Cada año se celebra una ceremonia centenaria en la que hombres desnudos y en taparrabos luchan por un amuleto que les garantizará la buena fortuna. Por Fernando Goitia
Alcanzar un año de salud, riqueza y felicidad bien vale un sacrificio. Esto es lo que motiva a los diez mil asistentes al Saidaiji Eyo Hadaka Matsuri, un festival en la ciudad de Okayama cuyas características remiten a uno de esos concursos extremos japoneses en los que los participantes pasan las de Caín. En este caso, los celebrantes, en pleno febrero, van desnudos o en taparrabos y se dan un baño de agua fría antes de acceder al templo sintoísta de Saidaiji, construido en el año 765. Una vez dentro, esperan ansiosos a que asome un sacerdote a las diez de la noche y les lance dos pequeños amuletos de madera.
Todos deben darse un baño de agua fría antes de entrar
La multitud toma de pronto forma de turba -han llegado a morir personas aplastadas o asfixiadas- y se lanzan a por los talismanes. Los que los encuentran atraviesan la masa, batallando con uñas y dientes, para clavarlos en una caja para medir arroz. Después, ¡a disfrutar!
Foto principal: en Japón, estos festivales son una tradición relacionada con la purificación del cuerpo y la prosperidad futura. El de Okayama es el más famoso de todos.
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