La soledad es un invento moderno

La soledad, una epidemia contagiosa y mortal, que corre paralela a la COVID-19 y que llegó de la mano de la modernidad. Por S.S.

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Antes de 1800, la soledad no era ni siquiera una palabra habitual. Y cuando se usaba, tenía que ver con el hecho de estar solo, no con sentirse así. La soledad no es una emoción biológica, sino histórica, afirma Fay Bound Alberti, autora del libro Una biografía de la soledad; la historia de una emoción.

Según esta historiadora de la universidad de York (Reino Unido), para que exista la soledad se necesitan dos cosas: que se cuestione el sentido de las relaciones sociales y que uno tenga consciencia de sí mismo separado de los otros. En la sociedad premoderna, la religión se ocupaba de dar significado a las relaciones, y la organización social, al estar orientada a la supervivencia, no ponía el énfasis en el individuo.

Es en el siglo XIX cuando la modernidad trajo tanto la libertad como la incertidumbre. Los cambios en la sociedad, la economía y la filosofía crearon nuevas formas de mirar el mundo y nuestro lugar en él. Las ciudades alteraron las rutinas comunitarias, el individualismo económico primó la supervivencia de los más dotados, y la filosofía cuestionó la idea de un dios que daba ‘significado’ a todo. En ese contexto, surgió el concepto de soledad como lo entendemos ahora.

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