Hay pueblos para los que el coronavirus no es la peor amenaza. Viven en permanente riesgo de muerte, desplazamiento o exclusión. El Festival Internacional de Fotoperiodismo Visa pour l’Image muestra este año el trabajo de los reporteros que se adentran en los conflictos que asolan el mundo, un trabajo que, debido a la crisis económica, también se encuentra amenazado. Por Lourdes Gómez

Los niños como estrategia

Entre la espada y la pared 1

Los armenios -cristianos-y los azeríes -musulmanes- viven enfrentados desde la caída de la URSS. Se disputan la región de Nagorno Karabaj, entre Azerbaiyán y Armenia, por la cual libraron una cruenta guerra de 1988 a 1994. Murieron treinta mil personas. Nagorno Karabaj se proclamó república independiente, pero no la reconoce ningún país. Y los armenios, en lugar de la política de exterminio, han decidido adoptar la de procreación. Animan a tener muchos hijos para ‘conquistar’ la región. En la foto, los seis hijos de Varduhi Chobanyan, de 31 años. Foto. Anush Babajanyan / VII

Indefensos en Guerrero

Entre la espada y la pared 2

El estado de Guerrero es uno de los epicentros de la guerra de los cárteles de la droga en México. Los grupos de autodefensa que se enfrentan a ellos han acabado siendo una amenaza añadida, muchas veces enfrentados entre ellos por el control de las minas ilegales de oro, el otro gran negocio de la región. Así las cosas, los habitantes de Guerrero no tienen opción: o toman parte o se marchan. La madre de la foto se ha unido a un grupo de autodefensa contra el cártel de Los Ardillos. En 2014, la desaparición de 43 estudiantes hizo que los medios y el Gobierno prestasen atención a este estado, pero eso no ha impedido que los cárteles sigan imponiendo allí su ‘necropolítica’. Foto. Alfredo Bosco

El último Mohana

Entre la espada y la pared 3

El lago Manchar fue creado en los años treinta al construirse el embalse de Sukkur en Pakistán. Lo habitan los mohanas, una etnia cuyos miembros se autodenominan ‘señores del mar’. Hasta hace poco, el lago mantenía a miles de pescadores, pero la progresiva contaminación de las aguas ha matado a casi todos los peces, y los mohanas -que tienen una comunicación única con las aves e incluso entrenan a los pelícanos para que pesquen para ellos- son una etnia en extinción. Quedan unas cuarenta barcazas. Y, si se estropean, nadie podría comprarse una nueva. Cuestan un millón de rupias, unos seis mil dólares. Foto. Sarah Caron

La violencia no cesa

Entre la espada y la pared 4

La violencia étnica es una constante en Kenia y arrecia cada cierto tiempo. Hay más de cuarenta grupos étnicos divididos territorialmente y con enormes diferencias económicas entre sí. El fotógrafo japonés Yasuyoshi Chiba, que vive en Nairobi, ha documentado desde hace una década los conflictos y la realidad de un país clave en el equilibro del continente. El coronavirus no ha hecho aún demasiada mella. Cuentan de momento unos 300 fallecidos y se ha decretado el toque de queda entre las nueve de la noche y las cinco de la mañana, pero no el confinamiento. Foto. Yasuyoshi Chiba

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