Como la crisis financiera de 2008, la pandemia aumenta el tráfico de migrantes y los abusos de los contrabandistas. Por E. F. 

A pesar del bloqueo en los países europeos y de las estrictas restricciones a la movilidad derivadas del coronavirus, el tráfico ilegal de personas a lo largo de las rutas del Mediterráneo occidental y central no se ha detenido desde el inicio de la pandemia. Más aun: se ha incrementado.

Así lo detalla el más reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, que analiza el contrabando de personas en las fronteras de América del Norte y Europa. En él se explica que, ante este tipo de crisis, las personas que huyen de la violencia o la pobreza de sus países necesitan más que nunca a los contrabandistas para cruzar las fronteras, los cuales están haciendo su agosto en toda regla: las restricciones de movilidad exigen utilizar rutas más arriesgadas, por lo que los precios de sus servicios suben.

Este conjunto de situaciones conforma un cóctel explosivo para los migrantes y refugiados, aún más vulnerables, si cabe, a los abusos, la explotación y la trata.

Foto apertura: un grupo de migrantes escondido en un camión rompió la malla que los ocultaba al no soportar el calor y la falta de oxígeno. Fueron detenidos en Samsun, Turquía.

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