Las imágenes dieron la vuelta al mundo: una hilera de camiones militares que transportaban féretros desde Bérgamo porque los crematorios no daban abasto. Casi la mitad de los fallecidos en Italia por coronavirus son de esta región. Hablamos con los testigos de la debacle, que piden, cuando menos, una investigación. Texto y fotos: Daniel Méndez

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Esta mañana he tenido un flash, viniendo hacia aquí he pensado: ‘Voy a llamar a mi padre’. Ha durado una fracción de segundo; después, la racionalidad me ha hecho darme cuenta de que era imposible». Porque su padre, Antonio, de 85 años, falleció a principios de marzo a causa del coronavirus. Habla Luca Fusco, consultor de 58 años de Brusaporto, localidad a las afueras de Bérgamo. «El problema será -añade- cuando no seamos capaces de mantener las emociones bajo control por medio de la razón, como hemos hecho hasta ahora. Hemos visto a nuestros padres, a nuestros amigos, marchar en ambulancia y volver en una urna. Sin tiempo para elaborar nada. Sin entender bien qué ha ocurrido».

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Luca Fusco y Consuelo Locati, presidente y abogada de la plataforma Noi Denunceremo:»Hay responsables. No buscamos que vayan a la cárcel, pero sí que sean alejados de la gestión pública».

→ Luca: «El 22 de marzo, tras la muerte de mi padre, mi hijo y yo decidimos crear un grupo de Facebook que bautizamos como Noi Denunceremo. Actualmente 61.000 personas de toda Italia nos cuentan su experiencia. Hay que entender qué ha ocurrido y si alguien se ha equivocado y debe pagar. No buscamos que nadie vaya a la cárcel, pero sí que sea alejado de la gestión de la cosa pública».

→ Consuelo: «Yo perdí a mi madre. Fue muy duro. Y como yo, mucha gente, demasiada. Por falta de un plan se sacrificó a miles de personas que podían seguir viviendo. Estamos llevando más de 200 casos a los tribunales: los responsables, técnicos y políticos, acuden a declarar, pero solo para descargar sus responsabilidades en otros. Pero son responsables, como mínimo.

Demasiados silencios

Y lo que ha ocurrido no es poco. La crisis del coronavirus golpeó aquí antes que en ningún otro lugar de Europa. Y con más virulencia. Desde que se detectó el primer caso el 20 de febrero, Lombardía ha llorado cerca de 17.000 muertes por coronavirus, casi la mitad de las 35.500 que arrojan las estadísticas oficiales para toda Italia. «Nosotros no hablamos de estas cosas cuando nos encontramos», dice Luca Fusco. «En el carácter del bergamasco está el guardarse el dolor y mirar hacia delante». Quizá por eso, para abrir una ventana donde gritar el dolor propio y compartir el ajeno, Luca puso en marcha una página en Facebook para contar lo que había sufrido su familia. Un sucedáneo digital del funeral que no pudieron celebrar. Y muchos se sintieron identificados: pronto había 500 inscritos. Tres mil, diez mil. Hoy son más de sesenta mil. Y se han constituido en una asociación que quiere llevar a los tribunales a los responsables. Noi Denunceremo (‘Denunciaremos’) se llama y ha presentado ya más de 100 denuncias en los juzgados de Bérgamo. En septiembre, otras tantas.

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Annalisa Malara, anestesista en el hospital de Lodi y Codogno: «Diagnostiqué al primer paciente de COVID-19 en Europa. Y lo que sé es que el virus continúa entre nosotros y sigue siendo peligroso. Me asusta la falta de consciencia de la gente».

«El 20 de febrero tuve la buena o mala suerte de encontrarnos con el llamado ‘paciente 1’. el primer contagio local en Italia y, por tanto, en Europa. Un chico joven, de 37 años, sano, con un caso de pulmonitis. Ningún tratamiento funcionaba. Y decidí, aunque no lo mandaban los protocolos del momento, realizar el test. Dio positivo. Nos dimos cuenta de que el virus ya estaba entre nosotros. ¿Optimista? El número de contagios está aumentando, aunque de momento la cifra de pacientes sigue siendo baja. Lo que más me asusta es la falta de atención de los ciudadanos. El virus continúa entre nosotros y sigue siendo peligroso.No soy epidemióloga ni política, pero diría que España muestra una tasa de contagios mucho mayor por el flujo de turistas de distintos lugares de Europa, no todos con la misma atención para evitar el contagio. Si das la posibilidad a la población de moverse, debes realizar test en las vías de entrada. Si no el virus viajará».

Ante la Fiscalía han declarado ya cargos como el presidente Giuseppe Conte o los ministros de Sanidad e Interior. Acuden sin cargos, en calidad de personas informadas.

Pero el Tribunal trata de dilucidar si hubo negligencia en el retraso de declarar Zona Roja las localidades de Nembro y Alzano Lombardo, en la región de la Val Seriana, de gran peso industrial y económico. El confinamiento obligatorio no se declaró en la zona hasta el 8 de marzo. Dos semanas más tarde que en otros municipios cercanos. ¿Por qué? Hay quien sostiene que debido a las presiones ejercidas desde Confindustria, la patronal italiana. Ellos lo niegan. Y denuncian haber recibido amenazas: sendas cartas con bala en su interior dirigidas a los presidentes de Confindustria en Bérgamo y en Lombardía. En el recuerdo quedan campañas virales como el vídeo promovido por la patronal con el lema «Bergamo is running» o el del alcalde, Giorgio Gori, con el hashtag #bergamononsiferma. Bérgamo sigue en marcha, Bérgamo no se detiene. Vaya si se detuvo, pero quizá demasiado tarde.

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Giovanna Ricuperati, vicepresidenta de Cofindustria Bérgamo: «Nos acusan de cosas que no hicimos, pero entiendo la necesidad de buscar responsables».

→ «Hemos sufrido un golpe muy duro, pero está en el carácter bergamasco hacer todo lo posible para salir de las situaciones difíciles sin perder la confianza. Y es lo que estamos viendo. Desde Confindustria tomamos medidas de precaución mucho antes de que lo dictara el Gobierno. Hemos recibido críticas, sí [responsabilizan a la patronal de haber presionado para retrasar el confinamiento]. Se nos atribuyen responsabilidades que no tenemos. Y entiendo la necesidad de buscar responsables porque se han perdido muchas vidas humanas y la región ha sido la más golpeada. ¡Pero no se nos puede hacer a nosotros responsables de lo ocurrido! ¡Los propios científicos no se ponían de acuerdo! La industria es parte fundamental del sistema social, somos parte del sistema. En nuestras empresas trabajan nuestras familias, amigos, nosotros mismos. Hicimos lo posible por cuidar de ellos. Yo también he perdido amigos y parientes».

La ciudad que acertó

Entre las pruebas presentadas ante los tribunales se encuentra un dosier elaborado por Pier Paolo Lunelli, antiguo general hoy jubilado, experto en amenazas químicas, biológicas y bacteriológicas. Sostiene que si el Estado italiano hubiese dispuesto de un plan antipandemia actualizado se podían haber ahorrado diez mil vidas. Se dice pronto.

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Farncesco Paserini, alcalde de Codogno: «De esto, o salimos juntos o no salimos. Vale para este pueblo y vale para Europa».

→«Si miro atrás, se me pone la piel de gallina, todavía hoy. Pensar en lo ocurrido desde el 21 de febrero es algo que cuesta metabolizar. Pero al mismo tiempo hemos conseguido controlar esta pandemia gracias a la seriedad y responsabilidad de los ciudadanos de la comunidad. En 16 días conseguimos una caída drástica de los contagios, algo que ni siquiera en Wuhan se logró. Y ha continuado: llevamos dos meses y medio sin un positivo en Codogno. ¡Toco madera!
Creo que ha sido una primera prueba generacional para aquellos de mi edad que no hemos vivido guerras. Aquí en Codogno decidimos confinar enseguida, era un sacrificio, pero lo hicimos. De esto, o salimos juntos o no salimos. Este ha sido siempre nuestro mensaje. Y lo mismo vale para Europa.No conozco bien lo ocurrido en España, pero veo que, por ejemplo, en Francia ha habido mucha laxitud. Recuerdo una manifestación a principios de marzo, ¡algo de locos! El bloqueo total ha sido clave aquí. Y los test».

Pese a la gravedad de los hechos acaecidos, y a decisiones cuando menos cuestionables, lo cierto es que en la región se han vivido también aciertos notables. En Codogno, ciudad de unos 16.000 habitantes en la que se registró el primer caso de contagio autóctono, en el ya lejano 20 de febrero, el alcalde decretó el confinamiento inmediato de la población durante dos semanas y la realización de test masivos. Es lo que se ha bautizado ya como el ‘modelo Codogno’. «Hoy llevamos dos meses sin un nuevo contagio», dice orgulloso su alcalde. A lo largo del verano, Italia ha presentado tasas de contagio varias veces más bajas que las registradas en países como España o Francia. ¿A qué se debe? La responsabilidad ciudadana, una desescalada más paulatina y un mayor control de los movimientos se encuentran entre las causas aducidas. Y los dedos se mantienen cruzados en Italia para que las curvas no se disparen. Hay pocas garantías en todo lo que toca al coronavirus.

Entretanto, las calles de Bérgamo hoy parecen respirar tranquilas. Pero, si uno rasca, la palabra ‘miedo’ no tarda en pronunciarse.

Carlo Chiodi, transportista

«Le conté al Papa la rabia por la muerte de mis padres. Ahora, más que rabia lo que tengo es miedo».

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Carlo Chiodi

«Los dos nichos sin lápida en la parte alta son los de mis padres, los marmolistas no han tenido tiempo de terminarlos. Mi padre murió el 14 de marzo; mi madre, diez días más tarde. Fue durísimo. Un amigo escribió al Vaticano para contar lo que habíamos pasado y el Papa Francisco nos invitó a su propia casa. Pude contarle mi rabia y la de mis hijos. Le dije que durante ese periodo me enfadé mucho con nuestro Señor. Me dijo que era normal: que él mismo también se había enfadado. A mi madre le ocultamos la muerte de mi padre, pero yo creo que se lo imaginó y se dejó ir. Llevaban juntos 54 años. Algo se ha hecho mal: demasiados muertos en mi tierra. Pero la rabia se está yendo. Ahora lo que tengo es miedo de que todo vuelva a ocurrir».

 Adil Beddari, voluntario

«Me ha causado mucha angustia ver lo frágil que es todo»

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Adil Beddari

«Los últimos días de febrero, cuando empezó el caos total, me presenté como voluntario en una asociación y en el Ayuntamiento. Al principio llevábamos la compra a quienes no podían salir de casa. Pero después la gente empezó a quedarse sin dinero. Comenzamos anticipando el dinero los voluntarios, pero era insostenible. Así que pusimos en marcha el proyecto SuperBérgamo. Recolectamos fondos para llevar un kit solidario a quien no podía pagar. Recogimos más de 80.000 euros. Llevábamos entre 20 y 30 paquetes de comida al día. También oxígeno a quien necesitaba respiradores. Era tremendo: veías ancianos que no sabías si estarían vivos al día siguiente. Me ha provocado mucha angustia y tristeza ver lo frágil que es todo. Y me da miedo volver a vernos en la misma situación. La gente no es consciente de que podría repetirse lo que hemos vivido».

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