En Burkina Faso enseñar se paga con la vida

1 ESTUDIAR CON MIEDO · La amenaza yihadista a los profesores de Burkina se ha extendido a otros países de la región. En el Sahel, según Unicef, 400.000 niños se han quedado ya sin escuela. Burkina ha sufrido 300 ataques islamistas en los últimos años. Empezaron atacando al Ejército y la Policía, las escuelas fueron el siguiente objetivo.

2 CUANDO SER PROFESOR ES JUGARTE LA VIDA · «Nos reunimos cada tarde en el patio de la casa para hacer la tarea. Somos unos siete niños del barrio y mi mamá nos supervisa», cuenta Ibrahim. Los padres no quieren arriesgarse a que vayan al colegio. El 60 por ciento de los profesores ha tenido que buscar refugio porque, además de perder su trabajo y sus ingresos, son perseguidos. Una decena han sido asesinados. Dos, en marzo.

3 LOS MÁS GRANDES ENSEÑAN A LOS MÁS PEQUEÑOS · «Nos amenazan diciendo que, si vamos a la ‘escuela de blancos’, iremos al infierno», cuentan los niños. Eso no les quita las ganas de aprender, pero ahora lo hacen unos de otros, se autogestionan. Lo que los islamistas llaman ‘escuela de blancos’ es la que se enseña en francés, que es la lengua oficial. Ellos quieren una escuela coránica en árabe.

4 LA LIBERTAD DE PENSAR · Miles de niños que ya no pueden ir a la escuela estudian en sus casas. La amenaza de los radicales vinculados al Estado Islámico es clara. «Enseñar el Corán o morir». Y eso no significa incluir la educación religiosa, sino enseñar ‘solo’ el Corán. En Burkina, el 50 por ciento de la población es musulmana; el 30 por ciento, animista; y el 20 por ciento, católica.

5 ESTUDIAR EN 'SECRETO' · El actual presidente del país, Roch Marc Kaboré, el primero elegido democráticamente, ha advertido. «Si Burkina cae, el terrorismo alcanzará Europa». El anterior dirigente del país, el dictador Blaise Compaoré, toleraba a los islamistas radicales a cambio de que no realizaran acciones violentas en Burkina. Fue destituido en 2014 tras 27 años de férrea dictadura.

6 LA FUERZA DE LA DETERMINACIÓN · «Un día llegaron al pueblo unos hombres armados. Los alumnos corrieron para avisarme y nos escondimos entre los matorrales. Los hombres ametrallaron las puertas de la escuela y luego lo quemaron todo», relata una profesora que tuvo que huir. Ahora, sus alumnos siguen en casa. «Salimos al patio y hacemos ejercicios de matemáticas, leemos, escribimos en la pizarra. Tenemos que seguir solas».