzaron los machetazos: manos, piernas, genitales, orejas, dedos, cabezas… Todos gritaban, los rebeldes disparaban, yo lloraba. Les costó cinco golpes cortarme la pierna; luego, me desmayé». Un equipo de Médicos Sin Fronteras le salvó la vida. Años después, tras una vida de penurias mendigando en las calles de Freetown, descubrió el fútbol para amputados. «¡Fuimos campeones de Sierra Leona! Y fui el máximo goleador de la Copa de África». Murió al fallarle el hígado -tenía hepatitis B- poco después de dar su testimonio para este reportaje. Tenía 22 años.
Aquel ataque aéreo
Fenty Tarawalie tiene 42 años y quería ser abogado. Perdió la pierna a la hora del almuerzo. Un avión confundió el fuego de su madre con una posición rebelde y los atacó. Su vida fue un infierno hasta que, en 2003, finalizado el conflicto, el fútbol le permitió hacer amigos, mejorar su condición física y su confianza. «Mi amigo Mohamad vino a mi casa y me llevó a Wusum Field. Ese día entrené por primera vez y me sentí increíble. ¡Estaba jugando con una pierna! Yo era el más joven del equipo y me llamaron Messi. ¡Porque juego como él!».
Emboscada en la carretera
Cuando estalló la guerra, Mohamad Bangura tenía 23 años y trabajaba de mecánico. Él y su novia, Janet, tuvieron que huir. Los rebeldes tendieron una emboscada al convoy de la ONU en el que viajaban. «Muchos murieron». Mohamad se escondió tras unos arbustos y entonces… la explosión. Su pierna izquierda estalló en pedazos y se desmayó. «Me dieron por muerto y me pusieron en un ataúd». En un hospital de Freetown, la capital, le salvaron la vida. Acabó en un campamento de amputados. «Me uní al equipo de fútbol. Hemos jugado contra Rusia, Brasil e Inglaterra». Él y Janet se casaron en 2009. Tienen tres hijos.
Reglas del juego
El fútbol para amputados cuenta con su propio mundial. Angola es el vigente campeón. Cada equipo tiene siete jugadores con una pierna, excepto el portero, que tiene las dos, pero le falta un brazo. Se juega con muletas, pero no se puede tocar con ellas el balón; no existe el fuera de juego; y el campo es más pequeño. Hay asociaciones nacionales por todo el mundo, también en España.
El sueño euro`pe
Durante la guerra, solo se podía viajar como parte de un convoy militar. El 21 de diciembre de 1998, Alfa Timbo iba en uno que sufrió una emboscada rebelde. Salió corriendo, pero dos proyectiles se incrustaron en su pierna. Pasó cuatro horas en el monte… desangrándose. Hasta que apareció la Cruz Roja. «Deseé morir antes que ser una persona amputada… Pero decidí luchar. Cuando juego al fútbol, toda mi frustración se reduce a la mitad. En el campo, me siento vivo. Y no estoy solo. Me gustaría fichar por un equipo europeo profesional de amputados».
Amputar, la única solución
«Es uno de los mejores porteros del país», lo alaban sus compañeros. A diferencia de ellos, Koroma Alhaji no perdió ninguna extremidad en la guerra. Se cayó de un árbol de mango con 6 años y tardaron una semana en llevarlo a un hospital. Para entonces, la única solución -sentenció el médico- era amputar. Un lustro después se unió al equipo de la Asociación de Fútbol Amputado de Bombali. Quiere jugar durante muchos años, pero sigue estudiando. En un país con un 70 por ciento de desempleo juvenil, no le espera un futuro fácil.